jueves, 23 de enero de 2014

¿Faltan o sobran becas? Una investigación sobre el FONCA

 
Fritzia Irizar, Sin título, Zea mays (2013). Proyecto desarrollado con la beca Jóvenes Creadores 2012-2013
POR: Sonia Ávila
 
Las becas que otorga el gobierno para impulsar la creación artística han suscitado una serie de interrogantes que parecen no tener respuestas inmediatas. ¿Son efectivas?, ¿a quiénes benefician?, ¿qué otros mecanismos son posibles para apoyar la creación artística?.
 
Este reportaje, publicado en Código 78, recupera las voces de distintos protagonistas con el objetivo de acercar al lector a una asignatura pendiente de las artes visuales mexicanas.
 
Antes de dedicarse a la producción artística, Amor Muñoz fundó el espacio de exhibición Sin número, trabajó en el proyecto ¼, ubicado en la Casa estudio Arcangel Constantini, y se desempeñó como abogada en el Partido Revolucionario Democrático (PRD).
 
Por su parte, Nuria Montiel trabajó todos los sábados durante dos años como recepcionista de la galería kurimanzutto, ilustró la portada de Muriana de Alejandro Pérez, dibujó para la colección de libros de educación infantil de Editorial Santillana y participó en la construcción del Centro de Documentación del Museo Universitario de Ciencias y Artes Muca Roma.
 
Mientras tanto, Said Dokins publicó en la Revista de la Universidad de México, en Metalpilli (de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam) y en distintos periódicos. Fue curador de Intersticios Urbanos en el Centro Cultural de España y de Visible Invisibilización. Aproximaciones en torno a la violencia en el Museo de Arte Moderno de Querétaro.
 
Se trata de tres jóvenes artistas mexicanos que de alguna manera reflejan la situación de los recién egresados universitarios que no consiguen insertarse en el mercado del arte y, en consecuencia, realizan actividades paralelas, muchas veces alejadas de la producción estética, para conseguir recursos económicos.
 
En 2012 Ernesto Piedras, economista y director de Nomismae Consulting, y Néstor García Canclini, antropólogo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), elaboraron un estudio que señala que apenas el 19% de los 175 jóvenes artistas encuestados vive de su producción artística. El resto debe dedicarse a la docencia, la gestión y la difusión cultural, el diseño o a brindar apoyo a artistas con cierto reconocimiento. En el mismo estudio, que se encuentra en el libro Jóvenes creativos. Estrategias y redes culturales, del total de encuestados, 66% dijo conocer y buscar becas de instituciones gubernamentales para solventar su producción.
 
Si en algo coinciden Muñoz (México DF, 1979), Montiel (México DF, 1982) y Dokins (México DF, 1983) es en buscar estímulos económicos. Por lo demás, sus obras más conocidas fueron creadas con apoyos institucionales, principalmente del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA). Muñoz realizó las series Diagramas del tedio y Campo lumínico en las dos ocasiones que fue becaria. Montiel produjo Divagancia e Imprenta móvil durante sus dos estancias en el programa. Y Dokins desarrolló el proyecto La calle es de nosotras. La participación de la mujer en el arte urbano con una beca del Instituto Mexicano de la Juventud.
 
«Los creadores, en alguna proporción, dependen de apoyos y becas que ofrecen el Estado y algunas instituciones privadas. Por medio de dichos apoyos, los artistas pueden financiar su producción, sus estudios e incluso su manutención», comenta García Canclini en la investigación.
 
En este contexto, vale la pena hacerse algunas preguntas: ¿son indispensables las becas para los jóvenes artistas?, ¿el gobierno mexicano está obligado a proporcionarlas?, ¿cómo vivir del arte?.
 
El panorama laboral
 
La Comisión Económica para América Latina (CEPAL), organismo de la ONU, señaló en un estudio de 2007 sobre la inserción laboral de los jóvenes a nivel internacional, que los egresados de las universidades tienen mejor nivel educativo que los de generaciones anteriores. No obstante, enfrentan mayores problemas para encontrar empleo o desarrollarse en sus áreas profesionales.
 
Si bien el estudio refiere todas las áreas de trabajo, coincide en exponer el panorama de Piedras y García Canclini, que encontraron que en la ciudad de México 55% de los artistas encuestados reciben apoyos de un tutor o familiar, 67% no tiene contrato laboral y 85% no tiene prestaciones sociales.
 
 
«Coincido con García Canclini», comenta el artista Damián Flores, «es imposible que un joven acceda al mercado del arte desde temprana edad. En mi generación los estímulos universitarios, las becas de excelencia de la UNAM o el apoyo Jóvenes Creadores, que acababa de iniciar, jugaban un papel importante para la labor creativa. Yo tuve que trabajar como impresor de grabados de otros artistas».
 
«Hay que ver la cantidad de estudiantes que hay en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) o de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, porque es preocupante ver que un pequeño porcentaje de los egresados se dedique al arte y viva de él. Las escuelas de arte no enseñan a los jóvenes cómo insertarse en el medio, algo crucial para su futuro», añade Amor Muñoz.
 
Para Piedras las cifras reflejan lo que sucede a nivel nacional en cualquier disciplina artística, ya que los artistas dependen de otras actividades: «Entran en ciclos de ingresos. Inician un proyecto que les genera ganancias. Luego viene una sequía laboral, entonces tienen que efectuar otras labores». Este fenómeno está relacionado con el marco legal del Estado para generar condiciones que propicien la producción y la promoción del arte; aunque no existe una ley de cultura, hay legislaciones que contemplan apoyos a las artes como obligación suya.
 
La Ley General de Educación señala que el Estado tiene la obligación de impulsar la creación artística y propiciar la adquisición, el enriquecimiento y la difusión de bienes y valores de la cultura universal. Por su parte, la Ley de Fomento a la Cultura del Distrito Federal indica que las autoridades culturales deben crear, estimular y conservar los establecimientos culturales, proveer de capacitación y profesionalización continua a los promotores culturales y otorgar estímulos y premios a los creadores.
 
Said Dokins, que nunca ha sido becario del FONCA pero sí del Instituto Mexicano de la Juventud y del Instituto Nacional para el Desarrollo Social, dice que el gobierno está obligado a atender las necesidades de los jóvenes: «No sólo con apoyos. Se necesita de una política vinculada con la creación de nuevos públicos para el arte, el reconocimiento de los artistas y los curadores emergentes. En México, si no tienes una trayectoria importante internacional estás automáticamente relegado».
 
Montiel coincide: «El ámbito cultural, como otras áreas de la educación, es responsabilidad del gobierno. Sin embargo, hay que reconocer que pocos países ofrecen becas como las del FONCA. En países de Sudamérica no existen los apoyos que en México sí».
 
Para Piedras no se deben garantizar becas temporales a la usanza del sistema paternalista: «Se necesita potenciar la creatividad, no solamente a través de subsidios sino también de procedimientos que fortalezcan el mercado y la oferta. Se requieren apoyos financieros que permitan que los proyectos artísticos sean rentables a largo plazo». Mientras tanto, Muñoz agrega: «Se debe repensar y modernizar la estructura del sistema. Por ejemplo, el FONCA. ¿Qué sucede con los becarios posteriormente?, ¿cuántas veces un artista prepara una muestra sin recibir pago de honorarios del museo? Al menos yo preferiría que en lugar de otorgar becas ocasionales, el gobierno considerara los honorarios del artista que expone en los museos que administra. Es mil veces mejor recibir honorarios por mi trabajo que una beca temporal».
 
Damián Flores suma argumentos: «No existen estrategias claras. Felipe Ehrenberg escribió El arte de vivir del arte, bitácora de trabajo para muchos de nosotros, donde analiza las posibilidades de la profesionalización artística. En mi experiencia el mercado del arte es intangible e incontrolable; como artistas debemos desarrollar un trabajo honesto».
 
Sistema de becas
 
El país tiene distintos programas de becas, entre ellos el Programa de Becas para Artistas UNESCO-Aschberg, con 62 becas de 50 instituciones asociadas de 30 países en las disciplinas: artes visuales, música y creación literaria. Igualmente, en 2012 el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCACYT) y la Fundación INBA firmaron un convenio para otorgar 8 becas a egresados de las escuelas de formación artística para realizar estudios de posgrado en el extranjero.
 
El INBA ofrece becas de aprovechamiento escolar y excelencia académica, además de apoyos a alumnos foráneos mexicanos y estímulos para impulsar la titulación de los estudiantes de las escuelas de arte del instituto. A pesar de ello, el FONCA es el de mayor demanda. En sus casi 25 años de existencia ha entregado cerca de 2 mil apoyos a jóvenes artistas, entre los que destacan Gabriel Orozco (1990), Daniel Lezama (1995), Damián Flores (1990 y 2000) y Sofía Táboas (1992 y 1998).
 
Muñoz, Montiel y Flores manifiestan que la beca representó un parteaguas en su producción. No sólo por el sustento económico sino también por las relaciones laborales que les permitió al interior de la comunidad. Recibir 8 mil 532 pesos mensuales durante un año sin necesidad de justificarlos les dio la posibilidad de concentrarse en sus obras. Además, pudieron colaborar con los tutores, en su mayoría artistas en activo, y de esa forma consolidar la red de becarios.
 
René Roquet, responsable del programa Jóvenes Creadores, expone: «Muchos de estos jóvenes se enfrentan por primera vez al desarrollo de un proyecto de largo aliento. Algunos salieron de la universidad y no deben cumplir requisitos académicos. Así, pueden elaborar un proyecto creativo durante un año. Cuando la beca concluye, poseen algo para mostrarlo. De esta manera es mucho más fácil insertarse en el mercado laboral, presentando una obra sólida».
 
«Cuando tuve mi primera beca, en 2006», cuenta Nuria Montiel, «estudiaba en la ENAP. Fue magnífico tener la posibilidad de concentrarme en un proyecto. Hice el libro Divagancia. Sin la beca no hubiera podido lograrlo».
 
Cuando fue seleccionada como becaria, Amor Muñoz renunció a su trabajo como abogada en el PRD: «Damián Flores fue nuestro tutor y nos invitó a una residencia de un mes en Oaxaca; de ese encuentro salieron muchos proyectos».
 
Verónica Gerber Bicecci, artista visual que colabora en Jóvenes creativos. Estrategias y redes culturales, piensa que a pesar de que el objetivo principal del FONCA es facilitar la producción de una obra, la mayoría de los artistas termina utilizando el dinero para su sustento diario. A decir de los artistas, la beca también otorga reconocimiento. Dokins asegura que en ciertas instituciones eligen a los becarios si éstos han sido seleccionados en otras ocasiones por el FONCA o el INBA. Mientras que para Roquet, «permite generar redes y plataformas que los impulsan para que encuentren trabajo».
 
No obstante, artistas y especialistas coinciden en que los jóvenes han generado estrategias de autogestión sin becas. No dependen del gobierno. Lo hacen a través de colectivos. En el estudio de García Canclini y Piedras se indica que el 55% de la población encuestada realiza proyectos independientes y más de la mitad lo hace colaborando con otros artistas. Las herramientas tecnológicas facilitan el intercambio de información y la producción. «Los artistas se involucran en pequeños negocios como galerías o centros culturales, pero por lo regular son espacios experimentales que no generan ingresos significativos», agrega Gerber Bicecci.
 
Pero si los artistas buscan inversiones de otros ámbitos, ¿se trata de una falla del sistema de becas? En 1989, año de su fundación, el FONCA otorgó 25 becas, número que se duplicó rápidamente. Para 1993 se ofrecieron 75 y un año después 100, cifra que se mantuvo hasta el sexenio pasado, cuando creció a 200. No obstante, la demanda siempre es mayor. En la generación 2013-14, por ejemplo, se recibieron 120 proyectos de novela gráfica, de los cuales solamente se becaron 7, indica Roquet.
 
«El 28% de los artistas que encuestamos conocen los procedimientos para pedir una beca, pero únicamente 19% la ha conseguido, por lo que deben buscar otras fuentes de ingresos. Los recursos son limitados; hay un exceso de demanda», señala Piedras.
El FONCA ha entregado alrededor de 6 mil 400 millones de pesos a los más de 13 mil proyectos seleccionados que, sin embargo, han estado a cargo de apenas 5 o 6 mil artistas, ya que los postulantes pueden recibir apoyos hasta en tres ocasiones.
 
Una pregunta gira en torno a este contexto: ¿cuáles son los métodos de selección de los becarios? Roquet asegura que el FONCA no elige los proyectos, sino una comisión ajena integrada por artistas en activo de diferentes disciplinas. Y explica el método de selección: «Se divide en tres fases: 1) Una selección que se llama revisión administrativa. La efectúa el FONCA y se trata solamente de examinar que el postulante haya cumplido con los documentos solicitados. 2) La etapa técnica está a cargo de los jurados, que revisan que el proyecto sea coherente, que el currículum tenga relación con los parámetros de la beca y que el material sea suficientemente representativo para tomar una decisión y 3) La fase resolutiva, llevada a cabo por la comisión del jurado, donde se dictamina la calidad del proyecto. En esta etapa se evalúa si éste es propositivo, pero también la trayectoria del becario».
 
De acuerdo con Muñoz y Montiel la beca no le da seguimiento a la trayectoria de los artistas. Sin intentar que el gobierno se comporte como un mecenas perpetuo, debería involucrarse más en la inserción laboral, porque los becarios deben buscar trabajo al término de la beca y muchas veces no logran exponerlo en ningún espacio.
 
«En 2006, cuando se acabó mi beca», señala Montiel, «tuve que buscar un trabajo no relacionado con el arte. No pretendo que los artistas integren un grupo consentido dentro de la sociedad, es importante que tengamos en mente el significado del trabajo, pero también es muy agresivo tener que dedicarse a cosas ajenas al arte luego de trabajar en una pieza durante un año».
 
Para José Miguel González Casanova, artista y profesor de artes en la ENAP, la principal carencia del programa Jóvenes Creadores es la falta de continuidad en el estímulo a los artistas para la difusión y distribución de su obra. «La institución no ha sabido potenciar la energía de lo que se produce a través de las becas. Los proyectos no se exponen, los libros no se publican; el gobierno tendría que asumir la responsabilidad de distribuir las obras». Pero va más allá: un joven artista sí puede “vivir del arte” sin el apoyo de una beca e incluso insertarse en el mercado, el problema radica en que no existen sistemas alternos para el estímulo estético. En Brasil, refiere, hay pocas opciones de becas, pero muchas facilidades para que el estímulo fiscal promueva el consumo de arte. «Hay una política de estímulo fiscal donde cualquier persona puede deducir impuestos. No tiene que ser una gran empresa sino cualquier negocio. Eso motiva la creación de un mercado que involucra a artistas emergentes. En México no ha habido políticas similares y los estímulos económicos se dan solamente a través de becas». Además, menciona, la mensualidad apenas alcanza para pagar gastos de producción; aun con beca muchos artistas deben buscar otro trabajo para su manutención.
 
Sobre la posibilidad de prescindir de apoyos económicos del gobierno, el artista visual Pedro Reyes explica que prefiere vender su obra a solicitar becas temporales. Aunque confiesa haber sido becario del FONCA en varias ocasiones, comenta que los artistas deben insertarse al mercado para no depender de los apoyos; siempre es mejor que su producción venda por sí sola. «Las becas son buenas para desarrollar proyectos específicos, no para mantenerse de ellas».
 
Propuestas a largo plazo
 
Aunque hay opiniones contrarias, como las de Dokins, que asegura que los jóvenes crean circuitos alternos a las instituciones porque no creen en ellas, las cifras señalan que para un artista emergente las becas son un trampolín para posicionarse en el mercado del arte. Pero también es cierto que la producción artística no puede depender de estos apoyos, como afirma Ernesto Piedras. El economista propone la creación de proyectos que hagan a los jóvenes autogestivos: «La creatividad evoluciona. No podemos ser ciegos a los fenómenos que la autoridad debe enfrentar, pero sin tutelajes o proteccionismos. Se debe tener la capacidad de identificar a los segmentos creativos, medir sus necesidades y brindar apoyos que permitan la rentabilidad de sus proyectos».
 

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