viernes, 20 de julio de 2012

Elisa entre nosotros


Foto: Chirsta Cowrie 

Por: Héctor Garay 

Elisa Carrillo Cabrera es una destacada artista mexicana, es primera bailarina en el Ballet de la Opera de Berlín, una importante compañía de danza del mundo. Bien podría darse por satisfecha con los logros de una valiosa trayectoria. Sin embargo, Elisa va más allá, comparte sus hallazgos en el arte y lo que esto significa, con su gente, con nosotros los mexicanos.

Elisa vive en Europa, pero eso no le ha impedido regresar a México no sólo de visita sino para bailar y mostrar su desbordante talento. Así la distancia y el tiempo no se convierten en obstáculos para fortalecer lazos con el público y la gente de danza en nuestro país. De ahí que la intención de realizar galas de ballet se potencien al grado del disfrute de una innegable protagonista de la danza. Elisa se ha convertido en sensible guía por los enriquecedores senderos de la danza.

El año empezó prodigo. En febrero, pudimos presenciar Elisa y sus amigos. Los apasionados de la danza en el Palacio de Bellas Artes. Esta función tuvo diversas cualidades, primero se constituía en el regreso de Elisa al máximo escenario de las artes en nuestro país como parte de un merecido reconocimiento que las autoridades de cultura le otorgaban. Desde el punto de vista artístico tuvo la cualidad de ser la reunión efectivamente de amigos. Artistas, verdaderas estrellas del ballet a nivel internacional con los que Elisa ha compartido escenarios y experiencias enriquecedoras. Otro detalle a destacar es la elección del programa de la noche con obras que muestran un horizonte amplio de la danza y no sólo el repertorio tradicional, este rasgo lo repetirá Elisa en todas las galas que ha realizado en el presente año.

Ya en el mes de julio, Elisa regresóal aceptar invitaciones en Guadalajara y Chiapas. Y también pisó de nuevo el escenario del Palacio de Bellas Artes el 14 para compartir, como ella lo propuso, el escenario no sólo con los talentos de la directora de orquesta Alondra de la Parra y con el joven bailarín Isaac Hernández, sino también con otro grupo de bailarines que está destacando por su trabajo más allá de nuestras fronteras. Este es el caso de Fernando Mora, bailarín del Ballet Real Dinamarca; Javier Peña, del Ballet de la Ópera de Berlín; Humberto Montero del Ballet de Sudáfrica y Braulio Álvarez del Ballet de Hamburgo. Los invitados mexicanos se complementaron con Blanca Ríos, primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza y Patricia Velázquez ganadora del Ópera prima en movimiento.

La Gala Jóvenes Talentos Mexicanos como se tituló el evento fue la oportunidad de conocer y reconocer la capacidad de los bailarines mexicanos de diferentes generaciones y estilos que van conformando un yacimiento de creatividad y talento ejemplo para los más jóvenes, pero también para disfrute del público. Fue un acto de justicia e inteligencia para reconocer lo que tenemos y asumir retos para mejorar aún más.

En esta Gala la presencia de Elisa fue fundamental al darle vitalidad al programa, al mostrar niveles a los que se puede llegar con disciplina y tenacidad. Al mostrar también obras inteligentes y propositivas que contrastaban con algunos intentos tímidos de otros de los participantes.

Elisa después fue a su terruño, a la patria chica: Texcoco. En donde se encuentra una hermosa sala de conciertos que desde el 16 de julio lleva el nombre de Elisa Carrillo. Ahí llevaron a cabo otra Gala de Elisa y amigos, con una variación del programa de febrero, pero con muy buena calidad. Las veces que entró al escenario Elisa bailó con Mikhail Kaniskin en un par de ocasiones y con Nadja Saidakova, dos excelentes bailarines con los que se intuye tiene una conocimiento y una comunicación que permite tener excelsas interpretaciones.

Si en febrero vimos a Elisa en una inolvidable Giselle acompañada de Semyon Chudin, ahora en julio bailó una Manon coreografía de Kenneth Macmillan. En ambos casos su capacidad de transmisión del sentimiento amoroso afloró. Probablemente, en el caso de Manon se subraya la delicadeza de una joven enamorada y en Giselle, la idealización romántica pero esto mismo nos hizo ver una lección de estilo, por momentos comprendí este vuelo de los seres etéreos al rescate de las personas terrenales. Quizá el sueño eterno dealgún espectador que se siente rescatado por las bailarinas de este mar de preocupaciones cotidianas.

Con la intención de compartir lo que pasa en el panorama del ballet, en el programa se incluyó un repertorio de obras contemporáneas. Vimos bailar a Elisa: In the Middle, somewhat elevated de William Forsythe o Kasimir´s Colours de Mauro Bigonzetti acompañada de su compañero Mikhail Kaniskin ambas han sido oportunidades de comprender las posibilidades creativas que tiene un arte, que al menos en México, tiene el prejuicio de conservador.

Pero no sólo Elisa y Kaniskin nos ofrecieron posibilidades contemporáneas. El duetto inofensivo también de Bigonzetti o el pas de deux del Ballet Le Parc de Angelin Prelojacaj o la Muerte del cisne de Mauro de Candia interpretada por Vladimir Malakhov son posibilidades múltiples de un mosaico de sensaciones y del aprovechamiento del talento interpretativo que tiene un bailarín profesional de la trayectoria de los que conforman las galas de Elisa puesto ha disposición de ideas complejas, emotivas y atractivas para la percepción del público. En su momento será oportuno hablar de cada una de ellas.

Regalos para el público, regalos para la gente de danza. Desde mi punto de vista (desde luego muy personal) estas obras podrían dar aire a los interpretes del ballet anclados en el repertorio exclusivamente clásico. Pero también , y creo sobre todo a ellos, a los coreógrafos de danza contemporánea quienes podrían considerar otras temáticas, el trabajo formal de estas obras, ampliar visiones para dejar la moda del "no danza", de la ausencia de movimiento en sus coreografás que no dicen nada a nadie.

Elisa, en poco tiempo ha dado aportaciones que ojalá se valoren en su justa dimensión. No ha traído sólo espectáculos lucidores para llenar teatro, aunque sí lo ha hecho, y con esto hacer voltear la mirada hacia el ballet. También hace aportaciones artísticas y testimoniales sobre su estilo de trabajo. Como ejemplo para otros bailarines, pero sin la pretensión soberbia de mostrar su camino como el único que existe o sin abrogarse la declaración de ser la "única o la mejor bailarina del mundo".

Con humildad, pero con una extraordinaria claridad de metas y de labor artística Elisa Carrillo Cabrera está entre nosotros aportando ideas pero sobre todo ejemplo de realización de actividades de danza de alta calidad para llamar la atención hacia este arte como una posibilidad de transformación de nuestras vidas y de esa imagen deteriorada que tenemos en el mundo.

Sabemos que Elisa seguirá entre nosotros con sus amigos, con su familia, con sus proyectos que se multiplican para beneficios de los jóvenes bailarines, de los de mayor trayectoria, para beneficio del público y las personas e inclusive de los funcionarios que ven en Elisa un proyecto cultural confiable para llevar a cabo sus responsabilidades.

Elisa entre nosotros, siempre.

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