viernes, 14 de febrero de 2014

“La vida de Adele”, el cineasta torturador y la actriz traicionera: un cóctel para ganar la Palma de Oro

                                 
                                                   
 
La historia de dos jóvenes, una de ellas con el pelo azul. Foto: Especial
La historia de dos jóvenes, una de ellas con el pelo azul. Foto: Especial
 
Protagonizada magistralmente por la actriz francesa de moda Léa Seydoux,  quien a sus 28 años ha trabajado ya con Quentin Tarantino (Inglourious Basterds) y Woody Allen (Midnight in Paris) y la inolvidable Adèle Exarchopoulos, su compatriota, la película llega precedida de una enorme controversia generada luego de que obtuviera la Palma de Oro en Cannes 2013.
 
 
Al jurado presidido por Steven Spielberg pareció conmoverle esta película que a otros podrá resultar engañosa y efectista, que destaca sobre todo por las fuertes escenas de sexo entre dos jóvenes mujeres, una de las cuales se despierta al amor físico y espiritual con una inocencia entrañable y unas expectativas virginales, propias de una edad en la que corresponde creer en todo, incluso en el amor.
 
Se trata de un filme simple por no decir simplista en su contenido; complejo y sofisticado en su forma, que se regodea en los primeros planos de dos jóvenes extraordinariamente bellas y que acuña la previsible estetización de la práctica sexual, un elemento que llevará la gente al cine y que hará sonrojar al más puritano, mantener la mirada fija al más morboso.
 
UNAS ESCENAS REPETIDAS Y REPETIDAS
 
Precisamente, las calenturientas y detalladas encamadas de las protagonistas son el nudo de una agria polémica que ha enfrentado irreversiblemente al equipo técnico y a una de las actrices principales con el director, acusado ahora de torturar a sus colaboradores con largas jornadas de rodaje y la excesiva repetición de las escenas.
 
“Kechiche es un genio, pero jamás volveré a rodar con él”, dijo Léa Seydoux al periódico El País.
 
“El rodaje fue larguísimo, duró cinco o seis meses, y resultó humillante a ratos. A veces me sentía en una trampa; otras, en una pesadilla…”, agregó en una de las tantas entrevistas donde dejó hecha pedacitos la reputación del cineasta tunecino.
 
Las actrices y director en Cannes. Tiempos felices. Foto: EFE
Las actrices y director en Cannes. Tiempos felices. Foto: EFE
 
Las impresiones de la actriz fueron tomadas como un acto de traición por el director, quien debió soportar en forma pública y una vez que la película había alcanzado la fama y la Palma de Oro las acusaciones que no se animó a hacerle en forma privada y discreta.
“Léa nunca llegó a entrar en el papel; no se atrevió a arriesgar porque se ha criado entre algodones y es un producto de la conservadora industria francesa. Sus palabras son una venganza doble: suya y de la industria”, afirmó Kechiche en declaraciones citadas también por el periódico El País.
 
En defensa del realizador hay que decir que La vida de Adele no es el filme de Léa Seydoux, sino de la maravillosa Adèle Exarchopoulos, una antes desconocida veinteañera que se roba el filme que sin quererlo la ha convertido en una prometedora estrella internacional.
 
La muchacha también ha manifestado su firme voluntad de no volver a trabajar con Abdellatif Kechiche, a pesar de lo cual reconoce que se trata de “un gran artista, aunque muy exigente”.
 
“Como decía Kubrick, hacer una película es como escribir Guerra y paz en un coche que da tumbos. Esta fue un velero en medio de la tempestad y yo la llevé donde pude…”, se defendió el cineasta en una entrevista a El País Semanal.
 
INSPIRADA EN UN CÓMIC
 
La vida de Adele está inspirada en la novela gráfica de Julie Maroh, El azul es un color cálido (2010), cuya autora escribió en su blog que “a excepción de algunas escenas, me parece una exhibición brutal, quirúrgica, exuberante y fría del sexo entre mujeres, convirtiéndolo en pura pornografía, y eso me pareció de muy mal gusto”.
 
Polémica por fuera y por dentro. Foto: Especial
Polémica por fuera y por dentro. Foto: Especial
 
Maroh, nacida hace 29 años en la francesa Lens, acepta sin embargo que “perdí el control de mi libro tan pronto como se lo entregué a mis lectores. Kechiche hizo su propia versión de una historia que dejó de pertenecerme desde el momento en que llegó a las librerías”, escribió.
 
Se trata de opiniones que, según el director, tendrían que haber sido vertidas en forma privada.
 
“Cuando dice que yo no estaría legitimado para rodar una escena de amor entre dos mujeres porque no había lesbianas en el plató, en primer lugar ella no sabe si había o no. Y no tiene el monopolio del amor femenino, Adèle es una chica joven que no se ha acostado con todas las mujeres del mundo”, explicó el cineasta al periodista español Juan Rodríguez Millán.
 
Adèle (Adèle Exarchopoulos) es una adolescente de Lille que comienza una relación con un chico de su instituto (Jérémie Laheurte). Aunque parece que todo va bien, Adèle nota que algo falla. Lo que Adèle no se atreve a contar a nadie es que tiene fantasías eróticas con una chica con el pelo azul (Léa Seydoux) que encontró en la calle, lo que hace que tenga que plantearse toda su vida.
 
Esa es la sinopsis de un filme que vale por sí más allá de las polémicas. Para bien o para mal, La vida de Adèle es una película con todas las letras, para cuya visión no importan los lamentos de una pobre niña rica ni los embates de una autora de cómics que gracias a Abdellatif Kechiche multiplicó la venta de su novela y se hizo conocida mundialmente.
 
Ahora ha llegado el momento de que la juzgue el público mexicano, con el estreno mañana en salas nacionales.

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