miércoles, 28 de julio de 2010

La danza mexicana festejará los 90 años edad de su matriarca, Guillermina Bravo



Por. Oscar Flores Martínez

Coreógrafa excepcional, personaje medular en la historia de la danza en México en el siglo XX. Alguna vez comparada con Coatlicue por ser “prolífera, devoradora, terrible, pero generosa y providente”. Esto y más es Guillermina Nicolasa Bravo Canales (Chacaltianguis, Veracruz. 13 de noviembre de 1920), conocida simplemente en el arte mexicano como Guillermina Bravo.

En su certera observación acerca de los puntos en común entre la deidad azteca y la artista de la danza, el dramaturgo Emilio Carballido (1925-2008) acertó con notable agudeza. Guillermina Bravo es “la madre” de la danza escénica en México.

La coreógrafa mexicana más influyente
Su influencia no se limita a una generación, a un período histórico, incluso a los géneros que cultivó (la danza moderna y contemporánea). “La Bravo” -como se le conoció en cierto tiempo- impuso la manera de pensar la danza; edificó contra viento y marea instituciones como el Ballet Nacional de México (BNM), desde donde no solo creó varias obras maestras, sino también hizo posible la profesionalización de la danza moderna y contemporánea en nuestro país.

Guillermina -añade la investigadora Anadel Lynton en una semblanza de la bailarina- es una mujer pequeña, delgada, que viste de manera sencilla pero posee un carácter fuerte que permea el ambiente donde sea que se encuentre… Ella no se impone por medios autoritarios, se hace respetar por su trabajo, su ejemplo y fomenta que siempre haya espacio para la libertad creativa y de criterios.

Alberto Dallal -crítico de danza que ha seguido con gran detalle la vida y obra de la coreógrafa- la describe en su libro La danza contra la muerte de la siguiente manera: “… más bien parece un intelectual (y de los buenos y auténticos), un ser que vive intensamente y que contagia a los demás… de la agilidad mental y de esa superactividad que la caracterizan”.

Una notable trayectoria artística
Difícil sintetizar en unas cuantas líneas una trayectoria como la de Guillermina Bravo. Su formación como bailarina pasa a través de diversos maestros como Nellie y Gloria Campobello, Xenia Zarina, Ernesto Agüero, Tessy Marcué, Dora Duby, Estrella Morales y Waldeen.

Funda junto a Ana Mérida el Ballet Waldeen en 1946 y un año después codirigen la Academia de la Danza Mexicana. Pero será en 1948 cuando inicie -al lado de otros bailarines como Josefina Lavalle- su proyecto dancístico más importante: el BNM.

Ballet Nacional de México, una institución fundamental
El BNM -explica la crítica de arte Raquel Tibol en su libro Pasos en la danza mexicana- es una organización que trabaja sobre la base de que el arte coreográfico no constituye una simple expresión cultural abstracta, sino debe cumplir con la misión de coadyuvar al desarrollo y a la integración cultural, social y nacional de México.

En sus casi seis décadas de existencia, el BNM realizó una intensa labor de difusión de la danza contemporánea no sólo en las principales ciudades de México, sino también en pequeñas localidades del interior del país. Además de realizar giras a diversas ciudades de Estados Unidos, Europa, Asia y Latinoamérica.

Guillermina Bravo, poseedora de un gran pensamiento estético
En una entrevista realizada por Tibol a Bravo en 1956, la coreógrafa describe las líneas rectoras de su creación: “…Sé que los temas no son nuevos y que lo que importa es la manera cómo esos temas se expresan. Trato de que mi lenguaje pertenezca a la época, a la sociedad en que estoy, que logre el nivel indispensable a cualquier obra de arte, que no sea obvio ni cursi y que sea danza”.

Otra importante aportación de Guillermina Bravo y el BNM fue la sistematización en la enseñanza profesional de la danza. Primero tomando la técnica Graham como base para formar a sus propios bailarines; posteriormente con la creación en 1970 del Seminario de Danza Contemporánea y Experimentación Coreográfica en la ciudad de México; así como del Centro Nacional de Danza Contemporánea en 1991 en la ciudad de Querétaro.

Las principales coreografías de "La Bravo"
Sin duda, la mayor aportación de Guillermina Bravo fue el corpus de su obra coreográfica, la cual ascendió a 57 danzas, las cuales -según César Delgado, uno de sus biógrafos- puede clasificarse a través de diversas temáticas generales abordadas por la creadora.

Entre sus principales coreografías podrán citarse Rescoldo (1954) ballet censurado por autoridades de la burocracia cultural, El paraíso de los ahogados (1960), Juego de pelota (1968), Epicentro (1977), Estudio número 8. Leona-cazador (1979), El llamado (1983), Constelaciones y danzantes (1987), entre otras.

En 2006, Guillermina Bravo sorprendió al desintegrar al BNM, sobreviviendo únicamente el Centro Nacional de Danza Contemporánea. A finales del presente año, se tiene planeado un magno homenaje en el Palacio de Bellas Artes, cuyo punto culminante será una función en la que diversos coreógrafos estrenarán obra original en homenaje a esta creadora.

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