REVENTÓN. Como en los viejos tiempos, la gente saca sus mejores galas para darse cita en este nuevo lugar que desempolva honrosamente el espíritu de los viejos salones de baile
Teresa Rodríguez
Así, como sacado de una película de los años 50, de esas en las que Tongolele o Ninón Sevilla lucían sus curvas a ritmo de mambo o cha-cha-chá, se erige en plena avenida Insurgentes del siglo 21 Amapola.
Este nuevo sitio, autodenominado cabaret & ballroom, recupera ese espíritu tan añorado de los viejos salones de baile, de los cabarets que el cine de Juan Orol y Raúl de Anda eternizaron con todo y sus rumberas de curvas peligrosas.
Fue nada menos que Felipe Fernández del Paso, el escenógrafo y director de arte nominado al Óscar por su trabajo en Frida, quien se encargó de capturar esa esencia a través de alfombras rojas, vistosos tapices, sillones carmín, lámparas de todas formas y tamaños, arreglos de plumas...
"Hay que promover el misterio, la curiosidad, que el detalle no pase desapercibido. Traté de que todo fuera rarísimo, que no siguiera ninguna regla porque no soy arquitecto ni soy decorador", explica Felipe, quien, sin vacilar, asegura que lleva 24 años ideando este lugar.
Sentado en una silla Art Deco, el también director de teatro esboza una sonrisa pícara al confesar que su inspiración para decorar Amapola fueron esas películas "prohibidas" , como El Rey de las Ficheras, Bellas de Noche y Las Cariñosas, que durante la adolescencia y a escapadas veía en compañía de sus amigos.
"Tenemos el cabaret en el alma. Para mí es un género tan nato, tan natural, lo siento... tiene que ver con muchos años de tradición", asegura el escenógrafo, quien junto con Martín Achirica se encarga también de orquestar el espectáculo que ofrece cada noche Amapola.
Fue en un cabaret...
Poco después de la medianoche en el imponente escenario aparece en inmaculado traje blanco Federico Di Lorenzo, el maestro de ceremonias, quien interpreta -acompañado, por supuesto, de una magna orquesta- "Feeling Good".
Acto seguido, las divas de este cabaret contemporáneo, Neiffe y Thanna, ataviadas en elegantes vestidos de noche, cantan a dueto "Goomba Boomba" mientras en la pista la versión moderna de las rumberas -cinco bailarinas de la Escuela Nacional de Danza- hacen su aparición en tutús multicolor.
En una de las mesas cercanas a la acción la actriz Norma Lazareno disfruta del espectáculo, corea con disimulado sentimiento "Cómo Fue" y levanta su copa de champaña para brindar con su compañera de mesa, Jacqueline Andere.
Itatí Cantoral, instalada del otro lado del salón, agita su servilleta cuando Di Lorenzo y Thanna aparecen sobre la pista para interpretar "Me and My Shadow".
Y una vez que la orquesta comienza a tocar éxitos de rumba, mambo y cha-cha-chá, las famosas son las primeras en sacarle brillo a la duela del Amapola al ritmo de "Oye, Salomé" y "El Bodeguero".
Nostalgia generacional
En Amapola, las diferencias generacionales se desdibujan: un par de señores que quizá recuerdan sus mejores épocas al bailar con ortodoxia comparten la pista con un grupo de profesionistas desenfrenados que no tienen mucha idea de cómo se baila el cha-cha-chá, pero hacen su mejor intento.
Tal parece que los chilangos extrañaban un lugar donde lucir sus mejores trapitos: ellas llevan en su mayoría vestidos de coctel; ellos, trajes de corte impecable y uno que otro hasta se atreve a sacar el esmoquin del clóset.
"La idea es que la gente no tenga que esperar una boda para bailar con música en vivo", dice Martín Achirica, uno de los socios, apretujado entre la pequeña multitud que ocupa el balcón para fumadores.
"Dónde más van a poder cenar algo sofisticado, tomar un buen vino, ver un show y bailar".
Ciertamente, la carta, digna de paladares sofisticados, presume una variedad de canapés gourmet (carpaccios, croquetas, platones de quesos y carnes frías...) y ofrece también raw bar (con ostiones, camarones y almejas).
Opciones para beber, sobran. Pero la ocasión bien amerita un botella de champaña -las hay desde $350 y hasta de $1950- o de vino para decir ¡salud por el cabaret!
"Hoy lo retro se está convirtiendo en vanguardia, a la gente la mueve la nostalgia", asegura Achirica.
Amapola y Terraza
Insurgentes Sur 953, Nápoles, 5211-2284 ext. 216 / Amapola: Vi y Sábados de 21:00 a 4:00 horas / Cover $250.
Terraza Amapola: Ju a Sá de 21:00 a 4:00 horas / Cover $250 hombres y $200 mujeres.
Terraza Amapola
En el salón vecino la noche transcurre de una manera muy distinta, no por eso menos meritoria. Los asiduos a la Terraza Amapola se acomodan en las mesas cercanas al escenario y disfrutan de la variedad musical que los grupos de casa, como Plan B y Buttiche, recetan a lo largo de la noche.
Ya con unos martinis -especialidad de la casa- encima, los más valientes se ponen nostálgicos y suben a lucir sus habilidades vocales con rolas de Timbiriche, Soda Stereo, Enanitos Verdes... sí, la mayoría pasa de los 30, así que sus temas favoritos son los "oldies".
"Lo que a la gente le ha gustado mucho es tener su propia banda para cantar. Aquí tienen a su baterista, sus coristas... todo el show. Eso es lo que hace diferente este cantabar", asegura Alfonso Vázquez, uno de los socios del lugar.
La variedad musical
Ju, Vi y Sá
Plan B y Grupo Terraza
Ambos grupos de música versátil tocan sobre todo baladas, cumbias, pop
y rock.
Ju, 22:00 horas
5/80's
Un grupo que presume un repertorio bastante respetable de los 70 y 80.
Vi, 23:00 horas
Buttiche
La especialidad de esta banda son los cóvers de rock en español.
Sá, 23:00 horas
Safari
Este muy recomendable dueto de saxofón y percusiones interpreta música lounge.
Hola! Muy lindo lugar La Terraza, verdaderamnete agradabe, buena ubicacion, hermosa vista hacia la fuente en Insurgentes, una esquina privilegiada.
ResponderEliminarLo mejor del espectáculo es Esteban Buttiche, prodigioso manejo del escenario y del público, rico en comentarios, excelente ejecutante de la guitarra y con una originalidad en sus versiones que hacen muy gratas las noches musicales de La Terraza.
Que paso que ya no lo he visto?.
Saludos.
Arcelia Gomez Insúa-