sábado, 21 de julio de 2012

Sin pretensiones propone su danzar, Odeón Circulo Escénico


Foto: Alejandro Martínez/Lumen Flujo Cultural
Por: Roberto A. Valenciano Capín

Es importante hacer un paréntesis a casi una semana de esta parca edición de uno de los festivales danzarios con más historia y tradición en México e internacional, al hacer un poco de memoria, porque como se ha visto se cuenta con una gran desmemoria que ha sido el talante de esta edición en esta fiesta de la danza.

Ya que para aquellos que respetamos y nos sentimos permeados por la mística de entender y disfrutar este hecho escénico que nos inculcó la querida Mtra. Lila López.

Gracias a esta pertinente inoculación, la cual se agradece, es oportuno recordar el peso que ha tenido esta Fiesta danzaria, así como sus recinto cultural, háblese de icónicos foros que han albergado y han sido de testigo de innumerables hechos dancísticos, como lo son el también conocido Coloso de Villerías y el Centro de Difusión Cultural "Rául Gamboa" del IPBA .

Ya que cada espacio tiene su propio peso y respeto, viene en razón a los someros parámetros que el festival ha planteado, si es que así es y parece ha menguado en estos tiempos.

El primero era como un espacio en donde se presentaba lo más granado de los proyectos dancísticos que contaban con una  sólida trayectoria y propuesta dancística, muchos de ellos tuvieron que pasar por el CDC, considerado como un espacio dedicado a la diseminación de la plena y cruda experimentación, así como la apertura de noveles propuestas coreógraficas del llamado interior del país, del mismo D.F y del extranjero.

Al quedar expuesto de una falta de una profesional  y visionaria curanduría que permita dimensionar, valorar las trayectorias y adecuarlos a los espacios a su querencia para cada compañía.

Por lo tanto, todo este referente es entorno a lo vacuo en cuanto a esa visión por darle su debido estatus y espacio a cada compañía y todo va por esa imperante inercia a lo sucedido en esta incipiente edición con la presentación de compañías que quedaron muy lejos de las expectativas de lo que da vida a esta fiesta danzaria de verano, entre sus planteamientos van en torno a generar el compartir, generar espacios de reflexión, así como la convivencia de la comunidad dancística con el público a través de la representación escénica, el cual ha quedado en una idea suelta en esta edición.

Aunado a las anheladas expectativas de disfrutar y provocarte por lo interesantes y arriesgadas propuestas, solo queda como una simple quimería o suspiro, a pesar de que algunas compañías han hechos toda una campaña en medios de comunicación al anunciar de cautivar al público mexicano, de aquellos que han formado parte del mismo por el innegable y forzado compromiso comercial, el infaltable amiguismo y más lo que se acumule.

Aún así, llegó la presencia del quehacer dancístico potosino que estarán exponiendo sus trabajos por casi una semana, al dar la apertura Odeón Círculo Escénico, bajo la dirección de Elizabeth Hernández en este decano festival danzario y tener como escenario,  un atribulado Teatro de la Paz.

Un Odeón Círculo Escénico que ha logrado  posicionarse como una de las tantas academias en la enseñanza, formación de la danza en esta capital potosina.

Bajo este tenor, a través de 12 coreografías o más bien, ejercicios escénicos muestran con dignidad su concepción de lo que es bailar, ya que no hay que olvidar  que a través de las misma buscan un acercamiento a la danza de  un público que no tiene mucho acercamiento a la misma, por lo cual  no podemos exigirse más.

Por consiguiente, a pesar de reconocer sus limitantes de su directora y coreógrafa al aclarar y reconocer que no tiene un gran dominio del lenguaje contemporáneo, por lo cual sustenta su trabajo tanto formativo-académico-como sus trabajos coreógrafos más en la combinación de lo clásico con lo jazzístico.

Se dieron a la  tarea de presentar algo digno a través de sus más destacadas alumnas, eso si, bien  entrenadas pero desafortunadamente bajo la ambiguedad y pobreza en cuanto tanto en la sustantibilidad de un discurso de movimiento como en lo argumental planteado en escena.


Aun así, a pesar de la gracia, el candor, la energía derrochada y en momentos se sintió contenida de sus intérpretes, al no tener los recursos interpretativos, se sintió un programa confortable dentro sus premisas para caer en lo parco, lo lineal y lo recurrente obviedad de esta puesta en escena.


De esta manera,  es de destacar la indiferencia de la comunidad danzaria a una de las partes de este rompecabezas de este danzar potosino que da fé de lo que se esta haciendo en estos momentos en este rubro escénico, quien sin más se entreteje a ese delgado y fino  hilo que se tensa entre  lo formativo con lo profesional.

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