viernes, 16 de noviembre de 2012

Cecilia Lugo alista coreografía creada con “mirada femenina”



Por: Alida Piñón / El Universal


La reconocida coreógrafa Cecilia Lugo está segura de que su más reciente obra, titulada Azul… como una ojera de mujer, le ha gustado a todo aquél que la ha visto por una sencilla razón: “ahí está la mirada femenina que todos tenemos, hombres y mujeres”.

La coreografía, que fue estrenada en días pasados en varios escenarios de toda la República Mexicana y la cual se verá por primera vez en la ciudad de México el 23 y 24 de noviembre en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, aborda el drama del desamor, de la entrega a una pasión, del erotismo y de la seducción femenina. De la resurrección del alma, de aquella que ha pasado tanto por la gloria como por el infierno del amor.

La obra está compuesta por tres coreografías y un prólogo. En Delirio, Cecilia Lugo aborda la pérdida del ser amado, inspirada en las Cartas de una monja portuguesa, texto escrito en el siglo XVII. El tratamiento no es narrativo, los intérpretes “bailan” con la voz, en un coro que funge como un mantra de lamentos, frases dolorosas que parecen sin sentido, ahí está la locura del desamor.

En Ensayo de una pasión habita el erotismo, los bailarines Gabriela Gullco Amirante, Guadalupe Acosta Tamayo, Marely Romero Espinosa, Itzel Zavaleta, Ugo Ruiz Nájera, Irvin Guerrero y Leonardo Schwatz danzan una historia en la que el amor vuelve a ser una posibilidad de gozo y placer, la vida después de la muerte como un anhelo.

Y en Azul… como una ojera de mujer, pieza que le da nombre a la trilogía, se encuentra la narrativa más terrenal, la banalización como el refugio del sobreviviente al naufragio amoroso, la confirmación de la vida. El prólogo y la conclusión suceden al ritmo de “Azul”, que es tema de Agustín Lara. “Mi paisaje triste se vistió de azul, con ese azul que tienes tú”, dice la canción.

“El prólogo y el epílogo tiene una estética de las películas de Juan Orol, el vestuario es original de la época de los años 40, no quería disfrazar a los bailarines. Mientras que la parte intermedia tiene que ver más con el universo femenino”, cuenta la coreógrafa en entrevista.

De acuerdo con Cecilia Lugo, directora de la compañía Contempodanza, todas sus obras poseen una carga muy fuerte de introspección. “No quiero hacer retórica con la danza, quiero decir las cosas que me parecen importantes y sé que cuando el creador considera que tiene algo que decir es porque siente que algo es verdadero. En este caso, mi verdad toca muchos corazones, creo que está la verdad de muchas mujeres y no hago concesiones. El arte no debe de entretener, sino conmover y transformar a través de un trabajo que tiene que ver con una estética y con un discurso profundo coherente o incoherente”, dice. Sobre la parte coral de la pieza, la coreógrafa refiere que fue un encargo al compositor Eduardo González. “Se dicen los fragmentos de la carta y es una parte muy delirante porque se trata de un texto de abandono, con una profundidad y una pasión increíble. Es una parte muy abstracta, pero hay otra parte en la que aparecen unos zapatos rojos que fungen como la idea de seguir adelante”, explica.

Y añade: “(La mujer) cuando han vivido una tormenta, te secas la lágrima, de arreglas el maquillaje y te consientes, te comes un pastel o vas de compras o te cortas el cabello, haces lo que se te da la gana, después de un momento de terrible decepción, pasas el momento de duelo y sigues. Por eso salen los zapatos rojos, es una metáfora de que las cosas terminan y comienzan otras. La vida, a veces, es menos dura y menos pesada pero depende de cómo quieras vivirla. Yo, Cecilia Lugo, le apuesto a vivirla con intensidad, con el drama y la pasión, pero también con alegría y con esa aparente frivolidad”.

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