Por: Mónica Maristain
Que el escritor mexicano Juan Villoro tiene un lugar más que ganado en el medio literario nacional y continental, no hay quien lo niegue. Como un convencido heredero de ese gran cronista que fuera Jorge Ibargüengoitia, también ha desarrollado una magnífica carrera como periodista.
Una prueba de ello es el libro del 2012 ¿Hay vida en la tierra?, un compendio de crónicas escritas a lo largo de 17 años en distintos periódicos y revistas y que a su vez constituye el libro número 100 editado por Almadía, la prestigiosa firma oaxaqueña.
“Cuando estudiaba Sociología tenía un maestro que nos decía: estudien, muchachos, o van a acabar de periodistas. Le parecía en los ‘70 que el último escalón social era el periodismo. Era la época en que Abel Quezada solía dibujar a los periodistas como seres famélicos sostenidos por unas varas para que no se fueran de espaldas”, contó Villoro durante la presentación de dicho volumen.
“Estaban ante un teclado y tenían enfrente una torta compuesta colgando de un hilo y en el afán de morder un bocado de pronto escribían en las teclas, como el burro de la zanahoria, iban comiéndose ese sándwich y haciendo sus artículos. Esa era la idea que predominaba del periodismo”, dijo.
“Las cosas han mejorado, no tanto como quisiéramos muchos, pero digamos que el prestigio de los periodistas ha aumentado al grado de que los príncipes como el de Asturias ya no se casan con princesas sino con periodistas”, precisó.
El autor para quien “el periodismo sirve para buscar lo que no todos quieren conocer: la verdad”, recibirá el próximo 8 de diciembre Juan Villoro el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, en el marco de la 27 Feria Internacional del Libro en Guadalajara (FIL).
“Tuve la suerte de conocer a Fernando Benítez y trabajar con él en el proyecto de un periódico que no llegó a realizarse. Yo dirigía la sección de cultura de ese hipotético diario y durante dos años nos reunimos a planear el proyecto.
Para mí fue un aprendizaje extraordinario, que se agregó al que había recibido por libros como Los indios de México o El rey viejo. En el primer número que dirigí de La Jornada Semanal, señalé que trataríamos de seguir la estela de Fernando Benítez, reinventor moderno de la idea de suplemento cultural. Por todo esto me da mucho gusto estar asociado a un reconocimiento que lleva su nombre. He participado como comentarista en los homenajes que recibieron Vicente Leñero, José Emilio Pacheco y Roger Bartra. Obviamente, me siento muy honrado de seguir su trayectoria”, expresó Villoro en un comunicado de prensa distribuido por la oficina de prensa de la FIL.
EL PERIODISMO REDIGNIFICADO
“Esta profesión redignificada por tantas personas empieza para mí con Jorge Ibargüengoitia. Cuando él llegó al Excelsior de Julio Scherer García, éste, con la capacidad que tenía de fraguar destinos periodísticos le dijo: te he invitado aquí porque no eres un articulista político ni eres un articulista económico ni eres un ensayista literario. Entonces: ¿qué soy?, le preguntó Ibargüengoitia. Eres la persona que en las páginas editoriales del periódico va a hacer lo que se le dé la gana”, contó Villoro.
“Y, efectivamente, Jorge Ibargüengoitia, a lo largo de sus crónicas, donde por cierto era vecino de Abel Quezada, nos demostró que los misterios de la vida diaria son una manera de narrar la realidad. Una microhistoria de lo que estamos viviendo y que, más allá de las noticias contundentes que aparecen en la primera plana, hay otro tipo de asuntos que también nos definen acaso de manera más perdurable”, agregó.
“Muchos años después, me habló Julio Scherer García para solicitarme una nota sobre Cuba. Cuando te habla Julio Scherer García y tú te has dedicado al periodismo, pues es como si Zeus te hablara del Olimpo y te dijera: tienes una encomienda. Naturalmente dices: – Sí, don Julio, qué quiere que haga, qué guerra quiere que cubra, das la patria potestad de tu hija si es necesario.
Al llegar a Cuba me encontré con un amigo escritor al que le dije: he decidido no meterme en la vida política de la isla, sino en algo más fino y menos trabajado que es mostrar cómo viven los cubanos, cómo es la vida cotidiana, cómo consiguen un jabón y entonces mi amigo me contestó, de manera inolvidable: en Cuba no hay nada más político que la vida cotidiana.
Lo que él me señaló es que la vida cotidiana, inevitablemente, es política. Se trata de noticias aparentemente intrascendentes, pero que son las que nos definen a la larga”, expresó.
Juan Villoro nació en la Ciudad de México en 1956. Estudió sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana y fue alumno de Augusto Monterroso.
Amante de la música, condujo de 1977 a 1981 la emisión El lado oscuro de la luna, en Radio Educación. Fue agregado cultural en la Embajada de México en Berlín entre 1981 y 1984. Ha sido profesor de literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México y profesor invitado en las universidades de Yale, Boston, Pompeu Fabra y Princeton.
Es colaborador de publicaciones como El País, ABC, El Malpensante, Letras Libres, Nexos, Proceso, entre otras. Dirigió el suplemento cultural La Jornada Semanal de 1995 a 1998. En 2004 recibió el Premio Herralde por su novela El testigo y en 2010 el Premio Internacional de Periodismo Rey de España.
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