Por: Roberto A. Valenciano Capín
Bajo la sombra agusta de esas voces que van desde el tango, el son, el bossa nova y hasta el seguidillo, aunado a un repertorio selecto de canciones que sin más forman parte del acervo musical popular de América Latina, fueron los detonantes para la presentación del segundo trabajo discográfico del proyecto Tango Son.
Al tener un patio del Palacio Municipal como testigo y a la vez logró albergar tanto a potosinos como visitantes gustosos de la música y ser partícipes del programa “Palacio Vivo” que organiza la Dirección de Cultura Municipal, la cual consiste en realizar un concierto de gran convocatoria en cada una de las temporadas del año -primavera, verano, otoño e invierno-, con propuestas musicales de todos los géneros.
De esta manera dar inicio este afán melódico de Tango Son del rescate y difusión de la música mexicana y latinoamericana mediante un especial tratamiento vocal y con arreglos musicales que hacen destacar aun más la belleza de cada tema, dando como resultado la fusión de estilos, la cual cumple su cometido.
En donde la complicidad armónica hace loable esta perspectiva de su trabajo, pero es de destacar ante todo esta honestidad plena ofrecida en el escenario, que más que dicha, el mismo acto mismo lo asevera, pero queda desafortunadamente más a pulso lo emocional y sensitivo más que esa palabra molesta o quizás para muchos inquisitiva, como es el arriesgar, es decir, la búsqueda de un lenguaje propio tanto dentro del rubro musical como letrístico. Compartir y ser compartido.
Tanto lo fue así, para quedar solo como un suspiro, al ir trazar este itinerante musical con un -adoro- del compositor yucateco Armando Manzanero, para ir paulatinamente circulando bajo el tiento del porque le da su razón de ser este proyecto musical con la interpretación del tango -Los mareados- de Juan Carlos Cobián.
En donde la complicidad armónica hace loable esta perspectiva de su trabajo, pero es de destacar ante todo esta honestidad plena ofrecida en el escenario, que más que dicha, el mismo acto mismo lo asevera, pero queda desafortunadamente más a pulso lo emocional y sensitivo más que esa palabra molesta o quizás para muchos inquisitiva, como es el arriesgar, es decir, la búsqueda de un lenguaje propio tanto dentro del rubro musical como letrístico. Compartir y ser compartido.
Tanto lo fue así, para quedar solo como un suspiro, al ir trazar este itinerante musical con un -adoro- del compositor yucateco Armando Manzanero, para ir paulatinamente circulando bajo el tiento del porque le da su razón de ser este proyecto musical con la interpretación del tango -Los mareados- de Juan Carlos Cobián.
Bajo el timming del pegojoso bossa nova se desentraña Insensatez y bajo él mismo se interpreta -Fina Estampa -de Isabel-Chabuca- Granda.
En este recorrido musical se van delucidando imágenes placenteras que convergen gracias a su interpretación que a diestra y siniestra no hay peros, a pesar de esa continúa circulación de personas, unas con caras de ¿que es esto?, aun así se quedan en tránsito y optan por irse, otras, simplemente no fueron cautivadas por este hálito de ambientes insinuados por este proyecto potosino, queretano e hidrocálido.
Sin embargo, hay un amable componente y sin más volverse en momentos gratos que nos acercan a esa anhelada comunión de y con la música a pesar de su talante de reversiones o como simplemente se conocen como covers, al hacer la invitación a cantar a la madre de Valeria y ser de esos pocos momentos emotivos al interpretar a dúo, la canción -Solos- de Leónidas Araujo y Nicolás Fiallos.
Así como invitar al pianista y maestro Samuel Martínez Herrera, en esta ocasión en la melódica y de esta manera ser parte de este ensamble con la pieza - Dos Gardenias- de Isolina Carrillo.
Para complementar esta presentación con las canciones: -Paloma Negra- de Tomás Méndez, -la Cumparsita- de Pascual Contursi y Hernán Matos.
En la propia voz de Valeria Martín del Campo comento: " Este programa no esta completo sin este tango: - Nostalgia- de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadicamo, en donde sus integrantes: Roberto Gómez en la guitarra y arreglos, Valeria Martín del Campo en la voz, Ricardo Vega en el contrabajo y Guillermo Barrón en las percusiones se dieron vuelo a este jugueteo de las sonoridades que se extienden de sustancia y de una riqueza melódica por varios minutos y de esta manera dar por concluído este singular concierto.
Ante un cálido aplauso del respetable que se dio cita a este encuentro musical emanada desde estas entrañas urbanas potosinas.
Sin embargo, hay un amable componente y sin más volverse en momentos gratos que nos acercan a esa anhelada comunión de y con la música a pesar de su talante de reversiones o como simplemente se conocen como covers, al hacer la invitación a cantar a la madre de Valeria y ser de esos pocos momentos emotivos al interpretar a dúo, la canción -Solos- de Leónidas Araujo y Nicolás Fiallos.
Así como invitar al pianista y maestro Samuel Martínez Herrera, en esta ocasión en la melódica y de esta manera ser parte de este ensamble con la pieza - Dos Gardenias- de Isolina Carrillo.
Para complementar esta presentación con las canciones: -Paloma Negra- de Tomás Méndez, -la Cumparsita- de Pascual Contursi y Hernán Matos.
En la propia voz de Valeria Martín del Campo comento: " Este programa no esta completo sin este tango: - Nostalgia- de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadicamo, en donde sus integrantes: Roberto Gómez en la guitarra y arreglos, Valeria Martín del Campo en la voz, Ricardo Vega en el contrabajo y Guillermo Barrón en las percusiones se dieron vuelo a este jugueteo de las sonoridades que se extienden de sustancia y de una riqueza melódica por varios minutos y de esta manera dar por concluído este singular concierto.
Ante un cálido aplauso del respetable que se dio cita a este encuentro musical emanada desde estas entrañas urbanas potosinas.
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