sábado, 10 de junio de 2017

Tataranieto revive el danzón en cuba; brilla el linaje de los Faílde




Por: Rosario Manzano


En la recepción oficial que el gobierno cubano le dio en 2016 a Barack Obama, entonces Presidente de Estados Unidos, la música fue elegida con enorme cuidado. Se decidió que sólo se escucharían las formas tradicionales y, como cereza en el pastel, un danzón interpretado por la Orquesta Típica Manuel Faílde.
 
 
 
Entrevistado en exclusiva por Excélsior durante una breve estancia que hizo en México, el matancero Ethiel Faílde, director de la joven orquesta —sus integrantes tienen un promedio de edad de 22 años—, egresado con honores como flautista de música clásica de la Universidad de las Artes, explica cómo mantiene viva la herencia de su tatarabuelo Miguel Faílde, creador del danzón, y cómo a sus 25 años es uno de los músicos más importantes de su país al frente de la agrupación que fundó hace cinco años.
 
 
 
 

El danzón nació en Matanzas a principios de 1879. Derivado de una contradanza francesa titulada Las alturas de Simpson, tuvo éxito de inmediato y se convirtió en el género musical más importante en la isla. Sin embargo, decayó a principios del siglo XX frente a otros géneros como el son y el casino. En México es uno de los géneros más bailados, con clubes establecidos en todo el país.
 
 
Danzonero de corazón
 
 
¿Toda su familia está en el danzón o sólo usted?
 
A pesar de lo que representa mi apellido para la cultura cubana, el danzón llegó a mí por la escuela, como bailador, en los talleres que Esther, mi profesora de primaria, impartía junto a su esposo José Navia. Ya luego de los 10 años cuando empecé a estudiar música, comecé a asumir conscientemente acerca de lo que los Faílde representaban para el danzón y para mi ciudad natal. Todo a partir de aquella frase que pronunció el director de la escuela en el acto de inicio de curso: “Por primera vez tenemos a un Faílde en nuestras aulas, ojalá no se quede sólo en apellido”. En mi casa no se hablaba mucho de ese legado, mi mamá era ingeniera hidráulica y, luego de Miguel Faílde y sus hermanos, habían sido músicos algunos sobrinos, nietos, es decir, hasta la segunda generación.
 
 
 
¿Cómo sigue la tradición de danzón en Cuba? Parece muy desvanecida ante el son, casino y el reguetón.
 
 
Tal vez hoy el danzón no viva un momento de rotunda popularidad ni encabece listas de éxitos de la radio o la televisión, pero está vivo, respira y “tira su pasillo”, como decimos en buen cubano.
 
 
 
“A lo largo de sus ya casi 140 años de ser oficializada su acta de nacimiento, aunque estaba vivo desde años atrás, el danzón ha demostrado ductilidad y acomodo a las necesidades de los bailadores y los grupos sociales para los cuales ha sido funcional, así sucedió desde las primeras décadas del siglo XX cuando se conectó con el son, ganando el montuno.
 
“Se vistió de formato jazz band, aparecieron las improvisaciones, también la letra en ese experimento tan exitoso que Aniceto Díaz bautizó como danzonete, algo que luego Barbarito Diez probó en la segunda década del pasado siglo, llevando boleros y canciones a la cadencia del danzón. He señalado algunas mutaciones que respondieron a la exigencia y al gusto de los bailadores, y le permitieron mostrar fuerza en diferentes momentos frente a los ritmos de moda.”
¿Cómo describiría el danzón en la Cuba de hoy?
 
El danzón cubano es un género híbrido, toma muchos elementos de la música clásica, su forma rondó, ha asumido como suyos elementos de la música popular. Es cierto que el reguetón y la timba son los géneros o intergéneros más escuchados y bailados por los jóvenes cubanos de la actualidad, pero también es cierto que existe un fuerte movimiento danzonero desde hace muchos años.
 
 
“La Orquesta Miguel Faílde que dirijo hace cinco años ha sido plataforma para divulgar esas nuevas creaciones, algunas como el Danzón Timba, de Alejandro Falcón, apuntan directamente a poner a dialogar ambas sonoridades.”
¿Cómo ve al danzón mexicano frente al cubano?
El danzón llegó a México por el camino de la mar, como un grumete sonoro entró por Yucatán y Veracruz a finales del siglo XIX y su andar por estas tierras es una muestra de su increíble capacidad para ajustarse a otros públicos, otros ambientes, formatos y necesidades. El danzón en México no es simple calco del nuestro, su evolución ha respondido a la demanda de los danzoneros mexicanos y ya es tan suyo como nuestro.
 
 
 
“Yo soy de la opinión de que en Cuba han evolucionado mucho más los aspectos musicales y en México los relativos al baile, al acto social que implica el disfrute del danzón. Ello, gracias a la infinidad de clubes devenidos en academias, eventos, salones y promotores incansables distribuidos por prácticamente todo el país.


“Por mencionar algunas diferencias estrictamente musicales, te comento que la célula rítmica del danzón integrada por el cinquillo cubano y las cuatro corcheas que le siguen son ligeramente floreadas en la isla caribeña, algo que en México está enraizado todavía en el danzón de principios del siglo XX sin salirse de ese patrón rítmico; acá suelen utilizar en los tríos de clarinete y violín, es decir, en la parte B y C de la forma rondó, la clave del son cubano.”
¿El danzón mexicano está más apegado al danzón original?
 
 
Existen diferencias en cuanto al formato orquestal que en México es más cercano al formato inicial, como la nómina que encabezaba Miguel Faílde y más aún a las jazz band por esa abundante fila de metales y saxofones; es raro encontrar violines como en Cuba. El formato más representativo para este género es la Orquesta Charanga, en el que violines y flauta juegan un rol primordial.
 
 
 
“Debo mencionar el uso del timbal o pailas, instrumento que en mi país sólo se encuentra dentro del formato de las orquestas típicas o de viento, agrupaciones casi patrimoniales que responden al formato del siglo XIX, pues lo usual es que el danzón y los demás géneros de la música cubana se interpretan con las pailitas cubanas o timbal/latin drums como son conocidas en el mundo.
 
 
“Otra característica que nos diferencia son las improvisaciones o palomazos, como se conoce en tierras aztecas, algo que no es bien visto por los bailadores mexicanos que ejecutan una coreografía y que, sin embargo, en la isla es un recurso muy explotado, sobre todo en la flauta, el piano, incluso las pailitas; allá se baila al estilo libre y los bailadores están más acostumbrados a ese momento consagrado al lucimiento del instrumentista.”
¿Vive usted en Matanzas?
 
 
Nací en Matanzas y ahí vivo, es mi ciudad, mi ámbito principal. También por necesidades profesionales radico parte de la semana en La Habana. Pero mi referente principal es el público matancero y asumo las necesidades culturales de mi ciudad como mías, es eso lo que me ha movido a crear ahí mi orquesta desde hace cinco años. En territorio matancero ofrecemos la mayor parte de nuestros conciertos, el Encuentro Internacional Danzonero tiene como sede a esa ciudad.
 
 
 
“Es un orgullo ser matancero, porque es uno de los territorios de Cuba que más ha contribuido a moldear eso que hoy llamamos ‘cultura cubana’. La lista de artistas, intelectuales, géneros musicales o hechos culturales sería inmensa, pero por sólo citar algunos nombres, únicamente del ámbito musical, mencionaría a José White, Miguel Faílde, Dámaso Pérez Prado, Aniceto Díaz, la Sonora Matancera, Celina González, Los Muñequitos de Matanzas y un larguísimo etcétera.
 
 
¿Se baila más danzón en México que en Cuba?
 
 
Si nos atenemos a las estadísticas, diría que sí, en México la población es exponencialmente más grande que en Cuba y la comunidad danzonera es mayor. No veo aquí una gran presencia del danzón en los medios, pero sí la labor espontánea de clubes, academias y eventos.
 
 
“Es usual encontrar en las guías turísticas los bailes de danzón de Veracruz o Ciudad de México como algo a considerar por los visitantes, por ser un fenómeno profundamente arraigado en la práctica cultural y el imaginario social. Reitero: en el aspecto musical su evolución no ha sido tan prolífica como en Cuba en cuanto a novedades, añadiduras y aspectos puramente musicales.”
 
Organizando un encuentro mayúsculo de danzón en Matanzas para 2018, Ethiel Faílde se define a sí mismo “músico soy, pero primero que nada, bailador.
 
 
Fuente: Excélsior

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