martes, 26 de junio de 2012

Intelectuales coinciden en la urgencia de invertir en la formación humanista y critican la falta de propuestas por parte de los candidatos

Por: Sergio R. Blanco

Revolucionar de forma sustancial la educación, multiplicar los recursos para la investigación científica, incluir las demandas sociales en las acciones culturales, no utilizar la cultura de forma oficial y evitar políticas culturales elitistas son algunos de los puntos que siete intelectuales, investigadores y artistas consideran urgentes en una agenda de la cultura en México.

Sin embargo, los entrevistados detectan una falta clara de interés por la cultura en los cuatro candidatos a la presidencia, anotan la vaguedad de sus propuestas en materia cultural.

En este ejercicio, participan Roger Bartra, ensayista, etnólogo y doctor en sociología; Lorenzo Meyer, historiador, académico e investigador en el Colegio de México; Marisa Belausteguigoitia, doctora en estudios culturales y directora del Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM; Ilán Lieberman, artista; José Antonio Aguilar, ensayista y doctor en ciencia política; Elsa Ramírez, investigadora del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y titular de la División de Estudios de Posgrado de la UNAM, y Lucía Melgar, doctora en literatura hispanoamericana y académica en el ITAM.

"Aumentar la inversión en educación tendría repercusiones no sólo en el territorio de la cultura, sino en el desarrollo económico mismo o la calificación de la mano de obra", señala Bartra.

Para Lieberman, no puede separarse la cultura de la educación y ve la necesidad de una educación de calidad a nivel primaria, secundaria, preparatoria, universidad, que incluya por supuesto una formación cultural.

En México, coincide Ramírez, la cultura no está bien incorporada a la formación de los niños, jóvenes y adultos.

Una educación integral, enriquecida por una valoración real, activa de la cultura, asegura Melgar, es una educación que permitiría formar personas más críticas, creativas; una ciudadanía más activa.

En opinión de Meyer, el próximo Gobierno debe contemplar también la investigación científica.

"Aquí, echándole un vistazo a los últimos presidentes", expresa, "yo creo que algunos de ellos no tienen idea ni remotamente de lo que es la ciencia y la investigación".

Belausteguigoitia recomienda voltear a las demandas de los movimientos sociales, porque alrededor de las fallas de la justicia hay un montón de artistas proponiendo lecturas, hay una gran vitalidad y producción artística que surgen de estas fallas.

"Creo que una política cultural tendría que construir un 'nosotros'", agrega.

Para lograr un avance, Aguilar señala la necesidad de una política pública de la cultura más coherente, más integradora de las distintas áreas que existen.

Por último, Melgar asegura que en estos momentos no es necesaria una secretaría de la cultura, sino una integración o reformulación de la cultura en los programas educativos y a través de las instancias que ya existen y que deben reorganizarse (Conaculta, INAH, instituciones estatales y locales).

Ante la agenda pendiente en el ámbito de cultura, los entrevistados no ven alternativas en las plataformas de los candidatos.

"Lo poco que he visto me ha parecido aburridísimo, sin sustento", dice Bartra.

Y mientras Belausteguigoitia señala al PRD como el único que propone reorganizar y revisar la noción de público, y qué significa hacer de la cultura un bien público, Aguilar califica de folclórica la acción de López Obrador de proponer a Elena Poniatowska al frente de esta área.

"Los candidatos incluyen propuestas culturales", opina Melgar, "pero no una visión integral de la cultura como proyecto para el siglo 21, o como proyecto de Estado".

Ante esta falta de propuestas, Ramírez lanza un diagnóstico sobre los candidatos.

"No hay programa cultural en ninguno de los candidatos. Y esto nos está dando simplemente el reflejo de la formación de estos candidatos. Ellos también pasaron por unas instituciones que no les dieron base cultural. Son producto de eso. Por eso no pueden hablar de cultura: no tienen ni la experiencia ni el conocimiento".

En su opinión, ¿qué debería contener una agenda de la cultura en México?

Roger Bartra: Lo importante es que no haya una línea oficial de cultura en el sentido en el que ha operado tradicionalmente en México, antiguamente sobre todo, de fomentar la cultura nacionalista revolucionaria, y la utilización de la cultura para legitimar una posición política. A partir de eso, creo que es importante que se planteen metas a corto y a mediano plazo para determinar qué tipo de actividades culturales se van a fomentar. Estamos hablando de cultura culta, más bien, cultura más o menos de élite, pero es muy importante el apoyo a todas las formas de creación cultural, artística, musical, etcétera, un apoyo muy de parte del Estado, tanto a creadores nacionales como a la proyección internacional de los productos culturales, de las obras que se realizan en México.

Pensar en extensión a los sectores marginados de la cultura al margen de la educación pública es bastante absurdo. Donde hay que hacer todo eso es en la educación. Eso implica que hay que elevar sustancialmente la inversión en educación. No sólo es problema de tecnología y darle una computadora a cada niño: primero, hay que aumentar el número de horas de clase; y, segundo, elevar el nivel de los maestros. Eso sí son cifras multimillonarias y requieren de una decisión del más alto nivel del Poder Legislativo para multiplicar, por ejemplo, por dos, el presupuesto de educación. Eso sí sería una verdadera revolución. Aumentar la inversión en educación tendría repercusiones no sólo en el territorio de la cultura, sino en el desarrollo económico mismo o la calificación de la mano de obra.

Lorenzo Meyer: Un programa en el nuevo sexenio debe contemplar la investigación científica. No es desde luego la única rama de la cultura, pero es importantísima en este siglo, porque México no puede depender ahora como en el pasado de exportaciones de plata o del petróleo. Su riqueza principal está y va a estar en el capital humano. Poner a México en el desarrollo científico tecnológico es fundamental si queremos salir del subdesarrollo. Hasta ahora no se ha logrado, por la desidia, el desinterés del Gobierno federal en los últimos tiempos es manifiesto: tengo la impresión de que los líderes que toman decisiones no tienen una idea de lo que es la investigación científica, es algo tan lejano, y la comunidad científica tan ajena, que se requiere a alguien que haga un puenteo entre quien tiene la capacidad de decidir porque ha sido electo, y el mundo complejísimo de la investigación científica.

Se necesitaría la visión de un estadista para encontrar quién le auxilie a entender el mundo científico y mantener una relación positiva con ese conjunto de investigadores, profesores, que ha costado muchísimo dinero preparar, y a quienes, a la vez, se les ha dejado bastante marginados. Países como China, o India, o Brasil, pero sobre todo China, han tenido la sensibilidad para invertir mucho en su comunidad científica, quizá porque en gran medida los políticos chinos son ingenieros. Aquí echándole un vistazo a los últimos presidentes, yo creo que algunos de ellos no tienen idea ni remotamente de lo que es la ciencia y la investigación.

Marisa Belausteguigoitia: La agenda cultural en México haría muy bien en voltear a las demandas de los movimientos sociales. Esto tiene mucho que ver con justicia también, pero alrededor de las fallas de la justicia hay un montón de artistas proponiendo lecturas, hay una gran vitalidad y producción artística que surgen de estas fallas. Habría que recuperar todo este conjunto de agentes y sectores culturales moviéndose alrededor de los vacíos jurídicos. Yo creo que eso nos daría mucho pie para detectar semilleros de arte muy vinculados con la agitación en el sentido más positivo de la palabra. Yo ligaría muchísimo la cultura con estas demandas. Por ejemplo, el #132, ahí va, y los estudiantes están hablando de regular los medios, de crear una democracia intercultural.

La agenda cultural debiera de estar de la mano desde abajo, y arriba también. Creo que una política cultural tendría que construir un "nosotros". Yo creo que lo más importante es apreciar los movimientos sociales como el #132, el movimiento de Javier Sicilia, el movimiento zapatista, el de las costureras en el 85: creo qué México ha sido muy prolijo en respuestas que no hemos sabido acuñar culturalmente. La agenda cultural de México debiera rescatar las solicitudes y demandas y los efectos de estos movimientos que nos dan todas las alianzas que tenemos que hacer entre clases, géneros, sexualidades y etnias. La cultura es este conjunto de respuestas y de gestiones que vienen de arriba y de abajo. Primero de abajo, porque algo se cimbra dentro de lo que tenemos concebido como nación y como identidad.

Ilán Lieberman: Yo no separaría la cultura de la educación. Creo que si no existe una revolución educativa, difícilmente podríamos salir de una situación de la que todos nos quejamos: la corrupción, el nepotismo. Si se logra realmente dar un vuelco a la educación de este País, eso sería lo que para mi gusto podría cambiar el panorama nacional. Y, por supuesto, en términos culturales eso llevaría beneficios en todos los ámbitos. Pero convertirla en una educación de a de veras, en serio, una educación de calidad a nivel primaria, secundaria, preparatoria, universidad, que incluya por supuesto una educación cultural. Y hablo de la educación pública, pero también de las escuelas privadas, que son muy deficientes, muy irreales y con metas absurdas: estas escuelas pretenciosas que les dan natación y supuestamente computación, ballet, cuando en realidad no les dan nada, no los educan bien.

José Antonio Aguilar: Se necesitaría una política pública de la cultura que fuera más coherente, más integradora de las distintas áreas que existen. Yo creo que hay una necesidad muy grande de vincular por un lado los esfuerzos culturales de los estados, de las universidades públicas, de las organizaciones, para poder crear un paraguas que le dé coherencia a todo eso. Ha faltado coherencia e integración en la política pública de la cultura. Creo que hay una ventana de oportunidad enorme en lo que hace al mundo del libro impreso y electrónico, porque si vemos, éste es el país que tiene el mayor número de hispanoparlantes. Sin embargo, no es el que tiene, desde el punto de vista editorial y cultural, el liderazgo en el mundo hispánico. Ése lo tiene España, que tiene menos hablantes del español que nosotros, y tiene además una serie de problemas de segmentación regional y lingüística. Si el Estado mexicano, con los recursos que tiene, por ejemplo, con el FCE, se propusiese ser un actor de vanguardia, no sólo para México sino para el mundo hispánico, yo creo que lo podría conseguir. El mercado del libro en español, en su conjunto, no es un mercado débil. Es un mercado muy fragmentado, pero el libro electrónico rompe el problema de la distribución.

Elsa Ramírez: Las políticas están totalmente desarticuladas, cada quien hace su programa. La cultura en general se ha visto como si fuera de lujo, se cree que no es para todos sino sólo para un sector; sigue siendo muy clasista. No hay una distribución equitativa de la cultura, y eso lo tiene que atender el Gobierno, que debe garantizar que la gente tenga acceso a la cultura, que haya una distribución más equitativa definitivamente. La vinculación con la cultura siempre está ligada con la cuestión de la formación escolar: la base cultural en la educación está totalmente fuera. ¿Cultura es mandar a los niños a copiar fichas a los museos? Pues, no. Mandan al niño a ver el cuadro, pero no le dan las herramientas para trabajarlo. Creo que la cultura no está bien incorporada a la formación de nuestros niños, nuestros jóvenes y nuestros adultos.

Lucía Melgar: En mi opinión, si bien la cultura puede verse como un sector aparte en términos económicos, no puede separarse de la educación. No me parece necesaria una secretaría de la cultura, sino una integración o reformulación de la cultura en los programas educativos (a través de la SEP, de las escuelas y de las universidades) y a través de las instancias que ya existen y que deben reorganizarse (Conaculta, INAH, instituciones estatales y locales), para evitar la primacía de la burocracia, el dispendio en obras de relumbrón completamente inútiles, y que permitan en cambio planear y promover la cultura en distintos sentidos. En cuanto a la educación, hay que valorar la cultura como parte de la experiencia educativa, reconocer la necesidad de promover la creatividad. No se trata de crear genios sino de dar a todos los niños y jóvenes la posibilidad de acercarse a un medio de expresión propia, o colectiva, creativa.

Del mismo modo, es necesario favorecer la igualdad con acceso a medios semejantes de aprendizaje, desde los medios tradicionales, como los libros y el lápiz o la pluma, hasta los medios virtuales y los medios masivos de comunicación. No es viable un país con un abismo de desigualdad en cuanto a oportunidades educativas y culturales, además de sociales y económicas, como el que hoy tenemos. Tampoco es viable un país donde la educación misma es deficiente y no permite pensar críticamente. Una educación integral, enriquecida por una valoración real, activa de la cultura, es una educación que nos va a permitir formar personas más críticas, creativas, una ciudadanía más activa.

Debería ser además una educación laica, que promueva la no discriminación en todos los sentidos porque, como se ha documentado, la nuestra es una sociedad que discrimina, por razones de sexo, clase, etnia, religión, preferencia sexual, etcétera. Y todo esto contribuye a la tolerancia de la violencia. Además de escuelas dignas, de bibliotecas de escuela y de barrio, y una educación de calidad, es necesaria una educación para las personas del siglo 21, con actividades culturales, con fomento de la ciencia, de la investigación, de la socialización para la paz en todos los niveles.

En el mundo hay una tendencia a minimizar las humanidades como lo "no útil", y aquí en México en los últimos años este desprecio por los saberes artísticos y humanísticos se añade a un desprecio en la práctica por las ciencias. Llega una a preguntarse qué es lo que se quiere formar: ¿robots para las empresas?, ¿individuos obedientes?

¿Ve una propuesta cultural en las plataformas de los candidatos a la Presidencia?

Bartra: Hasta donde yo he visto son generalidades y nada muy interesante, pero confieso que no estoy demasiado al tanto. Lo poco que he visto me ha parecido aburridísimo, sin sustento, ni bien articulado. No parece que les interese la cultura mucho. El candidato del PRI más bien ha hecho gala de cierto analfabetismo. Desde luego, como es el puntero en las encuestas, preocupa mucho qué es lo que se le pueda ocurrir en materia de cultura, desde luego. De los otros candidatos, tampoco están mucho mejor. La verdad, yo creo que la cultura no les interesa.

Meyer: Creo que la visión de la izquierda le da mayor relevancia al sector público, y la derecha se lo da al privado. Pero quizá hay que exigir a los políticos que definan qué es cultura. Si es todo el conocimiento que hemos recibido en el pasado para enfrentar el presente e imaginar el futuro, pues cultura es todo. Pero si se quiere hacer un proyecto político en el tema de cultura hay que definir cultura, si no se hace, es no decir nada. El problema está en la definición de cultura.

Sería un proyecto bonito que hubiera cosas muy concretas en las plataformas políticas: que dijeran, por ejemplo, vamos a crear un programa de becas posdoctorales para 50 mil doctores.

Belausteguigoitia: Con Josefina hay una parte tradicional: la cultura es la familia, los roles hegemónicos, las familias heterosexuales, otra vez esta división entre alta y baja cultura. Otra cosa buena de Josefina es que promete la descentralización. Otra cosa cultural importante tiene que ver con el aborto: esas opiniones cuando se habla de matrimonios homosexuales o control del cuerpo hay una dimensión cultural que tiene que ver con el imaginario. Otra cosa buena del PAN es la despenalización del aborto en las mujeres que están en la cárcel. Y luego está la propuesta del PRI con una política cultural muy demagógica, muy de lo mismo: o sea más becas, que está muy bien que quieran darlas y disminuir la brecha, pero se ven demagógicas porque no hay un gesto de explicar, de donde estamos a lo que ellos prometen, cuál sería la transición: por ejemplo, hacer primero bibliotecas, y luego ahí poner computadoras. Todo es una payasada, una especie de simulacro, por ejemplo, la agenda digital es desproporcionada: no es que sea incorrecta: buenísimo que todas las escuelas tengan computadora, pero habría que empezar por bibliotecas y luego Internet.

Me acerco mucho más a la propuesta del PRD. Es el único partido que propone reorganizar y revisar la noción de público, y qué significa hacer de la cultura un bien público. Los demás dan un poco más de lo mismo.

Lieberman: Yo no he escuchado en ninguno de ellos un interés por la cultura. Hay muchas cosas que no me gustan. Pienso que el País está en una situación tan grave, tan delicada y tan urgente de cambio, que para mí el aspecto cultural, digamos de la política cultural, se me hace el menor de los problemas. Todos podemos entender que hay prioridades de seguridad, de violencia, económicas, ecológicas, educativas. Y, luego, ya las culturales parecen pasar a un segundo plano en un estado de emergencia como éste. Francamente, yo no separo lo cultural de lo demás.

Aguilar: Nada prominente, ni que hayan considerado lo suficientemente importante como para que se vuelva un tema discutible. No se ve nada de nada. Lo más fue la cosa folclórica de López Obrador de poner a Elena Poniatowska en el área de cultura. Pero no se ve que sea un tema importante en ninguno de los cuatro.

Ramírez: No hay programa cultural en ninguno de los candidatos. Y esto nos está dando simplemente el reflejo de la formación de estos candidatos. Ellos también pasaron por unas instituciones que no les dieron base cultural. Son producto de eso. Por eso no pueden hablar de cultura: no tienen ni la experiencia ni el conocimiento. La cultura, no sé si la entienden mal con cosas de tecnologías, pero, para ellos, la solución a todo parece que es la computadora y el iPad. Sienten que ahí la persona va a poder asomarse a la cultura, cuando es una herramienta que, si te falta todo lo demás, no te va a servir de nada, aunque con esa computadora puedas visitar todos los museos del mundo.

En lugar de estar comprando tanta computadora, por qué no hacer un buen programa cultural donde no importe tanto el soporte sino el sujeto que pueda estar preparado para contemplar, para disfrutar, que él mismo desarrolle cuestiones artísticas. Yo creo que gran parte de la violencia es porque nos falta esta parte cultural, porque no tenemos cómo expresar: nos han quitado, de alguna manera, como decía Giorgio Agamben, la posibilidad de la experiencia.

Melgar: Los candidatos incluyen propuestas culturales, pero no una visión integral de la cultura como proyecto para el siglo 21, o como proyecto de Estado. Como ya han señalado especialistas, no hay diagnósticos serios, se ha propuesto crear universidades, prepas, museos, orquestas, etcétera, como buenos deseos. Lo mismo con la idea de la secretaría de cultura, ¿para qué la queremos?, ¿para crear otro monstruo burocrático como la SEP? Yo no veo proyecto cultural integral, ni proyecto nacional. Y lo que se necesita es un proyecto basado en un conocimiento de la realidad, por difícil y pobre que ésta sea en algunas regiones o en algunos rubros. No podemos hablar de cultura en abstracto. ¿Qué manifestaciones culturales vamos a promover?, ¿cómo vamos a integrar la cultura para combatir la violencia y sus efectos? El arte por ejemplo es una herramienta muy útil contra la violencia, pero si no reducimos los niveles de violencia en los espacios públicos o en las casas, ¿cómo vamos a propiciar expresiones artísticas? A los políticos no les ha importado demasiado la cultura, y ahora parecerían hablar de otro país que no es éste en que muchas regiones viven acosadas por la violencia.

Sergio R. Blanco, periodista cultural

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