martes, 20 de julio de 2010

Llegó la sutileza de la danza de Kim Bock Hee Dance a tierras potosinas



Fotos: Fernando López /SCSLP

Por: Roberto A. Valenciano Capín.

Da inicio esta revitalizada fiesta de la danza, dentro de su trigésima edición del Festival Internacional de Danza Contemporánea Lila López, con la presentación de la compañía surcoreana Kim Bock Hee Dance Company.

Al quedar de manifiesto él porque es considerado como una de las compañías con más prestigio y antigüedad no-solo en este país asiático.

Después de una ausencia de 13 años, nos presentan un programa constituido por las coreografías: “Flor de existencia-la flor de vanidad III-subtítulo novia” y “El llanto de la tierra”, creadas por su director.

Un primer trabajo que retoma su esencia hecha movimiento del poema -La novia- del poeta Suh Jeong Ju. A pesar del planteamiento de mostrar la vida de la mujer tradicional coreana, a través de una historia muy circunstancial de una pareja de recién casado en su noche de bodas, donde por un inconveniente fisiológico de él, incide en abandonarla por traspasar parte de su tradicional vestido entre el umbral y la puerta; pero con la incidencia que esa temporalidad de espacio / tiempo revira circunstancialmente en la curiosidad de él, y, dar cuenta que 20 años en este mismo espacio la novia sigue sentada con su vestimenta de novia, pero al tocarla ésta se convierta en ceniza.

Una coreografía que sin más nos remite a retomar esos elementos inherentes de una clara dicotomía de lo contemporáneo en lo tradicional, expuesta tanto en elementos míticos como en sustanciales elementos de su rica cultura son; la pantomima de sombras, máscara, así como el tradicional vestuario a pesar de la celeridad de estos tiempos que vivimos.

Entre un despliegue de sobrios trazos de fraseos coreográficos que se conjugan con la simbiosis de una consistencia de los estados emocionales y la solvencia de la continuidad argumental. Para quedar claro que nada de estos movimientos proviene de la gratitud misma, sino más bien se gestan bajo la compatibilidad entre la búsqueda de lo estético y la dinámica dancística.

De ahí que el final, resultara inhóspito y enfático que no se hicieron esperar en el aplauso del respetable que se dio cita al Coloso de Villerías.

Un nervioso oscuro se da en este bello escenario, para sin más detonar y complementar este programa inaugural con la obra “el llanto de la tierra”. De inicio, nos muestran la tangibilidad de lo perenne, bajo la representación de la sutilidad expuesta a través de un par de zapatillas, reflejo inmediato de exponer esta historia coreana bajo sus particularidades nacionales que fluyen en torno a las 7 pasiones de todos los seres.

Como buena religiosa budista, la coreógrafa instituye a la tierra como un filtro purificador de esta otra dicotomía de lo bueno y lo malo.

De ahí que parte de esta premisa de ser una obra de gran calaje que transita y se sustenta bajo un amplio abanico de recursos a partir de una fortalecida dramaturgia tanto corporal como escrita.

Al dejar mostrar en momentos trazos de una poesía con suma cadencia y púlsica temporalidad, de ahí que esa continuidad deja entrever el cruce de caminos con una penetrante y concisa música.

Un llanto de la tierra que de soslayo nos permite percibir como espectadores, el ser testigos de una constante dinámica de trazos coreográficos, una coherente utilización de elementos; telas, máscaras y varas, así un punto sustancial de su provocativo clímax, el alentarlos a un sórdido enfrentamiento que nos lleva hasta sus últimas consecuencia de redimir esa parte insoslayable de ese llanto de la tierra.

De esta forma, el contemplar esta obra constituye como un acto mediato de remitirnos a ser parte de esas disyuntivas de templar esas amalgamas dentro de los estadios de lo intangible en lo tangible; tradición ancestral con las afrentas actuales; en momentos se desmorona para volver a resurgir de sus cenizas y generar una danza serena, llena de una gran solvencia narrativa corporal que transita desde lo más seminal hasta lo más contemporáneo e investigación del movimiento, para detonar en una seriación de logradas y bellas imágenes, más no metáforas en movimiento.

Sin embargo, las dinámicas resultantes de los trazos coreográficos de esta experimentada coreógrafa conlleva a un poco de paciencia al entretejer con una lentitud desquiciante a propósito, para gestar unas acertadas sucesiones de estadios emocionales o dicotomía de una obra fluctuante de un llano optimismo, que se respira entre una interminable caída de nieve o la constancia de esperanza en conjugación con el aplauso fraternal del respetable hacia esta compañía surcoreana..

Dejando solo como mudo testigo, los alentosos discursos oficiales que dieron la bienvenida a esta especial edición de este festival de una eterna enamorada de la danza, Lila López (qepd), que por sí misma ha detentado por ser uno de los más representativos escaparates dentro del devenir de la danza contemporánea tanto nacional como más allende de...

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