domingo, 3 de agosto de 2014

"Bajo el volcán" de Malcolm Lowry, cumple medio siglo en español

 
 
Bajo el Volcán (Luis M. Morales)
 
Por: Jesús Alejo Santiago
 
Bajo el volcán es una novela de culto, sello que ha ganado con el paso de los años; Javier García-Galiano recuerda que hay quienes piensan que eso se debe al tema del alcohol, presente en las páginas escritas por Malcolm Lowry, aunque “conozco a muchos devotos que son totalmente abstemios”.
 
Gracias a los esfuerzos en la traducción de Raúl Ortiz y Ortiz, hace 50 años se publicó en español una obra que, desde su aparición, generó seguidores en donde se publicaba: miles de lectores vinieron a México a seguir los ritos narrados por Lowry, un inglés que halló en el país los elementos necesarios para dejar salir a sus propios monstruos.
 
“Como todos los libros perdurables, Bajo el volcán revela en cada relectura, en cada remembranza, en cada conversación acerca de él hallazgos literarios, misterios más que sugeridos, ambigüedades certeras, minucias de su trama, de su complejidad que lo hacen cada vez más asombroso”, explica García-Galiano, quien continúa:
 
“El idioma que ensaya no se reduce a un estilo, un artificio o una demostración de virtuosismo, sino que, como sucede con los libros memorables, conforma la trama de todos los destinos que convergen en el destino de un hombre: el cónsul”, añade.
 
Es una historia en la que el cónsul Geoffrey Firmin trata de vivir al margen de un mundo devorado por el frenesí de la destrucción. Es considerada la mejor novela sobre México escrita por un extranjero.
 
“Es, tal vez, la única de las novelas escritas por los autores británicos que visitaron México a inicios del siglo XX que explora con profundidad y honestidad las tragedias, contradicciones, sinsabores, fealdad y belleza interna de México. Lowry fue el único de los ingleses que entendió, gozó y sufrió nuestro país”, dice Hernán Lara Zavala, quien va más allá al mostrarse convencido de que, junto con Pedro Páramo, es la mejor novela mexicana del siglo XX, “porque es la que más profundiza en algunos de nuestros mitos”.
 
Amor y condenación
 
Publicada en inglés en 1947, Bajo el volcán es resultado de los primeros 20 meses de estancia de Malcolm Lowry en México, entre noviembre de 1936 y julio de 1938; el único libro que concluyó, tras haber encontrado en Canadá un remanso de tranquilidad, alejado de su infierno —el alcohol—, donde dedicó siete años a terminar una novela que concluyó en México.
 
Para Ernesto Lumbreras, la novela se convirtió en una suerte de talismán para muchos extranjeros que la leyeron en sus respectivos países e hicieron el viaje como una suerte de ritual, guiados por las incandescencias y las oscuridades de la novela de Lowry.
 
“Es un clásico moderno. La sumaría en la votación como la novela más importante escrita sobre México por un autor extranjero, porque supo dar en el blanco con esa mirada forastera, pero sin quedarse en la superficie de lo que podría ser ese México de los años 30, un país muy convulso, de ideas y posiciones ideológicas variadas; en materia narrativa, de renovación del género moderno”, asegura Lumbreras, autor de Oro líquido en cuenco de obsidiana. Oaxaca en la obra de Malcolm Lowry.
 
Según García-Galiano, Lowry reveló el paisaje del altiplano mexicano, pero en especial captó con agudeza lo que define como “la inquietante ambigüedad que mantienen muchos de sus habitantes y la cruel tragicomedia que parece inminente entre ellos”.
 
Para Lara Zavala, la novela subsiste porque es inagotable: hay amor, humor, tragedia, comedia, violencia, ternura, símbolos, premoniciones, muerte y resurrección: “Lowry identificó su tragedia personal con la de México y eso lo redimió. Su historia de amor y condenación imposible sigue vigente entre nosotros”.

Apologista del mezcal
Malcolm Lowry visitó hasta en tres ocasiones México; sus espacios preferidos eran Cuernavaca y Oaxaca. Incluso, la ciudad de Bajo el volcán es una suma de ambos paisajes, pero también de su entorno rural.
 
“Lowry hizo tres viajes a Oaxaca, los tres en distintas circunstancias; el segundo fue el más infernal, el que marcó esos últimos capítulos de la novela, donde aparecen los pueblos siniestros”, cuenta Lumbreras, quien dedicó un volumen a hurgar en la relación entre el escritor inglés y la capital oaxaqueña.
 
Si los mezcaleros oaxaqueños tuvieran una agencia de publicidad inteligente, utilizarían los elogios que Lowry hizo de esa bebida, sobre todo en una de sus obras póstumas, Oscuro como la tumba donde yace mi amigo, considerada como la crónica de su segundo viaje a México, “donde hay líneas hermosas, lúcidas e inteligentes, una apología que hace el escritor inglés al mezcal”.
 
“Malcolm Lowry era alcohólico y esa enfermedad se convirtió en su lucha permanente desde muy joven hasta el final de sus días”, rememora Lumbreras.

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