martes, 8 de octubre de 2013

Informe del INAH determina que intervención a “El Caballito” causó daños irreversibles en el 50% de su superficie

 

Foto: INAH.
Foto: INAH.
 
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) determinó que la intervención realizada a la estatua ecuestre de Carlos IV, conocida como “El Caballito” presenta daños en el 50 por ciento de su superficie, causados por la pérdida irreversible de la pátina original de la escultura, derivada del uso de ácido nítrico al 30 por ciento.
 
En rueda de prensa, César Moheno, secretario técnico del Instituto, aseguró que la intervención realizada por el señor Arturo Javier Marina Othón, presuntamente contratado por funcionarios del Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México, no contó ni cuenta con la autorización del INAH.
 
Asimismo, dio a conocer que se violó la ley federal sobre Monumentos y Zonas arqueológicas, artísticas e históricas y su reglamento, por lo que el Instituto presentará una demanda ante la Procuraduría General de la República (PGR) contra quién o quienes resulten responsables por dicha intervención.
 
Según el dictamen, la escultura presenta desaleación y pérdida irreversible de elementos (estaño y zinc) por el uso de ácido nítrico al 30 por ciento; corrosión del bronce y abrasión de la superficie por el uso de cardas metálicas.
 
En la parte del pedestal se presentan daños por disolución de materiales constitutivos por escurrimiento y absorción del ácido nítrico y óxidos; y manchas en la piedra por el escurrimiento y absorción de la solución del ácido nítrico.
 
También, manchas en los tableros de mármol por escurrimiento del ácido nítrico; manchas en los tableros de mármol por salpicaduras de óxidos de hierro de los andamios; incremento de los daños preexistentes en la piedra, lo que alteró las propiedades físicas del material y demeritó las cualidades estéticas del monumento histórico.
 
Asimismo, se menciona la disolución y desprendimiento de capas superficiales de carbonato de calcio, ocasionados por una limpieza con agua a presión de los tableros de mármol.
 
El informe señala, además, que los documentos presentados por el Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México y por Arturo Javier Marina Othón, mediante los cuales se pretendió obtener solicitud de autorización por parte del INAH de manera extemporánea, están incompletos.
 
El dictamen indica que “no se presentó cédula profesional de restaurador responsable; no cuenta con un currículum completo del responsable de los trabajos; no se presentó un diagnóstico preliminar que justifique las intervenciones realizadas”; además de que “planteó métodos y materiales de intervención sumamente agresivos que afectaron la integridad del monumento histórico, y su ejecución no autorizada generó daños irreversibles”.
 
De acuerdo con César Moheno, el valor cultural del monumento histórico intervenido es incalculable.
 
Sin embargo, señaló que la estimación de los daños ocasionados al monumento por la intervención realizada por Arturo Javier Marina Othón, asciende a un millón 415 mil 723 pesos.
 
Destacó que los daños generados son irreversibles, por lo que consideró urgente iniciar un proceso de intervención para estabilizar el monumento histórico y restituir los elementos necesarios que garanticen su conservación.
 
Se informó también que el proyecto para estabilizar el monumento y restituir los elementos necesarios que garanticen su conservación deberá ser presentado al Instituto Nacional de Antropología e Historia para su aprobación.
 
La ejecución de los trabajos que al efecto se autoricen por el INAH será supervisada por personal de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural y de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos.
 
Moheno explicó que después de constatar los hechos, el INAH requirió la suspensión de las obras por no contar con la autorización correspondiente.
 
Mencionó que el Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México, pretendió tardíamente obtener una autorización para los trabajos ya iniciados sin autorización.
 
Dado que la intervención no contó con un proyecto que la justificara, afirmó que el INAH constituyó una comisión de especialistas para establecer un dictamen sobre los daños que había sufrido el monumento histórico.
 
La comisión estuvo integrada por las restauradoras especialistas en metales Luisa María Mainou Cervantes, Patricia Gabrielle Meehan Hermanson, Jannen Contreras Vargas y Gabriela Peñuelas Guerrero.
 
El químico metalúrgico Ángel García Abajo y los arquitectos Saúl Mendo Muñoz, Alfonso López Heredia y Antonio Mondragón Lugo, de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, y de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos.
 
De acuerdo con Moheno, Javier Marina planteó métodos y materiales de intervención sumamente agresivos que afectaron al monumento y aclaró que los materiales utilizados, como el ácido nítrico, se han dejado de emplear en restauraciones de metales desde la década de los cincuenta.

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