viernes, 26 de junio de 2015

El siglo de Rafael Bernal, el padre de la novela negra mexicana

 
 
 
Por: Myrna I. Martínez
 
A 100 años de su nacimiento, el 28 de junio de 1915, Rafael Bernal se ha convertido en una especie de autor de culto por El complot mongol, y casi como mantra académico se cita su nombre seguido por “es el creador de la novela negra mexicana”.

Esta frase no le hace justicia a su vasta obra. El INBA le realizará el 30 de junio un homenaje en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. El problema que tendrán los nuevos inquietos lectores es que no todos sus libros están al alcance. Muchos no se han vuelto a editar; conseguir sus obras de teatro es prácticamente imposible.
 
 
El escritor y doctor en estudios hispánicos por la Brown University, Joserra Ortiz, escribió en su ensayo El complot anticanónico, publicado por Tierra Adentro en el número de este mes dedicado a Bernal, que el canon lo ha dejado fuera del panteón modelo de la literatura nacional.
 
Ortiz dice en entrevista que  hay trabajos que no han sido atendidos por sus lectores ni por la academia, la crítica o la industria, como El infierno verde, que rehace un viejo paradigma de civilización y barbarie. O la novela de ciencia ficción Su nombre era muerte, sobre un misántropo que escapa a la selva, donde logra comunicarse con los moscos por medio de una flauta.

Su bibliografía abarca la novela satírica e histórica, ciencia ficción, cuento, poesía, ensayo y teatro de corte social. Pero su mayor legado, y el único que muchos conocen es su última novela El complot mongol (Joaquín Mortiz, 1969), considerada la primera novela negra mexicana pese a que ya había publicado otras dentro de este género.

“No tiene antecedentes, pero tampoco tiene herencia, eso no tiene nada de malo; Palinuro, por ejemplo, tampoco los tiene. Nada en el género policiaco mexicano se parece al negro de Bernal: no hay esa acidez, esa crítica social inminente, ningún personaje tan categórico como Filiberto García”, explica quien prepara también para Tierra Adentro un libro sobre el escritor.

Rafael Bernal fue un viajero y aventurero. Trató de hacer fortuna cosechando plátanos en Chiapas y Tabasco, fue diplomático en Japón, Perú, Filipinas, Honduras y Suiza, donde falleció en 1972. Su pasión por la novela policiaca y negra estadounidense, inglesa y francesa, lo llevó a difundir a autores clásicos y a escribir sus primeros textos policiacos en los años 40.

“A mediados de esa década, junto con Antonio Helú, formó el Club de la Calle Morgue, que se juntaba a leer novelas policiacas y publicaba en la revista Selecciones Policiacas y de Misterio. Su producción en ese momento tiene más que ver con una novela clásica estilo Agatha Christie, de cuarto cerrado y buscar al asesino”, enfatiza quien es profesor visitante de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

El complot fue en realidad la primera novela negra en publicarse formalmente en una editorial, bajo los parámetros de la novelística americana contemporánea, conocida como hard boliled”.

No tuvo repercusiones los primeros 15 años. A mediados de los 70 todavía se podía encontrar en tiendas ejemplares de la primera impresión de Joaquín Mortiz. Fue hasta que apareció la primera novela policiaca de Paco Ignacio Taibo II, Días de combate (1976), cuando el género comenzó a tener auge y muchos de sus lectores voltearon a buscar sus raíces.

“Es una historia muy rara la que nos liga”, platica Paco Ignacio Taibo II. “Rafael Ramírez Heredia y yo estábamos publicando nuestras primeras policiacas y descubrimos una vieja edición del Complot que estaba abandonada. Comentamos que de todos los pocos antecedentes que había en la novela negra, el más interesante era éste y animamos a que volviera a circular”.

Taibo II recuerda que en cada entrevista mencionaban la ausencia de la novela negra en México y siempre sacaban a relucir el nombre del Complot, y, curiosamente, añadían libros que nada tenían que ver con el género, como Los albañiles, de Leñero o Las muertas, de Ibargüengoitia.

“Es un libro que no hizo corriente, nadie nadie lo peló, y cuando surge por otro lado la novela negra en México, se incorpora. No creó escuela”, opina el autor de Cosa fácil.

Leyó más cosas de Bernal y ninguna le emocionó, pero aquella le parecía una excelente pieza, muy canónica, con una trama exótica, un buen trabajo de ambientación y buenos diálogos. Sin querer se volvió el antecedente de la novela que el mismo Taibo II haría.

El protagonista del libro, Filiberto García, es un viejo judicial, desencantado del México posrevolucionario. Este matón y agente secreto es contratado para evitar que los chinos asesinen al presidente de Estados Unidos durante su visita al DF, así que une fuerzas con agentes de la KGB y la CIA.

“Es una especie de Artemio Cruz renegado, que no tuvo suerte y que le tocó ser un matón toda la vida; piensa que este país funciona a partir de figuras como él”, dice Ortiz.“A pesar de que es un hombre solitario, cínico, guiado por sus impulsos carnales primarios: el odio la venganza, la defensa, el sexo, el hambre y la sed, va descubriéndose en la mirada de sus interlocutores como un hombre con la posibilidad de ser más humano”.

El escritor de novela negra y policiaca Élmer Mendoza confiesa que todo el tiempo tiene en la cabeza a Filiberto García.

“Cuando consigues crear un perfil de un delincuente o de un policía y lo haces moverse en función de lo que dices, es una obra de arte, no es nada fácil; lo que más me asombró fue eso y le debemos el uso de la palabra pinche en una novela”, bromea Mendoza, el autor de La prueba del ácido.

Una de las principales características de El complot, además de su crítica al México violento pos revolucionario, es su narrativa y ambientación. Escenarios del Centro Histórico cobran vida de la mano de Filiberto. Es así que, como parte del festejo de Bernal, Grupo Planeta, en colaboración con la Universidad del Claustro de Sor Juana y el Fideicomiso del Centro Histórico, realizarán recorridos guiados por esta zona capitalina, con la escritora Ivonne Reyes Chiquete, todos los fines de semana hasta julio.

“La idea es transitar por los lugares por los que pasó Filiberto García para inspirarse y leer fragmentos para ampliar el espectro imaginativo de los lectores”, precisa la ganadora del Premio Nacional de Novela Negra Una Vuelta de Tuerca 2009.Se visitarán lugares como El Barrio Chino, La Alameda, La Ópera o el café La Pagoda.

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