miércoles, 18 de junio de 2014

U. de Chile crea centro cultural para Orquesta Sinfónica, Ballet y Coro

 
 
Durante décadas y décadas, la Orquesta Sinfónica de Chile tuvo que itinerar en salas de cine para poder tocar sus programas musicales. Salas abandonadas, teatros que ya dieron su última función, remanentes de un Santiago que ya no es. En tales escenarios, la agrupación sinfónica mas antigua e importante del país debió acomodarse por años ante la falta de un recinto propio donde tocar. Lo hizo en el viejo cine Astor y también en el Teatro Real. En el Gran Palace y, durante los últimos 25 años, en el ex Teatro Baquedano, ubicado en Plaza Italia, un lugar que por lo menos se ubica en estratégica posición. 
 
Tal curiosa y forzosa alianza entre los músicos y las salas de cine ya comienza a tener fecha de vencimiento: el pasado miércoles 11 de junio, el Consejo Universitario aprobó por unanimidad la construcción del proyecto Vicuña Mackenna 20, el centro cultural y académico que albergará a la Orquesta Sinfónica de Chile. De acuerdo al plan de la Universidad de Chile, el proyecto comenzaría a principios del 2015 y terminaría a fines del 2018. Serán cuatro años, un plazo definitivamente pequeño para el Centro de Extensión Artística y Cultural (Ceac), organismo que fue creado hace 74 años y jamás tuvo una sede propia.
 
Según Ernesto Ottone, actual director del Ceac, la falta de un centro cultural es una anomalía consuetudinaria. “Dentro de los estatutos que crean el Ceac en 1940 se especifica que haya también un edificio que lo albergue. Eso nunca pasó. Hemos tenido durante más de 70 años el contenido, pero nunca el continente”, explica el hombre que asumió como director hace tres años. “De lo que se trata es de saldar una doble deuda. Primero, la que tenemos con nuestros músicos, nuestros cantantes del coro y nuestros bailarines del Ballet Nacional Chileno, y que significa darles una residencia estable. Pero también tenemos la deuda con nuestro público, y por eso acá también habrá creación y buscaremos generar audiencias”, agrega Ottone. 
 
El nuevo organismo, que se ubicará en los terrenos de la antigua Facultad de Química y Farmacia, recibirá a todos los cuerpos estables del Ceac, y también al Instituto de Asuntos Públicos (Inap) y el Instituto de Estudios Internacionales (IEI), ambos dependientes de la universidad. “La Orquesta, el Coro, el Ballet, el cuarteto Andrés Bello y la Camerata Vocal, que son los cuerpos estables, necesitan dignidad para trabajar. Lo del Teatro Baquedano es simplemente un cine adaptado”, dice Ottone.
 
El centro cultural tendrá dos salas principales: la de la Orquesta Sinfónica, con capacidad para 850 butacas, y la del Ballet Nacional, con albergue para 300 butacas. Además, habrá una sala de ensayo para la orquesta, otra para el ballet, una para los instrumentos de cuerdas, para la sastrería, la bodega y tres recintos adicionales, de siete metros cuadrados, para instrumentistas. “No haremos ópera regularmente, pues no tenemos foso. No es el objetivo. Tampoco el teatro. Nuestra sala es fundamentalmente de conciertos, que es una alternativa a lo que ofrece la Filarmónica, que en su 80 por ciento se dedica a la ópera. Por otro lado, optamos por una sala más pequeña para el Ballet, pues la coreografía necesita ser vista de cerca, es un espectáculo mucho más íntimo”, explica el director del Ceac.
 
COSTOS Y BENEFICIOS
 
El centro, de 31 mil metros cuadrados y con 256 estacionamientos, repartidos en cinco niveles, tendrá un costo de un millón de UF, que equivale a 40 millones de dólares. Se trata de una de las inversiones más grandes de la Universidad de Chile en los últimos años, y el plan es que el propio Ceac reembolse el 60 por ciento a un plazo máximo de 20 años. “A la larga, siempre será más económico que, por ejemplo, arrendar la carísima sala del Baquedano”, dice Ottone.
 
Aunque la iniciativa de Vicuña Mackenna 20 es un proyecto de larga data, sólo se aceleró bajo la gestión del ex rector Víctor Pérez, un reconocido amante de la música clásica. “Durante mucho tiempo, los músicos sentíamos que éramos una especie de molestia para la universidad, un estorbo. Todos sus estamentos tenían una casa estable, menos el Ceac”,  dice Alberto Dourthé, concertino de la Sinfónica. “Hemos pasado toda la vida ensayando en salas mal calefaccionadas, sin acústica y tocando en condiciones lamentables.
 
Los directores invitados no lo pueden creer. Yo me preguntaba a a estas alturas si tenía sentido una orquesta sin una sala. Por eso este anuncio es maravilloso”, agrega el violinista, con 22 años en la orquesta. 
 
El Centro Cultural Vicuña Mackenna 20 será construido por la oficina Iglesis Prat Arquitectos, la misma detrás de la Torre Telefónica, entre otras obras. Además se emplazará en un polo cultural de inaudito interés: en los próximos meses se inaugurará en la vereda opuesta el Museo Violeta Parra y a su lado estará, además, el Centro Cultural Mercedes Sosa, dedicado a difundir la cultura argentina.
 

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