miércoles, 6 de febrero de 2013

El paso a paso de contradanza: 30 años la compañía se ha consolidado como uno de los grandes referentes de la danza mexicana



Por: Alida Piñon


Cecilia Appleton suele observar los documentos que dan cuenta de su trabajo, videos, fotografías, apuntes. “A veces busco alguna imagen y de pronto brotan muchas más, entonces entiendo por qué a veces me siento tan cansada; he trabajado en muchas cosas”, dice.

La memoria de su obra creada durante 30 años no provoca nostalgia, sino el deseo de seguir escribiendo con el mismo ahínco un capítulo más de la historia de Contradanza, compañía de danza contemporánea nacida en 1983, una de las referencias más importantes en la danza nacional.

Por las filas de Contradanza han pasado muchos de los bailarines y coreógrafos que al día de hoy siguen alimentando a la danza nacional como Laura Rocha, Gabriela Medina, Marco Antonio Silva, Saúl Maya, Laura Zermeño, entre muchos otros. La planeación de la fiesta por las tres décadas le provoca una reflexión:

“Hay tantas miradas, muchos encuentros y desencuentros, tantos que han colaborado. Si bien yo he estado al frente, Contradanza ha vivido gracias al trabajo de muchísimas presencias, de algún modo la compañía ha sido el nido, la casa de grandes artistas que en su momento colaboraron en esta historia”, cuenta.

En México no es común que una compañía conserve el mismo elenco por largos periodos, fenómeno que en más de un caso ha derivado en que el nombre del grupo sea sinónimo del coreógrafo que la dirige. Contradanza no es ajena a esa situación, sin embargo, defiende Appleton, su objetivo siempre ha sido mantener vivo un lugar abierto al diálogo con el otro, abierto a la colectividad.

“Sí hay un lenguaje que es mío pero se ha construido con el lenguaje de otros, no sólo en términos temáticos, también en la edificación de las obras y en la estructura de la compañía. Aunque a veces siento que soy como un jinete feroz que cabalga muchos caballos y que le ha tocado ver cómo algunos se han ido, como si nada, me he sentido herida en el orgullo; pero he llegado a entender que todos queremos seguir nuestros caminos”.

En la historia de la danza independiente mexicana Appleton ocupa un lugar fundacional. Treinta años podría parecer tiempo suficiente para no sólo ser reconocida por la comunidad cultural, sino también por el público. No es así, pese a que hay un nicho conquistado, acepta que aún hay mucho qué hacer en este sentido. No se busca la fama o la celebridad, sino conseguir que la danza permee en la sociedad con dignidad y justicia al trabajo realizado con entrega.

Reflejo de una sociedad

Críticos e investigadores han documentado cómo la década de los 80 fue de las épocas más ricas para la danza en términos de búsqueda estética y discursiva. Había entonces una necesidad de hacerse escuchar y de marcar las nuevas tendencias. Así, nacieron compañías independientes como Contradanza. Esa efervescencia creativa, dice Appleton, estaba cobijada por la sensibilidad de un público abierto. Con el tiempo, el interés se fue diluyendo.

“En los años 90 algo se perdió. La sensibilidad se perdió o se distrajo con lo que empezó a ofrecer el mundo global, y los artistas dejamos de ver a la gente para encerrarnos en nuestros universos, fuimos contra la naturaleza de la danza, que es la colectividad”, lamenta.

Por suerte, asegura, el nuevo milenio está siendo marcado por un interés renovado. “A mí me sorprende que después de 30 años hay gente que sigue preguntando qué es la danza contemporánea y por qué nos dedicamos a esto; eso dice mucho del país, los gobiernos y la educación, ¿por qué el cuerpo que es templo de todos los seres humanos no causa el mismo impacto que la palabra? Ante esto sólo se puede seguir insistiendo”, dice.

Y añade: “En los últimos años ha habido campañas en contra de la obesidad y a favor del ejercicio, lo cual está muy bien, pero sólo se piensa en el gimnasio y en el yoga pero no se piensa en el cuerpo como una profundidad a la que hay que llegar”.

La coreógrafa vislumbra un fenómeno más, del que ha sido testigo y, alguna vez, partícipe: la rendición ante la mercadotecnia.

“En el arte se quieren hacer cosas novedosas, impactantes, pero creo que eso no ayuda mucho y yo no quiero perderme. He visto otras compañías que están ganando más en la mercadotecnia que en su fondo. Si ya tuvimos un presidente gracias a la mercadotecnia, entonces estamos en un punto en el que todo se vale. No deberíamos querer ser algo vendible. He caído en esa tentación, pero he tenido que repensar y ahora sigo creyendo que quiero llegar a ese espectador que sé que aún existe, el que busca el fondo”.

Contradanza fue beneficiada con el Epro Danza (Inversión en Producción de Danza Nacional); el apoyo servirá para hacer una serie de proyectos con los que festejará el aniversario de la compañía:

El 13 de marzo en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris bailará M-H Confesiones de despedida, una obra que en los últimos años ha presentado en distintos foros y que, en su carrera, representa un reto no sólo por las exigencias físicas, sino por el tema que plantea, la relación madre hijo.

El segundo proyecto es la creación de un blog donde dará cuenta del proceso creativo de tres obras en las que colaborará con distintos coreógrafos y bailarines, para, al final, crear un montaje que llevará a diversos estados en el otoño. “En España exhibían una exposición del Guernica con material sobre el proceso de la obra, y me pareció tan interesante ir viendo la construcción hasta llegar a la gran obra. Quiero que el público acompañe lo que haremos, así que el proceso lo iremos subiendo a un blog”.

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