miércoles, 15 de enero de 2014

Aquí te quedas, con nosotros, Juan Gelman



Las palabras de Gelman conocen el Fervor de Buenos Aires de Jorge Luis Borges y la gloria del canario de Lezama Lima, saben del olor a tierra que transpiran los versos de la Primera Residencia de Neruda, del vuelo de Huidobro y el misticismo pagano y libertario de Gonzalo Rojas, pero ellas vienen de las derrotas de la libertad, su desolación no es culpa del poeta, es obra de los militares de América, de sus adiestradores de West Point, de la indiferencia y el miedo, por eso s...

e detienen frente a la juventud asesinada, porque hay latitudes del dolor que no pueden ser dichas, que no hay palabras que las contengan:

Esto no es un poema.
Hablo de lo que fue.
De mi hijo, donde caía
Tanto mar y cupo tanta sombra.
¡A ver si se presenta la palabra!
¡A ver si se puede!
¡Ahí da vuelta la esquina
para no verme más!

Juan Gelman sabe que la “La poesía no hace/ que algo suceda (…) Sobrevive como/ sobrevive la imposibilidad” Los versos de Pushkin son para él las voces enigmáticas que recita el que ha sobrevivido, son las palabras del que sabe que sobrevivir es vivir con la muerte demasiado cerca. Si no fuera por el amor que anda por sus versos, por sus jardines femeninos y sus dientes de leche, sus palabras serían tan oscuras que no podríamos asomarnos a ellas sin ahogarnos en su tristeza. Es por el amor que sus palabras nacen y porque resistir es necesario, por eso recuerda a las muchachas, su nuera y tantas otras, que hicieron frente a la turba de asesinos, y que fueron capaces de “quemar esta tristeza en la tarde/como parva para espantar los siglos”.
 
Aquí te quedas, con nosotros, Juan Gelman.

Eduardo Vázquez Marín.


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