jueves, 22 de enero de 2015

En búsqueda del compositor José F. Vásquez Cano

 
 
 Por: Juan Carlos Talavera
 
Hace tres décadas comenzó la búsqueda del archivo perdido del compositor tapatío José F. Vásquez Cano (1896-1961), uno de los más importantes y olvidados creadores de música clásica del siglo XX. La investigación llevó a su hijo a encontrar partituras en el popolar mercado de La Lagunilla y en archivos particulares de la Ciudad de México dentro de cajas de cartón, en la Escuela Nacional de Música de la UNAM y hasta en un bazar de Argentina.
De momento sólo ha recuperado 40 por ciento de este archivo musical, integrado esencialmente por partituras y programas de mano que ya envió al Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical Carlos Chávez (Cenidim) para su protección, y espera la próxima grabación del pianista Rodolfo Ritter donde recupera una obra de su padre, comenta a Excélsior José J. Vásquez.
 
 
Pero también espera la posibilidad de organizar un proyecto que permita, en 2016, mostrar la música de este compositor olvidado, cuando se cumpla el 120 aniversario de su nacimiento.
Primero quiero decir que esta recuperación no la veo como un capricho familiar, sino como un rescate de patrimonio artístico para las futuras generaciones, pues ya se sabe que la vida humana es breve, pero el arte no… éste trasciende”, comenta José J. Vásquez vía telefónica desde España, donde ahora vive.
Sin embargo, reconoce que durante 2011 —año en que su padre cumplió medio siglo de fallecido— tocó muchas puertas para que distintas orquestas interpretaran este repertorio, pero no tuvo éxito.
Hace cuatro años mi padre cumplió 50 años de muerto y me pareció buen momento para que saliera del olvido. Entonces escribí al Conaculta y algunas orquestas, como la OFUNAM, pero sólo se consiguió que tocaran su poema Acuarelas de viaje. Así que pasó totalmente desapercibido”, recuerda.
La primera pregunta que surge es: ¿cómo un archivo así pudo extraviarse? La historia es muy simple, relata el hijo y heredero. Cuando José J. Vásquez tenía diez años, su padre falleció. Tres años después su madre también murió.
 
 
“A partir de entonces mi hermana y yo sufrimos un expolio de todos nuestros bienes, incluyendo las partituras de mi padre. Así que pasaron muchos años para que yo me diera a la tarea de buscar la única herencia que podía conservar.”
 
 
La búsqueda inició en 1985 a partir de información proporcionada por ex alumnos y músicos que conocieron al compositor. “Al mismo tiempo intenté que se tocara su música, pero desde entonces ha sido terriblemente difícil. No creo que desde 1987 se hayan tocado más de diez veces algunas obras de mi padre, aunque tiene una producción que incluye siete óperas, cinco sinfonías, conciertos para piano y orquesta, para violín y orquesta, poemas sinfónicos y mucha música de cámara”.
 
De momento, asegura, al menos ha conseguido recuperar poco menos de la mitad de la obra, la cual, insiste, ya envió al Cenidim para su protección, custodia y preservación.
 
Incluso, ya existe un precontrato firmado entre el propio Cenidim y José J. Vásquez, heredero de los derechos de la obra, aunque todavía falta la firma del documento formal donde se detalla el destino de las composiciones de F. Vásquez.
 
Partituras traspapeladas
 
Pero al hablar de extravíos no todo es cosa del pasado, pues, no hace mucho tiempo, algunas de estas partituras le fueron confiadas al director mexicano Enrique Bátiz quien las solicito para presentarlas en algún escenario. Pero ahora éstas se han  “traspapelado".
 
"Quizá sea una confusión o un olvido. Hace algunos años mi hermana le entregó unas partituras a Enrique Bátiz. Él las recibió con el deseo de tocar la música de nuestro padre, pero los años han pasado y eso no sucedió. Hace poco intenté recuperarlas e incluso fui a casa de Bátiz, pero no hubo manera de recuperarlas, porque al parecer las tiene traspapeladas”, lamenta.
 
 
Lo mismo ha sucedido con algunas partituras que deberían estar en la Escuela Nacional de Música (ENM) de la UNAM, pues en ocasiones los investigadores sí han conseguido localizar algunas, pero en otras no.
 
 
Sin embargo, el heredero asegura que la idea es integrar todo el material del compositor en el Cenidim. “Sé que el material de la ENM es complicado, pero tengo fe en que se pueda hacer en un futuro, pues yo soy el heredero de la obra y me gustaría buscarle un lugar común a este archivo”, asegura.
 
 
Por último adelanta que  para 2016, año en que se cumplirá el 120 aniversario del natalicio de su padre, insistirá en reponer su repertorio: “Volveré a plantearlo y a escribirle a las autoridades en turno del Conaculta, pero también a la UNAM, cuya orquesta fundó y sostuvo durante 25 años contra viento y marea”.
 
 
Pero la idea no será que se toque un concierto conmemorativo y ya, sino que se realice un rescate integral de su figura y su obra. “Créeme, lo volveré a intentar y buscaré todas las opciones”.
 
Las extraviadas
 
 
Según el catálogo de la obra musical de Vásquez Cano, una de las primeras piezas que escribió fue Sueño de amor Op. 3, que data de 1910, una fantasía para piano solo, en un movimiento, cuya partitura original se encuentra extraviada.
 
 
Otra pieza en la misma situación es Monna Vanna, de 1917, una ópera lírico-dramática y, según declaraciones del propio compositor, su puesta en escena se frustró, porque su protagonista, la soprano Monna Vann, debía actuar... desnuda.
 
 
También están extraviadas las partituras de sus Estudios para piano solo No. 1, 2 y 3, creados entre 1925 y 1926; el mismo caso es el del Concierto Nº 2 para violín y orquesta, de 1946, el cual fue estrenado el 13 de abril de 1947, con Henryk Szryng como solista, y el autor dirigiendo a la Sinfónica de la UNAM.
 
 
Su cantata Sinfonía mímica, de 1959, tampoco ha sido localizada. Fue encargada por el novelista Mauricio Magdaleno para la inauguración del teatro al aire libre del parque Venustiano Carranza, en la colonia Balbuena.
 
 
Al igual que las Suites para piano No. 1 a la 3, de la década de los años veinte; la Romanza No. 1 para violonchelo y piano; sus Estudios para piano No. 1 a 3 y los Preludios para piano N0. 2, 4,5, 7, 8, 9 y 10.

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