jueves, 30 de mayo de 2013

EL DANZÓN, DE LOS MÁS POPULARES EN LA MÚSICA MEXICANA



¿Quién no reconoce los primeros acordes de Nereidas, Juárez o No debió de Morir y Pulque para dos? Al parecer el danzón se aclimató muy bien en la Ciudad de México, pues “forma parte de la memoria musical y emocional de miles de mexicanos”, aseguró el sociólogo José Luis Cerón, quien participa en el ciclo “Conversaciones musicales”, organizado por la Fonoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En este “reencuentro con nuestras músicas en capital del país”, también se llevará a cabo una demostración por el grupo Danzoneros de Azcapotzalco y la marimba Alma de las Américas, este viernes 31 de mayo, a partir de las 17:00 horas, en Córdoba 47, colonia Roma.

Profesor de la Escuela de la Música Mexicana, Cerón puntualizó que “hoy en día el danzón es uno de los bailes populares que más curiosidad despierta entre propios y extraños. Su cadencia y extenso repertorio no deja de asombrar y cautivar desde el aficionado hasta al conocedor”.

Dijo que este género, como otros ritmos populares —que “llegan a la entraña misma del pueblo y que se quedan allí para siempre”— no sólo es música y baile, sino todo un estilo de vida, por lo que ha sido protagonista de películas inolvidables, desde Salón México (1948), con Marga López y dirigida por Emilio Fernández, hasta Danzón (1991), de María Novaro.

El sociólogo explicó que en su charla hará un recorrido por la historia del danzón, desde sus orígenes en las Antillas, con la fusión de ritmos haitianos y cubanos que tuvo lugar en Santiago de Cuba durante el siglo XIX, para posteriormente entrar a México por la blanca Mérida y el puerto de Veracruz.

Aseguró que este ritmo “ha probado, en su desarrollo, ser mexicano sin rechazar su origen. Nos corresponde a nosotros velar porque recobre, reinventándose, el lugar que le corresponde dentro de la sociedad mexicana”.

Además este ritmo “concentra parte de la memoria musical y emocional de miles de mexicanos”, como prueba de ellos están los grupos que lo practican en parques, plazas públicas, salones de baile y casas de la cultura que “surgen de la sociedad civil y en eso radica su importancia”.

Orígenes caribeños

“México recibió de Cuba y de algunas otras naciones caribeñas distintas corrientes musicales, sobre todo desde fines del siglo XVIII y hasta el siglo XX”, explicó José Luis Cerón.

El danzón proviene de una fusión de ritmos haitianos, como la contradanza inglesa (country dance) adoptada en Francia en el siglo XVII, y de cubanos de ascendencia africana, también de ritmos europeos aclimatados como el minueto, el rigodón, los lanceros y otros bailes del mismo origen.

Durante el siglo XIX en Cuba, la contradanza devino en la criolla y después en la “danza cubana”. En 1842 “surgieron las primeras contradanzas cantadas, que luego se convirtieron en las famosas habaneras”.

El primer danzón se atribuye al célebre músico de Matanzas, Miguel Faílde Pérez (1852-1921), y fue tocado por primera vez el 12 de agosto de 1879. Se llama Las alturas de Simpson, en referencia a un barrio matancero. También compuso otro titulado Cuba libre, abundó el especialista.

Muchos danzones cubanos llegaron a México a través de los puertos del Caribe y el Golfo de México durante la segunda mitad del siglo XIX; el primero de origen mexicano fue compuesto para piano por Juventino Rosas, en 1883, y se llamó Flores de Romana. Las primeras grabaciones datan de 1904: Danzones mexicanos y Danzones Veracruzanos, y fueron realizadas por el compositor y director de compañías bufo-cubanas Enrique Guerrero.

Toda una tradición

“Es curioso señalar que habiendo sido Cuba la cuna del danzón, en los últimos tiempos tiende a desaparecer, pues se interpreta muy esporádicamente”, refirió Cerón. Sin embargo, en México llegó para quedarse. “Resultaría casi imposible cuantificar los danzones cubanos que han destacado dentro y fuera de ese país, siendo Almendra, de Abelardo Valdez, el más conocido y gustado”.

Destacó que es enorme la lista de directores de danzoneras, orquestas, compositores, arreglistas y ejecutantes del género. Entre los de origen cubano destacan Consejo Valiente “Acerina”, Mariano Mercerón y Arturo Núñez; y entre los nacionales sobresalen Amador Pérez Torres “Dimas”, Noé Fajardo, José Gamboa Ceballos, Rafael de Paz, Carlos Campos, Everardo y Juan Córdoba, Agustín Pasos, Severiano Pacheco, José Bojórquez y Macario Luna, entre otros.

Las danzoneras y orquestas más conocidas son: la Criolla Tropical, la de Juan Concha, de Absalón Pérez, de Tomás Ponce Reyes, de Gus Moreno, la Banda Víctor, la de Alberto Domínguez, de los Hermanos Márquez, de Ángel “Chino” Flores, de Emilio B. Rosado y Los Xochimilcas.

Sobre la forma de bailar el danzón, el investigador explicó que “es más lento y variado que la danza y la contradanza. Las parejas bailan abrazadas prácticamente sin moverse de su sitio. Es un baile cadencioso, sencillo pero elegante en sus pasos, y tiene como característica muy particular que durante cada estribillo, después del primer tema, descansan los bailadores, abanicándose la mujer y secándose con el pañuelo el hombre, galanteando mientras tanto”.

“Comparto la opinión de muchos conocedores de que el descanso, durante la introducción y los estribillos, demuestra que la pareja conoce la estructura musical del danzón”, concluyó.

La segunda sesión del ciclo “Conversaciones musicales”, tendrá lugar este viernes 31 de mayo, a partir de las 17:00 horas, en la Fonoteca del INAH (calle Córdoba 47, colonia Roma). Entrada libre.

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