La plena irreverencia en sus canciones del estribo; Armando Palomas.

Por: Roberto A. Valenciano Capín.

Una noche muy especial por estas tierras del gran Tunal, al presentarse por primera vez en concierto, de un referente obligado dentro de la música popular mexicana, uno de los rupestres, Armando Palomas.

Con una mirada tal vez perdida por el asombro debido a la gran recepción de sus compas-seguidores- del también versificador de lo impensable y representante de una generación perdida entre el rock y el pop, el heavy metal y el bolero romántico. Como dijera atinadamente Javier Hernández “Chelito”.

Con esta canción no te la dedico a ti… sino… dio inicio a su toquín con su peculiar voz aguarmentosa-muy dañada por cierto-y el rasgueo de la guitarra, para ir prendiendo e involucrando a la banda que se dio cita en uno de los espacios de mayor tradición en la escena potosina, como es el Casino S.T.I.C.

Un viaje musical que transitó por sus diez discos en su haber, encadenados en tres vertientes muy definidas: lo fiestero y desmadroso, lo amoroso y lo séntido.

Una parte insoslayable del concierto fue hacer partícipe a la banda de su cáustica irreverencia hacia si mismo, el amor y la vida misma, así como su permanente y directo diálogo con su “gente”. Siendo uno de los puntos álgidos, cuando el músico hidrocálido dio por mofarse plenamente de las rolas de un tal Alejandro Lora o, en un tono más de farsa-denuncia muy a la Palomas del llamado emo-rock con su versión de una cumbia-corrido o, gritar “que se muera el rock” bajo un séntido blues para entrelazarlo con una base cumbiera muy Juana la cubana y mucho más diarreas musicales.

“Soy un rupestre feliz bajo el resguardo musical timbirecheano”, comenta en razón de su ex baterista que ahora toca con esta mediática banda.

Por un momento deja a un lado su irreverencia, para comentarle a su banda abogar por seguir plenamente esa línea que forjo “el profeta del Nopal”, Rockdrigo González y no de aquellos artistas plásticos siempre bajo el condicionado resguardo de ciertos medios mediáticos.

A estas alturas del concierto, era todo un festín, desde aquella chica que bailo bajo la cadencia blusera arriba de la mesa, para después hacerlo cachondamente a un lúdico Palomas; aquel que bailo sentado y a la vez cantaba desgallitándose, él que se sumo al viaje y en cierta forma hizo coherente las incoherencias del Palomas y su excelente guitarrista Agustín”Neto”Castillo y su peculiar forma de recrear y matizar las rolitas de Armando Jiménez.

Aseveró a sus extasiados compas, su sencillez y su gran frescura lingüística: “No soy artista, soy cómplices de ustedes, aunque porque no puedo ser un mamón. No puedo estar en mis días” al aceptar de regalo una playera de un compa, para proseguir con unos rasgados acordes a su guitarra y echarse las siguientes rolas ”Prisionero de papel”, “una cuarta más debajo de tu ombligo”, “Santa de Infonavit”, “Manual para conquistar a Claudia” hasta rolas de repertorio pasaron a ser interpretadas en su peculiar estilo de este infatigable e inquieto viajero.

Aunque no pudo faltar y dar por terminado este festín con una solemne irreverencia que ha distinguido a Palomas, como es el “Himno pacheco” y de esta forma agradecer a su gente por estar más de dos horas que compartieron su música.

No sin antes prometer regresar “si se ponía mal”, con alusión a presentar formalmente su última producción discográfica “Canciones del estribo” en el mes de diciembre en un peculiar espacio como es la Arena Coliseo que se encuentra en este mismo recinto.

Un gran aplauso que se postergó hasta la firma de autógrafos. Desde el trío que le cantaron al son de una lira su himno pacheco, la emocionada chica embarazada y su dulce sonrisa, los compas defeños medios·”Escuadrón de la muerte” avecindados en estas tierras potosinas, las fotos que no salían por el nerviosismo, hasta las sinceras gracias por su show, de su gente que pacientemente espero para estar un momento y compartir sus comentarios de este momento con este ser humano llamado Armando Jiménez alias Armando Palomas.