Por: Roberto A. Valenciano Capín.
En esta ocasión, nos dio la bienvenida una ilustrativa y conmemorativa exposición fotográfica del creador escénico potosino, José Rivera Moya, por sus XXV años de trayectoria como bailarín dentro del quehacer danzario, el cual estuvo expuesto en el Lobby del Teatro de la Paz.
Esta vez, no se desplegó la bandera de la diversidad como ocurrió en anteriores ocasiones, pero se sintió el respeto y ser conscientes de este derecho, al concelebrarlo no solo a través de este incansable artista defensor de la declaración de principios entorno de la diversidad, a través de la extensión escénica de la Compañía La Cebra Danza Gay bajo la tutela de José Rivera Moya.
No hay mejor manera de concluir esta tradicional Fiesta de la danza, con la participación de esta extensión hecha danza, planteada por los sueños y anhelos de la Mtra. Lila López, en donde Rivera inicia hace 25 años como intérprete en el Ballet Provincial de San Luis, para después incorporarse al Ballet Independiente, donde su tenacidad y talento fragua en su proyecto de La Cebra, el cual lo ha llevado a ser una de las figuras actuales más importantes de la danza contemporánea mexicana.
Un programa que se extendió bajo dos vertientes; la danza bajo su propia formalidad, a pesar de no decantar el tema del llamado mal del siglo, el SIDA y, su contraparte, el lado lúdicamente expotenciados en este mundo de la diversidad.
Dio inicio con un estreno en la Cebra “ Zoo-Nix-tiempos urbanos- de Rafael Rosales. Trazos fluidos y sobrios, al decantarse en una depurada técnica, en donde su fuerza dramática en situaciones de esa dicotomía estar/no estar, al quedar sustentado un claro contrapunto con el acontecer en el foro.
Sin lugar a dudas, una obra que creada por el Mtro. Raúl Flores Canelo, especialmente hecha para José Rivera Moya; . “El bailarín” el cual traza todo ese bagaje que conlleva la esencia de la factura de lo que es ser no solo un intérprete, al quedar mostrado con una delicadeza, sutileza de la seriación de movimientos, aunados con la calidad de sus trazos que detentan él porque José Rivera es un claro ejemplo del talento y la tenacidad.
“Ecuación pez dorado” de Marco Antonio Silva, un estreno mundial, que sin más desentraña ese lenguaje somático de este creador. Esta obra denotan trazos juguetones, pero que son minimizados por una congruente dramaturgia, que dentro de su relatoría nos plantea esa incesante incertidumbre que aún acecha a esta comunidad de la diversidad, al quedar planamente planteados en testificación a viva voz de sus protagonistas en su mediato devenir como personas, un duro pero justo cuestionamiento no solo entorno a esta comunidad sino a la población en general entorno a esta llamada enfermedad del siglo como es el SIDA.
Culmina esta primera parte con una obra que se detenta como un referente del quehacer dancístico mexicano, como es la coreografía “ Oraciones, 1978” de Graciela Henríquez. A través de una secuela de oraciones o plegarias como un let motiv, de esta forma gestar una construcción de una historia de un personajes y sus compinches a través de un interesante dibujo coreográfico, divertido e irreverente en momentos de este depurado trabajo que busca amalgamar el trabajo coreográfico con lo teatral, aunado con la unidad tanto estilística como técnicas, sin más causo las espontáneas risas de algunos de los asistentes.
Un clásico del Mtro. Raúl Flores Canelo “ Tragedia en Polanco”, por cierto, una obra hecha exprofesa para José Rivera. Una pieza que sin más desacraliza el espacio y el tiempo, al mostrar con un peculiar tratamiento de denuncia-humor entorno a una relación fortuita amorosa-sexual de un transvesti y un trabajador, para quedar como simple anécdota solo el momentáneo vericueto del sentirse amado bajo la sonoridad del circunstancial Juan Gabriel.
Todo este mundo explícitamente expuesto de la diversidad, a través de varios cortes que van desde el mambo y situaciones de carácter bajo un cáustico humor en cuanto al afrontar su cautivante otro mundo, el cual gestó el extendido aplauso del respetable por varios minutos y muchos de ellos en pié en este importante recinto cultural.
Se cierra el telón, se abre lentamente, para sin más desplegarse la banda de la diversidad y se escuchan los aplausos a la par de las primeras notas del Yo soy de San Luis Potosí, para desplazarse del fondo hacia el frente del escenario bajo su cadencia y portentoso trazo de su andar, al estar enfundado en un rebozo rosa, que en sus propias palabras lo hizo para homenajear a la Mtra.Lila López y alzar –agradecerle -breve mente sus ojos al cielo. Mientras las rosas caían sobre el escenario, el cual recogió y agradeció este reconocimiento.
Dueño por derecho propio de este escenario que fue testigo hace 25 años de sus inicios en este trayecto tepsicoriano, recordó esos momentos circunstanciales en su devenir dancístico, como su primer contacto con su Mtro. Flores Canelo al pedirle una oportunidad de bailar profesionalmente, como su presentación oficial en este escenario con el Ballet Independiente, pero no todo quedo en este momento de emoción, sino se compagino con su forma sin cortapisas de decir las cosas como es para el Cebra Mayor.
Al invitar a subir a su amigo y compañero de travesía, Arturo Castillo, actualmente bajo la dirección del Festivales Internacionales de la Secretaría de Cultura Potosina y con todo y su apodo lo hizo para el coreógrafo invitado, Marco Antonio Silva y de esta forma agradecerle a su compañero y hermano Rafael Rosales.
Un aplauso que inundó por varios minutos, sin haber dedicado esta función a su madre, así como a toda la comunidad gay, lésbico, bisexual y transexual potosina. “No que eran muy mochas estas pinches potosinas” comenta la Rivera.
De esta forma se da por concluida esta sustancial y emotiva edición, al quedar como una edición de hechos y cerrar con honor por este año el telón de esta fiesta de la danza.
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