sábado, 13 de julio de 2013

“BÉSAME MUCHO”: ESA VIEJA Y SANA COSTUMBRE

 
 
A principios de este año, Roma, la gran capital cultural del mundo, recibía el 2013 con una muestra fotográfica titulada Paris en liberté en el Palazzo delle Esposizioni.
 
Muchos medios se dieron entonces a la tarea de destacar la vigencia de una de las imágenes más conocidas en el mundo: “El beso”, obra de Robert Doisneau, que brillaba en el medio de su gran retrospectiva.
 
Y aunque la foto de posguerra no haya perdido ningún valor al saberse que en realidad fue un encargo de la revista Life al profesional –Doisneau decidió contratar a actores para que fueran besándose por París por falta de tiempo–, su artificio sublime testimonia la fuerza que tienen los labios pegados entre dos personas.
 
Se trata de un vértigo simbólico que a nadie deja indiferente y que perturba muchas veces. Escandaliza a las señoras recatadas cuando se topan en el transporte público con una pareja besucona que expresa la pasión mutua sin complejos.
 
Ya lo dijo Joan Manuel Serrat en su canción “Señora”:

“Ya sé que no soy un buen yerno / Soy casi un beso del infierno, pero un beso, al fin…”

El beso hizo leyenda en la Guerra Fría: cuando Fidel Castro hizo su primer viaje a la Unión Soviética, le habían contado que los políticos rusos tenían la costumbre de estampar sonoros ósculos en los labios de su visitante ocasional, como singular muestra de bienvenida.
 
Para conjurar tamaño estropicio, el mandatario cubano anduvo todo el tiempo por tierras rusas con el puro en la boca. Al menos eso cuenta la leyenda.
 
Por eso no deja de llamar la atención que el Alcalde Moscú, Serguei Sobianine, quiera prohibir que los hombres se besen en los lugares públicos de la capital. Sabe que es una práctica rusa con historia, pero teme que pueda resultar “una incitación a la homosexualidad”.
 
Claro que son nuevos tiempos en la ex Unión Soviética, que vive la era del macho Vladimir Putin, aficionado no a dar piquitos sino a mostrarse con el torso desnudo, fusil en ristre y alguna bestia muerta a sus pies.
 
No de labios pegados, pero sí con ruido, se dan besos habitualmente los hombres en Francia o en Argentina. Es una tendencia en alza que no se ve en México, donde los varones acaso si llegan a los cálidos abrazos pero nunca al chuick chuick entre ellos.
 
En Argentina, precisamente, desde 1989, los comerciantes de dulces realizan una campaña anual titulada “Una golosina por un beso”, algo así como regalas un gansito y ¡muack!, enmarcada en lo que se denomina “Semana de la dulzura”.

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