viernes, 18 de julio de 2014

El ballet Béjart Ballet Lausanne, como un espejo del público

 
Por: Sonia Ávila
 
 “Los ballets de Maurice Béjart son como espejos en el que el público se puede proyectar emocionalmente, se puede encontrar”, afirmó Gil Roman, director artístico del Béjart Ballet Lausanne, al explicar que sus coreografías se alejan de las anécdotas para transmitir sensaciones.
 
La compañía con 27 años de trayectoria se presentará en el Palacio de Bellas Artes el próximo fin de semana en el marco del 80 aniversario del recinto, y luego participará en el XXXIV Festival Internacional de Danza Contemporánea Lila López, en San Luis Potosí.
 
Al hablar de las funciones en el palacio de mármol, Roman insistió en que el trabajo de Béjart se identifica por no narrar historias sino expresar emociones o pensamientos a través del cuerpo; en ese sentido consideró que las coreografías se piensan como rituales en los que hay una comunión entre el bailarín y el espectador.
 
“La voluntad de Maurice era ir más allá de la anécdota, y hacer una danza religiosa en el sentido de que está ligado con algo  más; se negó a ver la danza como un divertimento y quería que hiciera sentir algo. Quería desacralizar la danza, y para ello hay que ignorar la anécdota”, refirió el también coreógrafo quien trabajó tres décadas con Béjart.
 
Entonces las tres piezas que se presentarán en Bellas Artes –Lo que me dice el amor, 7 Danzas griegas y Bolero– son una proyección de la estética ecléctica de su fundador quien en la década de los 70 se ubicó en el movimiento de la abstracción, lo que rompió con los cánones de la danza clásica sobre todo en Europa.
 
Por ejemplo la obra Lo que me dice el amor parte de la abstracción lírica a partir de la Sinfonía número 3 de Mahler; mientras que en Siete danzas griegas se hace evidente el simple placer de bailar como una oda a la alegría; y Bolero es una dramaturgia llevada a escena en música; para esta pieza se invitará a una veintena de bailarines mexicanos a participar.
 
Al ser de diferentes épocas, las piezas también reflejan dos etapas creativas de Béjart, y, a la vez, el desarrollo de la compañía integrada por 40 bailarines: “Primero se ve la voluntad de Béjart por el rompimiento, por ir al frente y buscar algo nuevo; la segunda etapa fue la aceptación de lo que ya existía y utilizar todo el lenguaje escénico para trabajar con eso; ya no le interesaba crear un nuevo lenguaje, sino usar lo que había”, precisó Roman.
 
En ello también se basa el concepto de la compañía que, por un lado, mantiene la visión transgresora de su fundador con el montaje de por lo menos una de sus 200 piezas en cada temporada, y, por otro lado, con la creación de tres a cuatro coreografías nuevas al año a fin de mantenerse como un ballet innovador.
 
“Para nosotros lo importante es trasmitir el mensaje que varía según la obra; se puede hablar de los sentimientos del ser humano, de lo que todos sentimos, puede ser el amor, el querer ir más allá, querer entender sobre uno mismo. Es algo que viene del interior, no sólo un gesto corporal; nos interesa que el gesto sea una extensión de lo corporal”, agregó Elizabet Ros, solista de la pieza Bolero.
 
La filosofía de Béjart sobre la danza ha cruzado la frontera escénica para llegar a la academia en la École-Atelier Rudra Béjart Lausanne, fundada en 1992 que no funciona como un espacio de entrenamiento para futuros bailarines, sino de enseñanza general: “No es una escuela de danza; es una escuela de la vida, se desarrollan técnicas para crear personas y pueden estudiar cineastas, artistas o empresarios, no solo bailarines”, dijo. 
 
¿Dónde y cuándo?
 
Béjart Ballet Lausanne se presentará en la sala principal del Palacio de Bellas Artes del 17 al 20 de julio. Boletos desde 100 pesos hasta 465 pesos.

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