sábado, 30 de enero de 2016

Reeditan novela ‘Transpeninsular’ de Federico Campbell

 
 
Carmen Gaitán compartió su vida con Federico Campbell durante casi tres décadas. Foto: David Hernández           
 
 
Por: Virginia Bautista
 
La soledad y la tristeza que invade a quien se adentra en la península de Baja California, “ese territorio vasto, misterioso, desconocido” enclavado entre el desierto y el mar, con montañas rocosas y pinturas rupestres, le fascinaba al escritor Federico Campbell (1941-2014).
 
 
 
El novelista, ensayista y traductor recorrió varias veces las mil millas de esta franja que comienza en Tijuana, su tierra natal, y termina en Los Cabos, platicó con los rancheros, degustó su comida y admiró su imponente naturaleza, para “renombrarla y recategorizarla” en su novela Transpeninsular.
 
 
 
Premio Nacional de Narrativa Colima 2000, esta obra, que acaba de relanzar Ediciones B, evidencia el “profundo amor” que Campbell sentía por la península y las reflexiones que le despertaba sobre el ser humano, la muerte, el suicidio y la imaginación literaria.
 
 
Él se dedica a recorrerla con ojos de un historiador. Va desde sus orígenes, qué pasó con el padre Kino, quién es, qué pasaba con esta tierra incomunicada, con esos personajes que vivían en las rancherías cercanas a las pinturas rupestres, qué pasa con las misiones”, explica en entrevista la viuda del narrador Carmen Gaitán.
Para la promotora cultural que fue su compañera de vida durante 28 años, esta novela posee un lugar especial entre los 22 libros de Campbell, porque en ella “se aleja de la ciudad y se mete en la soledad y la tristeza que reina en la península. Es la historia de decepción de un hombre que busca ser literato, un personaje solitario, reflexivo, en un viaje interno muy profundo. Refleja la preocupación de Federico de lograr tener un lugar en la literatura mexicana”.
 
 
 
Quien estudió derecho, letras en la UNAM y periodismo en el Macalester Collage (Minnesota) evoca en Transpeninsular al antropólogo y periodista mexicano Fernando Jordán (1920-1956), que recorrió esta región por siete años (1949-1956), por encargo de la revista Impacto, y se enamoró tanto de ella que ahí murió a los 36 años.
Como sensible y receptor que era, con esa alma de reportero, Federico deseaba mostrar a sus lectores esa tierra que, para él, seguía siendo desconocida. Es una novela especial. Todo lo de Federico no era para las grandes masas, nunca fue un escritor fácil. Quien lo relee ahora se da cuenta de su profundidad, de sus propuestas, de sus tesis”, dice la editora.
La autoexigencia y preocupación de tener un lugar destacado en las letras mexicanas motivaron al autor de Todo lo de las focas y La clave Morse a dejar su natal Tijuana e irse a formar como literato a la Ciudad de México. Esta acción, dice Gaitán, hizo que algunos de sus colegas bajacalifornianos consideraran al traductor de Harold Pinter, David Mamet y Leonardo Sciascia como un traidor a sus orígenes.
 
 
 
Sin embargo, añade, a dos años de su muerte, que se conmemoran el próximo 15 de febrero, comienza a ser revalorado en el estado norteño. Prueba de esto es el reciente homenaje que se le rinde en la revista mexicalense Pórtico.
Hay esta sensación de injusticia, porque finalmente él logra poner a la literatura tijuanense en el panorama nacional. Reconocen de una manera real que Federico fue un parteaguas”, añade.
Gaitán destaca el “cuidadoso” trabajo que realizó Ediciones B con Transpeninsular, que fue publicada con un prólogo de Juan Villoro y una evocación de Vicente Alfonso.
 
 
 
Por el momento, señala, es la única obra que se reeditará de quien nació como periodista en Últimas Noticias de Excélsior, pues el año pasado se publicaron La era de la criminalidad, Padre y memoria, Regreso a casa, Pretexta y la traducción al italiano de La memoria de Sciascia.
 
 
Finalmente, reitera su deseo de vender la biblioteca de Federico Campbell, integrada por más de cuatro mil volúmenes ya catalogados, como una forma de “desprenderse de él sin olvidarlo nunca”. Pero, aclara, desea que “estos libros tocados por él, subrayados, con señales y guiños” queden en manos de alguien que los conserve y amplíe el acervo”.
              

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