martes, 7 de abril de 2009

Conmovió el " Requiem" de Mozart interpretado por la OSSLP


Por: Roberto A. Valenciano Capín.
 
Con la fuerza evocativa plasmada no solo en la partitura, sino cargada de una poderosa pulsación en cada oración y súplica de la Misa de muerto que compuso el genio austríaco, Wolfang Amadeus Mozart, al ser interpretado la Misa de Réquiem en Re menor (KV 626) por la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí, que dirige el Mtro. José Miramontes Zapata.

Una obra monumental de Mozart, basada en los textos latinos para el acto litúrgico católico ofrecido en las defunciones y no tuvo mejor escenario para ser testigos de esta magistral ejecución que el Coloso de Villerías-Teatro de la Paz.

Por cierto, un público que abarroto las localidades de este espacio cultural, para ser partícipes de este acto doloroso y a la vez ser parte de este acto de reconcilación y duelo por esta semana santa, así como celebrar el inicio de las actividades cultural por estas fechas de suma religiosidad en esta capital potosina.

Además de ser considerada una obra cumbre de la historia de música, que goza de una belleza inefable y se destaca por la fuerza y potencia expresiva del "introtus", el " Kyrie", el "Dies irae" o la "Lacrimosa" que pone el vello de punta a quien lo escucha viviendo tanto la letra y el momento evocado, gracias al gran detalle del staff de la OSSLP, al seguir este vía crucis a través de una pantalla.

En cuanto a las partes solistas en este programa corrieron a cargo de la soprano Gilda Bernal, la mezzosoprano Beatriz Montaño, el tenor Víctor Álvarez y el Barítono Arturo Rodríguez, destacándose por la experiencia escénica, sobresalen por ser unas voces bien acopladas, armonizadas y justas en cada una de sus intervenciones que exige la precisión que requiere la obra

Por su parte, el coro de la OSSLP se sintió como un cuerpo vocal muy compacto y maduro, al poder apreciarse, disfrutar de la claridad de los matices de las tres voces en conjunción con el interesante juego vocal que exige el compositor, que va desde la sutileza del consuelo hasta los momentos de majestuosidad, agonía y de éxtasis, a pesar del doloso murmullo de un quebradizo sonido emanado de la trompeta, como el suplicante ruego del bienaventurado.
 
Ante un aplauso inicial muy acomedido, tal vez por la contundencia de la obra misma, para encaminarse a un extendido aplauso entre los tibios bravos, al agradecer la OSSLP, al regalarle al respetable como encore, una bella versión del -Ave Verum- de este genio austríaco.
 
A decir de los expertos, esta partitura fue un encargo misterioso al genio de Salzburgo, quien la dejó inconclusa en tanto escribía "La clemenza di Tito", su postrera ópera, para la coronación de Leopoldo II.

Escrita hasta "Lacrimosa", fue concluida a partir de notas y secuencias instrumentales por su discípulo, Franz Xaver Süssmayer, y ejecutada por primera vez para el propio funeral de Mozart, el 10 de diciembre de 1791

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