jueves, 20 de agosto de 2015

HASTA EL MICTLÁN ROCÍO

 
 
Por: Daniel E Acevedo Ituarte.
 

 Rosa María López Bocanegra, Rocío Sagaón, Rocío Vinaver o –para los amigos- simplemente Rocío o Chío, llegó a la... ciudad de
Xalapa en 1966 en compañía de su esposo, el fotógrafo francés Geroge Vinaver, después de una gran carrera en los escenarios de la danza y se quedó para siempre.
 
 
Tulio de la Rosa, quien había llegado en 1965 para hacerse cargo de la Compañía Titular de Danza de la Universidad Veracruzana que también ostentó el título de Ballet de Cámara de la Universidad Veracruzana, de inmediato la invitó a integrarse como maestra de danza moderna a las actividades que se desarrollaban con un nutrido grupo de estudiantes en el salón de los bajos del Teatro del Estado, donde curiosamente se dio el hecho de crearse ahí una escuela de danza (paralela a la ya existente que era dirigida por la maestra Esther Juárez) y que se llamó Academia de Danza del Teatro del Estado, en la que hicieron sus pininos Miguel Ángel Palmeros, Ricardo Riebling y Alejandro Schwartz entre otros.
 

 Junto con Rocío, otras personalidades participaron como invitadas en este período: Bettina Bellomo (bailarina argentina formada en el Teatro Colón y perfeccionada en Cuba), el reconocido actor Héctor Ortega, la bailarina Sonia Castañeda y la bailarina y coreógrafa Nellie Happee. Esta compañía y escuela terminaron en 1968 con la renuncia del maestro de la Rosa al serle cancelado el presupuesto. A partir de esa fecha Rocío se aleja de la danza universitaria y emprende una tarea en solitario de manera independiente.
 

 A principio de los años setenta organiza y crea el evento denominado “Botanitas musicales” una especie de comparsa cultural artística que realiza una intervención por las calles de la Ciudad de Xalapa y culmina en el Parque Benito Juárez, con la intervención de bailarines, músicos y actores que declaman poesía (como el poema circulatorio de Octavio Paz) a la vez que danzan, tocan y realizan diversas acciones ataviados con vistosos vestuarios.
 

 Posteriormente abre un espacio para la danza denominado El Zopilote, donde, además de impartir ella misma clases de danza, presenta eventos varios y organiza y ofrece cursos con diferentes maestros huéspedes.
 

 En 1981, concursa como coreógrafa en el 1er. Premio Nacional de la Danza UAM-FONAPAS con la coreografía Mari Parda, con el grupo Brazas, música de Larry Borden y Noemí Brickman, interpretada por Yocasta Gallardo.
 

 A mediados de los años ochenta, habiendo sido nombrada representante en México de La Alianza Internacional de Danza Ltd., y en abril de 1985, en colaboración con la Universidad Veracruzana y la intervención de diversos grupos independientes, organiza para celebrar el Día Internacional de la Danza un evento bajo el nombre de Siete Días de Danza en Xalapa, en diferentes sitios y locales como: el Teatro del Estado, y el CONALEP de la Ciudad de Xalapa, el C.B.T.I.S N° 134 de Banderilla, Ver., la Escuela Rural del Municipio de Emiliano Zapata, Ver., y el C.R.C.M.P.M SEAD N° 132 de la Ciudad de Veracruz, Ver.
 

 Invariablemente activa, monta, organiza, produce y crea eventos de danza, ya sea con amigos y bailarines varios, o con su propia familia y trabajadores de su rancho 2+2, los cuales presenta interviniendo como ejecutante en algunos o como coreógrafa en otros. En algunos utiliza música en vivo y los presenta en coordinación con la Dirección de Difusión Cultural de la UV en el Teatro del Estado.
 

 Siempre recordada principalmente por su destacada participación en la obra “Zapata” de y con Guillermo Arriaga, y por sus películas, Rocío intervino en muchas otras obras coreográficas, por lo que en 2013 recibió la Medalla Miguel Covarrubias en el Palacio de las Bellas Artes como homenaje y reconocimiento a su trayectoria, labor y vida en la danza. Mujer multifacética: empresaria, madre de familia, artista en varios campos (actuación, danza, cerámica), sabia supo cultivar el arte de la amistad.
 

Su última participación escénica fue en el año 2014, en la obra Contiguos, de David Barrón, donde participa con su hija mayor Djahel Vinaver y el propio David Barrón, que fue estrenada en el mes de mayo en la sala Dagoberto Guillaumín del Teatro del Estado General Ignacio de la Llave, y posteriormente presentada en el Teatro Pedro Díaz de la Ciudad de Córdoba, ver., durante los eventos del Festival Emilio Carballido. Ahí se dio nuestro último encuentro al coincidir a la hora de la comida, yo venía de presentar mi libro Descubriendo la Danza, ella venía del montaje de luces en el teatro. Nos saludamos, ella se disculpó por no asistir a mi presentación, yo me disculpé por no poder asistir a la suya ya que regresaba en unas horas a Xalapa. Nos despedimos cordialmente. Después, sólo hablamos por teléfono.
 

 Ella llegó a Xalapa en 1966 y yo en enero de 1967. Por intervención de amigos comunes casi de inmediato la conocí, la traté y tomé algunas clases de danza con ella, de ahí nació una amistad, un respeto y un afecto que no terminan con su muerte, porque las personas se van pero los sentimientos permanecen.
 

Ayer tuve el privilegio de estar de pie ante su cuerpo muerto, expuesto en la estancia de su casa, los pies hacia el sitio donde estuvimos sentados platicando una tarde lluviosa, cubierta con un hermoso textil y tocada de un muy mexicano rebozo. Serena en la muerte como en la vida, Rocío duerme entre flores, rodeada de familiares, amigos, escoltada por tres compañeras de muchos años, glorias y batallas: Gladiola Orozco, Valentina Castro y Anadel Lynton.
 

Adiós Rocío, eres y seguirás siendo parte de quienes te conocimos en la danza veracruzana, gracias por permanecer aquí, por tu amistad y afecto. Hasta siempre, hasta la muerte, hasta el Mictlán. Mientras tú, vuela, baila y descansa en paz.

En tu muerte, agosto de 2015.
Xalapa, Ver., Daniel E. Acevedo Ytuarte.


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