martes, 20 de noviembre de 2012

Vil elogio del plagiario. Desde hace por lo menos tres años han ocurrido varios hurtos en el Centart



Por: Humberto Musacchio


Julio Ortega ha sido jurado del Premio FIL no cinco, sino ¡ocho veces! Esta larga permanencia entre quienes disciernen a quien ha de entregarse el galardón, con el dineral que lo acompaña, de manera natural ha hecho de él un dador de favores y, contra sus deseos o por ellos, un traficante de influencias. Por eso defiende las decisiones de las que resulta corresponsable, como la que benefició con el Premio FIL a un plagiario, a un individuo que ha faltado a la más elemental solidaridad con el gremio de escritores al que dice pertenecer. Pese a todo, en una entrevista concedida a un periódico caraqueño, Ortega defiende su nefasta actuación diciendo que detrás de la impugnación a Bryce Echenique “se esconden motivos de poder cultural, porque en México hay, y es normal, grupos de poder”. Ortega acusa en falso, porque no parece que los profesores de El Colegio de México que levantaron su voz contra el fallo pretendan dirigir la cultura de México o de otros países. Pero la mentirota evidente no obsta para que Ortega escupa esa tontería de que el “sistema cultural” de México (¿cuál sistema cultural?) requiere que alguien sea “el centro del poder cultural. Primero fue Octavio Paz, luego fue Carlos Fuentes, que tenía menos vocación de poder y era más nómada, y después fue Carlos Monsiváis. Pero ahora no hay nadie”.

Entre conveniencia y artería

En la citada entrevista con un órgano venezolano, Julio Ortega pasa de la defensa de un fallo aberrante a la franca artería: “Según el criterio de quienes se quejan —dice—, no se le podría haber dado el Nobel de Literatura a André Gide, que era pederasta, o el Premio Nacional de Francia a Jean Genet, que era un delincuente, o el Cervantes a Álvaro Mutis, que estuvo preso por estafa en México. A todos ellos yo les hubiera entregado sus reconocimientos, porque un hombre es muchos hombres y el escritor no es la excepción. Creo que la polémica es política.” Pues fíjese que no, porque Gide, Genet o Mutis no han sido acusados de robar textos ajenos, en tanto que a Price Echeníquel —como ya le dicen— se le acusa de robarse textos ajenos, no una gallina, como aclaró en su momento la investigadora chilena que hasta ahora ha descubierto que más de 30 textos del peruano son producto de la piratería. La insistencia de Ortega en mostrar a su protegido como un poquito embarazado, lejos de probar su inocencia, lo exhibe como un raterillo que si roba artículos periodísticos también puede apropiarse indebidamente de ideas, párrafos e historias completas de otros autores. Ése es el punto.

Cenart: tres años de robos
 
Desde hace por lo menos tres años han ocurrido varios hurtos en el Centro Nacional de las Artes sin que se sepa si han atrapado a los culpables. En la torre conocida como el Chocorrol se han robado diversos objetos de los investigadores, el CPU de una computadora en el cubículo dos del cuarto piso y libros y periódicos del cubículo siete del mismo nivel; y en el cubículo cuatro del sexto piso desapareció el disco externo de una computadora. Se sabe que personas hasta ahora desconocidas revisan el equipo buscando información y fue sustraído un proyector de la oficina de la administradora del Cenidi-Danza José Limón en el tercer nivel. Ante las reiteradas denuncias de los investigadores, la institución responde que la responsabilidad es de la empresa privada a la que se alquila el equipo. Pero el INBA sí tiene responsabilidad, pues no han sido forzadas las cerraduras de los cubículos y para sacar equipo de la torre se requiere un documento con la debida autorización, lo que implica que el robo lo comete personal del propio instituto o vigilantes que tienen acceso a las llaves correspondientes. Sobra decir que al sustraerse trabajos en curso de elaboración o realizados, las autoridades pueden argumentar que los investigadores no han trabajado o, peor aún, cualquier día aparece publicado un libro con la investigación hurtada, pero bajo el nombre de otro autor. Veremos en qué para el asunto.

Premios Walter Reuter 2012

Para discernir un premio de periodismo, es por lo menos extraño que se integre un jurado en el que, con excepción de la gran Carmen Aristegui, hay comunicólogos, oenegeros, un ombudsman, docentes, defensores de derechos humanos y feministas, pero no periodistas en ejercicio. Tal fue el caso del Premio Alemán de Periodismo Walter Reuter 2012 que se otorgó a Ricardo Ramírez Arriola por un trabajo fotográfico sobre la miseria indígena, mismo que subió a internet; el segundo lugar se le dio a Alejandro Sánchez por El vidriero, semblanza aparecida en Gatopardo que describe vida y milagros de Eruviel Ávila; y en tercer lugar, tercero, a Jesusa Cervantes y José Gil Olmos, quienes publicaron en Proceso el excelente reportaje Caso Monex: Salen a la luz más empresas fachada, único de los tres trabajos que se apegó al tema establecido por la convocatoria: Elecciones 2012, un reto para periodistas y sociedad. Los convocantes fueron la embajada de Alemania en México, el Instituto Goethe, la Cámara Mexicano-Alemana de Comercio e Industria y las fundaciones Konrad Adenauer, Heinrich Böll, Friedrich Ebert, Rosa Luxemburgo y Friedrich Naumann. En la próxima convocatoria podrán aclarar que hay un tema, pero que se vale enviar trabajos sobre cualquier asunto.

Breviario…

Exitazo de la ópera en Zacatenco. Daniel Leyva, quien está al frente de Difusión y Fomento a la Cultura del Instituto Politécnico Nacional, se anotó otro notable acierto al presentar una versión albiguinda de La Bohemia de Bizet. @@@ Pasado mañana, miércoles, a las siete de la noche, en la bella casona de Tacuba 53, a unos pasos del Metro Allende, dentro de las tertulias chocolateras que organiza Raúl Díaz se presentan los historiadores Francisco González y Belarmino Fernández. Por los cincuenta pesitos que cuesta la entrada hay derecho a diálogo, chocolate, pan, vinillo, rifa de libros y otros atractivos. @@@ Sigue la polémica por la Colección Blaisten. Laberinto, el suplemento cultural de Milenio, bajo la firma de Avelina Lésper publicó el sábado una interesante encuesta entre diversos artistas que reclaman el por qué el acervo tenga que salir del Centro Cultural Tlatelolco.

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