sábado, 19 de julio de 2014

Rinden homenaje a Federico Campbell en Tijuana

 
Federico Campbell es un escritor que nunca olvidó sus raíces. Como Gabriel García Márquez, otro ausente en este año trágico para nuestra literatura— era hijo de un telegrafista, al que recuerda en su novela La clave Morse.
 
En su obra literaria y periodística, Campbell convoca los demonios de la imaginación y la memoria. Escribió sobre el padre, sobre su juventud y su infancia, sobre sus viajes y sus amigos, sobre sus lecturas, pero ante todo sobre Tijuana, la ciudad a la que volvería una y otra vez a lo largo de su vida.
 
La relación del autor de Transpeninsular con Tijuana es, nadie lo duda, poderosa y entrañable. Por eso no resultan extraños los homenajes que se le prodigan en esa ciudad, ya sea a través de encuentros literarios, ediciones o el impulso de su obra entre los jóvenes, como sucedió recientemente en la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas, donde la generación 2011-2014 tomó el nombre de Federico Campbell.
 
Con la presencia de la maestra Carmen Gaitán, directora del Museo Nacional de San Carlos y viuda de Campbell, y del licenciado Pedro Ochoa Palacios, director del Centro Cultural Tijuana (CECUT), los más de mil 600 egresados le rindieron homenaje al escritor fallecido el pasado 15 de febrero. En la ceremonia, en la que por iniciativa de la dirección del CECUT le fue entregada a cada estudiante una copia del primer texto literario publicado por Campbell, el cuento "El sol de la infancia" (Cuadernos del viento, 1968), la maestra Gaitán les dijo: "Si Federico estuviera aquí, seguramente los alentaría a dejarse conquistar por los libros, por la lectura; les habría transmitido su orgullo de ser tijuanenses".
 
Colaborador de MILENIO desde su fundación, Federico Campbell nació el 1 de julio de 1941, entre su obra destacan libros como Pretexta, Todo sobre las focas y Tijuanenses.
 
En "El sol de la infancia" ya están presentes sus temas: la soledad, la memoria, la ausencia del padre, el barrio, y desde luego Tijuana, como se advierte en el siguiente fragmento: "Antes de que su padre se perdiera por la bajada, lo había visto clavando con un martillo números de lámina sobre la fachada de la casa. El viejo liquidaba sumiso cualquier desarreglo y luego se iba cuesta abajo con pasos apurados, con su chamarra gris de cuello de peluche que nunca se ponía entre semana. Marineros y taxis rodeaban la casa de las Colmasen a las afueras de Tijuana. Y era el rumbo de aquella bajada hacia donde su padre enfilaba al anochecer. La noche en que partió su padre, él se sentó en el suelo. Desde el filo de la banqueta donde se sentó vio la barda pintada de amarillo y blanco, los tabiques alineados que formaban las rejas, y divisó entre ellas los yerbajos dispersos en el patio, el olivo polvoso y las aceitunas negras y pisoteadas en el suelo".
 
Si el mejor homenaje que se puede hacer a un escritor es leerlo, Federico Campbell es ampliamente reconocido no solo por los viejos lectores sino también por jóvenes como los de la generación 2011-2014 de la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas.

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