Por: Gabriela Cortés
La Academia Mexicana de la Lengua dio la bienvenida a Jesús Silva-Herzog como nuevo miembro en una sesión celebrada en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
“La palabra es nuestra casa, el lenguaje es una habitación que nos esculpe” dijo Silva-Herzog Márquez al iniciar su discurso, que centró en los escritores Alfonso Reyes y Octavio Paz.
El académico, catedrático y ensayista egresado del UNAM y de la Universidad de Columbia, se dijo agradecido de que su integración a la Academia Mexicana de la Lengua coincida con el aniversario 139 de la primera sesión que celebró esta institución cultural.
Además consideró como “un acto de generosidad” el hecho de que la silla que ocupará de hoy en adelante, la número 19, es la misma que ocupó su abuelo, el economista, escritor y periodista Jesús Silva-Herzog en 1956.
“La palabra no es solo la voz que nos defiende y comunica, el vocablo que transmite información, deseos, recuerdos, órdenes; la palabra es nuestra casa, el lenguaje es una habitación que nos esculpe, residencia, la palabra moldea en su voz nuestra experiencia”, dijo Silva-Herzog Márquez después de agradecer a Julieta Fierro, Fernando Serrano y Eduardo Elizalde por proponerlo para ocupar el distinguido lugar.
En su mensaje, destacó la labor de Alfonso Reyes y Octavio Reyes quienes, dijo, no se empeñaron solo en su obra, sino en el carácter público en que éstas se involucraban, “Reyes y Paz están sellados por un intenso sentido de responsabilidad nacional” pues creían que lo que se escribe podía “hacer de México un país más habitable”.
Estos dos ilustres personajes, cuya relación inició a principios de los años 30 y tuvieron en común la cercanía con la diplomacia mexicana en su tiempo, buscaron a través del ensayo y la poesía “poner a México en diálogo con el mundo”.
Sin embargo, Silva-Herzog Márquez destacó el contraste de los dos mexicanos: la cordialidad y cautela de Reyes, poeta “enamorado de la mesura y la proporción” y su temor a la violencia y a la belicosidad.
Y por otro lado, habló del gusto de Paz por la confrontación, la polémica y la discusión, el afán de “desencajar todo lo venerable”, pues según el recién ingresado a la AML, para el autor de El laberinto de la soledad, discutir era una forma elemental de respeto y su único miedo residía en la sedación.
De ahí lo que Silva-Herzog Márquez definió como “la bifurcación de las dos vocaciones intelectuales más fértiles del siglo XX mexicano”.
Finalmente, el también miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, Hugo Hiriart Urdanivia, leyeó un mensaje para darle la bienvenida al catedrático, autor del blog Andar y ver.
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