Por: Mónica Maristain
La magia sempiterna del teatro de títeres fue analizada por expertos mexicanos quienes evaluaron la alta calidad que en la materia poseen nuestros artistas.
¿Hay buen teatro de títeres en el país? Se trata sin duda de una pregunta pertinente en un mundo donde la tecnología ha ido ganando todos los espacios posibles en lo que a recreación y educación infantil se refieren, aun cuando este recurso creativo de larga data en la historia de la humanidad conserva intacta su profunda raíz educativa.
Para Juan Jiménez, la magia del títere conquista a las personas de todas las edades y no debería pensarse como un recurso exclusivo para el público infantil.
En un largo informe elaborado sobre la tradición mexicana del teatro de títeres por CONACULTA se destaca a exponentes de la talla de Mireya Cueto, que es sinónimo de guiñol; la compañía Rosete Aranda y la compañía Marionetas de la esquina, que han inspirado a una gran variedad de propuestas y grupos de titiriteros.
El guiñol, las marionetas de hilo y de varilla, el teatro de sombras, los llamados “bocones” (muñecos tipo guiñol pero más grandes, como los utilizados en Plaza Sésamo), así como el teatro en miniatura con figuras planas recortadas y objetos, o bien, el que combina actores con títeres, son las especialidades de un oficio noble y vistoso como pocos.
“En México ha habido tres momentos importantes para los títeres, primero a mediados del siglo XIX, con la compañía Rosete Aranda que los popularizó y después, hacia la década de 1930, cuando se le da un gran impulso al teatro guiñol y nace un equipo de titiriteros y artistas comprometidos, como Lola Cueto y Roberto Lago”, dice Juan Jiménez.
“Posteriormente, en los años 80, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) creó en el Centro Cultural del Bosque el único espacio para títeres que hubo en la ciudad de México”, agregó, al tiempo de destacar que es el teatro guiñol el más difundido en nuestro suelo, por la facilidad de diseño y manipulación, frente a la complejidad de la marioneta y el teatro de sombras.
LAS MARIONETAS DE LA ESQUINA
Una figura sin dudas relevante en el teatro de títeres mexicano es Lourdes Pérez Gay, integrante de una ilustre familia en la que también se destacan los escritores Rafael y José María Pérez Gay.
Desde 1977 comanda junto a su esposo y colega el argentino Lucio Espíndola la compañía Marionetas de la Esquina, que ha llegado a nuestros días ostentando un récord prácticamente inigualable: la representación de cerca de 10 mil obras, alrededor de 600 talleres, seminarios y cursos y la participación en 71 festivales internacionales de teatro y de títeres en México, Estados Unidos y diferentes puntos de Europa.
Lourdes y Lucio también están al frente del Centro Cultural La Titería / Casa de Marionetas, cuya construcción en Coyoacán avanza a paso lento y que contará con espacio para un teatro con capacidad de 230 butacas, dos salones de usos múltiples, espacio al aire libre, una terraza que podrá funcionar como zona de ensayos, oficinas o talleres.
“En México no existe un espacio de artes escénicas para niños, hay teatros que tienen programación por la mañana, pero no hay en la tarde. Nosotros queremos garantizar eso con trabajos de calidad porque también eso es muy importante para acercarlos al teatro, la música, la danza, los títeres y no que los vacune en contra, eso es imprescindible”, comentó Pérez Gay.
“Es nuestra obligación asesorar y asistir en un país en el que se necesita una educación y propuestas que toquen temas que reconstruyan el tejido social”, dijo la fundadora de la compañía que se ha propuesto contribuir con todas sus capacidades a difundir y elevar el arte del títere.
HAY MUCHA CREATIVIDAD
Mucha creatividad y muy buen trabajo caracterizan a la familia de titiriteros mexicanos, según la convicción de Pablo Cueto, representante de la tercera generación iniciada por Lola y continuada por Mireya.
Para Pablo, “el teatro de títeres es una forma de expresión artística y otra forma de hacer teatro con múltiples posibilidades, pues se trata de un lenguaje que está creciendo mucho y desarrollándose mundialmente, como por ejemplo el teatro en miniatura, realizado con objetos, con personajes recortados, figuras recortadas planas, que aunque no es tanto como el títere, porque no están articulados, forma parte de esta expresión”.
En Cuba se llevó a cabo recientemente un Festival de Títeres que contó con la participación de grupos de 82 países, entre ellos tres de origen mexicano, lo que comprueba la vigencia del oficio en el mundo.
Pablo Cueto viajará próximamente a Guatemala y también planea ir a Boston con el director de orquesta Benjamín Juárez para presentar una ópera con títeres, así como al Festival de Teatro de Títeres para Adultos en Perú.
Ahora prepara un montaje sobre la Intervención Francesa para teatro en miniatura, que abarcará el tema desde finales de 1861 hasta el fusilamiento de Maximiliano. Recientemente adquirió un microbús que acondicionará como oficina itinerante, para viajar y llevar teatro escolar por toda la República Mexicana.
Pablo Cueto es uno de los pocos que se dedican a crear nuevos montajes, como es el caso del espectáculo Nuestras raíces, sobre la cosmogonía mexica, el quinto sol y el Mictlán, que se presentó con gran éxito en nuestro país y recientemente en el festival de Cuba.
También en su momento ha reconocido que su madre, Mireya Cueto se caracterizó por tratar temas que en una época no se consideraban para niños y los presentaba de forma inteligente: “Ahora ha avanzado mucho el teatro para niños y se tratan temas como violencia intrafamiliar o la adopción”, reconoció Pablo.
¿HAY PÚBLICO PARA LOS MUÑECOS?
Poniendo como ejemplo la obra Barrionetas que abarrotó las instalaciones del Teatro Orientación, donde alcanzó las 100 representaciones, comprueban para Juan Jiménez el auge de la disciplina entre públicos de todo tipo.
Otro ejemplo lo constituye el Festival de Marionetas Mireya Cueto, creado por Alas y Raíces del CONACULTA, que en octubre del 2013 celebró 13 edición, con más de 40 funciones gratuitas dirigidas al público infantil y juvenil.
Además, anualmente se realiza el Festival Rosete Aranda de Tlaxcala, al cual asisten varios grupos de teatro de títeres mexicano.
Entre los planes de Jiménez destaca la elaboración de un Diccionario de Titiriteros, dedicado a dar cuenta de la historia de esta profesión y sus máximos exponentes en nuestro país.
“Antes, la forma de acercarse a los niños era didáctica pero no consideraban que podían ser un público que explorara en el teatro asuntos profundos. Ahora el creador adulto se está atreviendo a tocar temas que antes eran tabúes, a crear trabajos más complejos y generar mayor interés en los niños al decirles más cosas”, dice a su vez la dramaturga de la Compañía Marionetas de la Esquina, Amaranta Leyva.
Para la titiritera Lourdes Pérez Gay, el hecho de que un niño llegue a un espectáculo en vivo que sucede en el mismo momento, lo hace vibrar de otra manera, en una época en la que los pequeños están acostumbrados a funcionar frente a pantallas.
“Llegan aquí y es tal su emoción que interactúan con los títeres y les hablan de lo que les pasa. Esta parte de emocionarse colectivamente se dice fácil pero se ha ido perdiendo, nos emocionamos más individualmente, pero eso es lo que hacen las artes escénicas y las marionetas”, afirma
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