lunes, 22 de julio de 2013

Un sueño de una noche de verano potosino con el Ballet Carmen Roche



Fotos: Francisco Acosta.
A la memoria de Eduardo López Lemus +

Por: Roberto A. Valenciano Capín

Sin lugar a dudas, se cumplió una de las premisas propuestas por su directora Carmen Roche de no solo impactar al público conocedor  y no de la danza, sino hacerlos parte  de esta adaptación  de este clásico universal como es  "El sueño de una noche de verano" del  dramaturgo, William Shakespeare.
 
Como parte de esta decana fiesta de la danza en su trigésima tercera edición que se desarrolla en esta capital potosina.
 
Un título como “El sueño de una noche de verano” supone por sí mismo un reclamo suficiente para congregar a un nutrido número de público, tal y como fue en este caso a esta propuesta dancística.
 
De la fecunda producción literaria William Shakespeare (1564-1616) surgió esta comedia romántica. La obra ocurre en un solo acto. Primero nos encontramos con Oberón y Titania, rey y reina de las hadas con sus respectivos acompañantes: Puk el elfo y la hada, fiel acompañante de Titania. Mientras en el mundo real los enamorados Hermia y Lisandro y Helena y Demetrio. En esta noche de verano se mezcla el mundo de las hadas y el mundo real. En el bosque Oberón y Titania pelean por un retrato de un apuesto pajes que Titania quiere tener para sus servicios. Oberón celoso y enfadado propone a Puck que  través de una flor mágica que tiene el poder de enamoramiento sea frotada en los ojos de Titania, quien ya débil y enamorada le entregue al paje. Mientras tanto unos comediantes del mundo real ensayan una obra de teatro y bajo la magia de la flor no ve a Oberón sino a uno de los comediantes, en donde Puck le puso una cabeza de asno y cae inevitablemente, pero ante tal situación Puck repone bajo el la magia de esta flor y para los cuatro enamorados no fue más que un sueño de una larga noche de verano.
 
A pesar de la premisa de que las obras maestras no deben tocarse, como no sea para mejorarlas; como satisfactoriamente  sucedió en este caso de esta dualidad; literaria/danza.

Sin lugar a dudas, una de las virtudes de este hecho dancístico es  la construcción de una estructura coreográfica sostenida y con frases bien definidas, de gran intensidad, de gran calidad   y sin perder ese tono propuesto por la obra misma, todo bajo el talante creativo del coreógrafo Tony Fabre y el diseño de iluminación de Nicolás Fischtel.


Aunado a la exquisitez tanto de pax de deux, pax de trois  y grupal en donde la frescura, la gracia, expresivo, percusivo, así como el humor se combinan con gran solvencia técnica e interpretativa de sus bailarines que corroboran el estado actual del ballet español  a pesar del mal momento histórico que pasan.
 
Siendo otras de las virtudes, el  darle ese toque personal de su creador a esta historia y a la vez poder construir de forma nítida y puntual los roles para recaer todo el peso dramatúrgico en cinco personajes, aunado a la excelsa dialogo musical bajo el halito  de Henry Purcell, así como los pocos elementos en escena que le dan vida a este delectivo sueño de verano.

Sin hacer dejo del equilibrio en cuanto al encanto y personalidad de cada personaje, destacándose el trabajo de la pareja de los bailarines de Hong Kong y Japón, sin hacer dejo de los demás que integran esta compañía de ballet que es reconocida en España por la difusión del ballet clásico y versiones remozadas de estas coreografías.

Y serles agradecidos por esta forma muy particular de percibir la danza como una exhalación del alma y vivificar el imaginario a  todos los rincones del cuerpo, hecho que se traslucido a través de un arropador aplauso, los bravos y a una sola voz ¡ España, España! en este centenario escenario del Coloso de Villerias.

De esta manera, como diría el critico e investigador Gustavo Emilio Rosales, "hay piezas que expresan, que se atreven, que callan, que triunfan, que no nacen; hay también, las menos, que son una bisagra de luz para entender las necesarias transformaciones de un estilo, un campo, una latencia...", este es el caso  de esta obra que "coadyuva a iluminar la condición de la danza como un saber efímero, fuera del imperio del logocentrismo".

 

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