miércoles, 19 de agosto de 2015

Los libros son imprescindibles: Luis Arturo Ramos

  

Por: Leticia Maldonado 
 
Luis Arturo Ramos, nacido en la ciudad de Minatitlán, Veracruz, en 1947, es uno de los narradores mexicanos que consolidaron su obra en la década de los 80, y ha conservado su estilo hasta la actualidad.
Su último título es “De puño y letra”, cuyo tema central, es la relación del intelectual mexicano con el poder; aunque en sus propias palabras, lo que busca al publicar un libro, es lograr atraer mucho más adeptos a la literatura.
En entrevista concedida a CAPITAL VERACRUZ, en la presentación de su última obra en El Ágora de Xalapa, Luis Arturo Ramos lamentó que el desinterés por la lectura en el país sea cada vez más grande, pues ejemplificó que de los años 80 a la actualidad, el tiraje de libros ha disminuido a tal grado de quedarse únicamente con el 20 a 25 por ciento, de hace poco más de 3 décadas.
 
“Cuando yo empecé en la intelectualidad, los tiros eran de hasta 3 mil ejemplares, ahora están reducidos a mil o hasta a 500″, dijo.
Sostuvo que no existe en México, un hábito real por la lectura, incluso consideró que los generadores y los amantes de nuevas tecnologías las aprovechan al máximo, pero despreciando en todo momento, que a través de estas, la humanidad podría leer cientos de títulos.
No obstante, admitió que las nuevas tecnologías podrían ser una herramienta por demás útil para la literatura.
 
“Es la falta de apoyo al hábito de la lectura, es el despreció que los grandes tecnócratas tienen por algo que a su juicio no sirve para nada, como es el libro y específicamente la literatura”.
 
Definió que el ejercicio de la lectura no es sencillo, toda vez que implica un aprendizaje y seguimiento; que debe aprenderse desde que el ser humano comienza a formarse en las aulas.
 
En este sentido, el literato veracruzano sostuvo que es reprobable que el sistema educativo del país no ha tomado en cuenta que desde el nivel primaria se requiere de literatura para niños, y que además, las estrategias de hace 20 años, por supuesto, ya no son efectivas en la modernidad.
 
“Imposible es para el país tener nuevas generaciones que devoren libros, cuando –dijo– ni siquiera se les enseña con el ejemplo en casa, que los libros son imprescindibles”.
 
“¿Cómo queremos tener adultos lectores si no impulsamos el habido de la lectura?, y hablo de cualquier tipo de libro, historia, ciencias, drama, lo que fuera. Si ni se va entendiendo al libro como una necesidad igual el pan y los huevos, entonces estamos perdidos”.
 
Sin el objetivo de ser pesimista, sostuvo que de continuar las generaciones creciendo sin amor por la lectura, en un lapso no mayor a 10 años, la producción de libros en el país será mínima.
 
“Cada vez, insisto, no creo que sea más, sino que se lea menos”, subrayó.
 
Refirió además que si bien las nuevas tecnologías son positivas, también es necesario reconocerse que antes de Google y de Wikipedia, los estudiantes acudían a las bibliotecas, leían libros, hacían un resumen, interpretaban y comprendían, lo que de una u otra forma les relacionaba con la literatura; en tanto que en la llamada modernidad, sólo abren páginas de internet, copian, pegan y no tienen idea de la información que entregan como trabajos de investigación: “Ahora pican y jalan lo que viene, y que además muchas veces es información deshonesta o tergiversada”.
 
 De allí que opinara que las nuevas generaciones están condenadas al “analfabetismo funcional, a la incapacidad de discernir y a la incapacidad de tener un juicio crítico”.
 
 “La literatura –explicó– exige una capacidad de entendimiento, critica y discernimiento que en la actualidad, jóvenes y niños, ya no tienen, porque no están acostumbrados a leer, ni siquiera los instructivos de los artículos que compran”.
 
 “Si la familia, el gobierno y el sistema educativo, no ponentes manos a la obra, el autor sentencia a la literatura a quedar reducida a muy pocos”, finalizó.

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