Según la medicina tradicional china, son siete las emociones básicas del ser humano: alegría, tristeza, pensamiento, precaución, ira, miedo y terror. Estas emociones están íntimamente relacionadas con nuestros órganos y el desequilibrio de cada emoción, puede afectar su funcionamiento.
Está relacionada con el corazón. La alegría aumenta nuestra resistencia física, la risa relaja, impidiendo a la mente detenerse en pensamientos perniciosos. ¿Cómo puede entonces una emoción positiva tener consecuencias negativas para el organismo? El exceso de felicidad también puede provocar estrés: por ejemplo el matrimonio, o una mudanza o cambio de empleo. La alegría nos ayuda a tener un mejor estado de salud, pero cuando hay un desborde de la emoción, o demasiada euforia, traerá consecuencias negativas.
Está relacionada con los pulmones. La tristeza se siente en el corazón, y en todo el pecho; produce una sensación de gran pesadez, de falta de aliento. Cuando la tristeza no se expresa libremente y se reprime, nos hallamos oprimidos, y cerramos nuestra comunicación. Los pulmones están llenos, sin desahogar. Las enfermedades respiratorias están relacionadas con nuestra capacidad de inspirar, y tomar la vida tal cual es.
Los sentimientos mueren cuando todo se intelectualiza, el exceso de pensamiento crítico se detiene en los fracasos, en las frustraciones. Esta actitud se manifiesta al principio como jaquecas, malhumor o agotamiento físico, pero con el tiempo se aloja en el bazo. Asimismo, el exceso de cautela, puede debilitar el organismo en general, aunque también se aloja en el bazo.
De vez en cuando, los enfados son una sana manera de eliminar la energía negativa, sin embargo, cuando elegimos esta emoción como única forma de expresión, afectará negativamente nuestra salud. La ira acumulada se aloja en el hígado, y los primeros síntomas son un color amarillento, sabor amargo en la boca y ojos enrojecidos, vértigo y dolores de cabeza.
Los riñones son los encargados de almacenar la energía vital, y distribuirla de acuerdo a las necesidades del organismo. Cuando nos sentimos en peligro, ya sea física o emocionalmente, nos paralizamos y los riñones se ven afectados, ya que no distribuyen la energía correctamente. De esta manera almacenamos nuestros miedos, y cuando la energía es débil, así lo es también la voluntad.
El miedo en su punto máximo, se transforma en terror. Es una emoción tan intensa, que incluso puede conducir a la muerte por un paro cardíaco. Cuando aparece el terror, puede producir delirio, confusión, mareos, el corazón responde con palpitaciones, ansiedad, insomnio. Esta energía es especialmente debilitante para los riñones y el corazón, ya que la adrenalina que se libera en exceso, afecta las glándulas suprarrenales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario