viernes, 6 de febrero de 2009

FUE RICARDO CASTRO PRECURSOR DEL NACIONALISMO MUSICAL


La vida del pianista y compositor duranguense Ricardo Castro aconteció en gran parte durante el siglo XIX. Favorecido por el régimen Porfirista, fue el primer pianista mexicano en llevar su música a las salas de concierto de Estados Unidos y Europa. Su natalicio ocurrió el 7 de febrero de hace 145 años en Nazas, Durango.

De haber vivido en este tiempo, el niño Ricardo Castro habría sido uno de tantos niños prodigio en el mundo, sin embargo, su inusitado talento musical le distinguió a mediados del siglo XIX mexicano. De los 6 a los 13 años estudió piano y compuso mazurkas y valses que se hicieron populares en la sociedad duranguense.

Aun adolescengte, ingresó al Conservatorio Nacional en la Ciudad de México y estudió con los mejores maestros de la época, entre ellos Melesio Morales y Juan Salvatierra. Tras perfeccionarse como pianista viajó a Estados Unidos en 1881 para representar a México en la Exposición de Nueva Orleans.

El viaje de Castro a los 17 años de edad fue provechoso porque interpretó el piano en salas de Washington, Nueva York y Filadelfia. Y en el contexto de una época donde los bailes eran puntos de encuentro entre las clases altas, el pianista se volvió célebre por sus composiciones.

Danzas, mazurkas, gavotas, berceuses y scherzos fueron producto de su pluma musical. Integrante del grupo de los seis, músicos que defendían el romanticismo francés, compuso además un concierto para piano y orquesta, dos sinfonías y el poema sinfónico Oithoma.

Si bien fue arropado por el régimen Porfirista, Ricardo Castro fue también un precursor del nacionalismo musical. En 1900 estrenó en el Teatro Renacimiento su ópera Atzimba, cuya acción ocurre en Pátzcuaro, en 1552, y cuenta el romance de una princesa tarasca y un capitán español.

Una de las piezas orquestales y pianísticas cuyo brillo perdura en la música nacional es el vals Capricho, que el autor estrenó durante una gira de conciertos patrocinada por el periódico El Imparcial. A la fecha es la más conocida del autor mexicano.

En 1902 Castro se fue a Europa con una beca para estudiar. En París compuso su ópera la Leyenda de Rudelia y más tarde Satán vencido la Roussalka. A su regreso en 1906, fungió como director del Conservatorio Nacional de Música.

Tres años antes del estallido de la Revolución mexicana, cuando apenas tenía 43 años, el maestro dejó de existir envuelto en un velo de misterio. Algunas versiones indican que fue envenenado, otras aseguran que fue una pulmonía.

El año pasado se cumplieron 100 años del deceso del orgullo de Nazas, Durango. Desde 1990 su nombre le da lustre al teatro centenario en la capital del estado.

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