Que los gustos musicales cambian con la edad, eso es un tema que ha puesto a discutir a muchos melómanos. No obstante las estridencias de la juventud y la relajación de la madurez son un reflejo de estos gustos. Sin embargo, lo cierto es que, a medida que envejecemos, la música pierde importancia en nuestras vidas. Así lo afirma un estudio realizado en Reino Unido que comprobó que el consumo de música se reduce con la edad.
Tomando en cuenta que existen centenares de estudios sobre los jóvenes y sus pasiones musicales, pero apenas hay literatura científica sobre la manera en la que el paso del tiempo afecta a los gustos musicales, investigadores de la Universidad de Cambridge se propusieron comprender el rol que la música juega a lo largo de la vida de una persona por medio de dos estudios.
Según publicó el Journal of Personality and Social Psychology, para la primera investigación usaron una muestra de nueve mil personas de entre 13 y 65 años en los que midieron tres variables diferentes: el consumo semanal de música y el contexto en el que esta es disfrutada (dónde y con quién suelen oírla). De igual manera, les pidieron que eligieran de entre cinco frases sobre la importancia de la música en su vida.
Los investigadores comprobaron así que de 25 horas semanales cuando se tienen 18 años a un mínimo de 12 alrededor de los 60, el consumo de música se reduce con la edad. Sólo con la jubilación, la cifra parece repuntar un poco. Por otra parte, el sitio preferido para oír música es el coche y esto no cambia con la edad. Sorprendentemente, la mayoría prefieren oírla a solas, sobre todo los jóvenes, mientras que los conciertos y locales figuran en penúltimo lugar.
Sobre la importancia que la música tiene en las personas, esta también se modera con la edad y, a pesar de que un tercio declaró se refirió a ella en muy buenos términos, la mayoría de ellos eran jóvenes. A medida que se cumplen años las declaraciones que restan relevancia a la música siguen el patrón contrario y hasta un 42% de los que rondan los 65 consideran las canciones poco importantes en su vida.
En lo referente a los gustos musicales y a las nacionalidades de los sujetos, queda aclarar que, aunque todos eran británicos o estadounidenses, el peso de la música anglosajona permite extender sus conclusiones al resto de países en donde las preferencias de los oyentes se inclinan por esta.
El segundo estudio, por su parte, pretendió comprobar si, los gustos musicales cambian con la edad y si estos cambios están relacionados con la evolución personal de cada uno.
Para ello, los investigadores crearon un modelo musical con determinadas características que comparten varios estilos. De esta manera, los sonidos intensos agruparon el rock, punk o el heavy metal, y en la categoría sofisticada al jazz, el blues o la música clásica. Mientras que como música suave clasificaron a los ritmos étnicos y el new age, y como música sin pretensiones, al pop o el country. Por último, el rap, reggae o el soul, fueron clasificados como contemporáneos.
En esta investigación los resultados se apoyan en una encuesta a más de 250 mil personas realizada por internet durante los últimos 8 años. En ella, los participantes mostraban sus preferencias musicales y realizaban un test de personalidad además de confesar su edad.
“Los años de la adolescencia están a menudo dominados por la necesidad de establecer la identidad y la música es una forma barata y efectiva de conseguirlo”, dice Jason Rentfrow, coautor del estudio.
Así, los sonidos estridentes y las letras supuestamente provocadoras son la mejor manera para los jóvenes de mostrar su rebeldía, lo cual se confirmó al observarse la correlación negativa que hay entre la preferencia por estas músicas y el incremento de edad, donde predominan los estilos suaves, románticos y bailables. Esto, finalmente, revela que la música, sin duda, varía en función de las grandes etapas de la vida.
El estudio demostró que, a medida que se entra en la madurez, los géneros más sofisticados y los menos pretenciosos ganan terreno. Mientras que para los investigadores, ambos estilos son vistos como relajantes y revelan un interés estético que se puede relacionar con el estatus social. En ambos casos, la música funciona como una evasión de la agotadora realidad de cada día.
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