Por: Roberto. A. Valenciano Capín.
Con un peculiar vocabulario de movimiento y su fascinación por la sutileza evocadora de un lenguaje capaz de leer el alma, se presentó el espectáculo “Fou Glorieuxc”, a cargo de la coreógrafa canadiense, Louise Lecavalier, en el centenario coloso de Villerías, como parte de las actividades de la XXVI edición del Festival de danza contemporánea Lila López.
Un interesante programa que comprende tres coreografías que siempre van en esa búsqueda constante de la danza mínima.
Tres trabajos muy cuidados, sobrios, controlados, donde la brevedad contrasta drásticamente con el justo presupuesto del lenguaje dancístico.
Tres creaciones; Lone Epic(2006) de la coreografa, Cristal Pite; Lula and the sailor(2005) y “I” is memory(2006).
Una oleada de las convenciones corporales, se ven perfectamente reflejados en el testimonio en esta primera propuesta dancística, que van desde la armonía de la música ex profesa para la película “ Ciudadano Kane”, creada por Bernand Herrman con la sutileza e impulso del movimiento de una supuesta directora de orquesta- Lousie Lecavalllier-, ante la presencia de ordenados atriles, quien reconoce a través de ellos sus emociones y amores con un corte muy personal, intimo y cierto humor, al insinuarse como antitesis-encore-y terminar en ser testigo mudo del retiro de un genuino corazón roto.
Lula and the Sailor, de Tedd Robinson, extracto de la coreografía “Cobalt Rouge”. Singular puesta en escena, bailado en dúo- Louise Lecavalier y Robert Abubo-, en el cual nunca no es revelado totalmente no solo la fisicalidad y la relación de cada bailarín. Sino más bien, retrata una dinámica encaminada a esa relación entre las líneas rectas, relación hacia dentro y fuera, donde sin más se yuxtaponen los diferentes estadios de ambos ejecutantes.
Una de las más interesantes coreografías del programa, a pesar del paulatino retiro del “respetable” que se dio cita a este majestuoso escenario. “I” Memory, coreografía de Benoit Lachambre, interpretada por Louise Lecavalier.
Una plena investigación e exploración corporal de la coreógrafa canadiense, quien conlleva un excelso trabajo de concentración, invención y riesgo de las mediatas explosiones de las emociones humanas- abandono, pérdida de identidad o el pleno despojo, eso sí, siempre en armonía con una envolvente e intimidante música de Laurent Maslé.
Un programa cautivante para muchos y desertor para otros, que va desde lo absurdo hasta lo más sutil y sin previo aviso, no se dejaron envolver en estas nuevas veredas ósmica terpsicorianas.
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