Antes de que la literatura de cualquier otro autor en México comenzara a hablar de violencia, alianzas entre el poder y el crimen organizado o descomposición social, Federico Campbell (1941-2014) ya lo estaba haciendo. “Empezó a escribir de estos temas cuando en México prácticamente no se hablaba de la descomposición social, que hoy en día resulta tan evidente”, recordó su colega y amigo Juan Villoro.
Junto con la escritora Margo Glantz y el científico Ranulfo Romo, Villoro participó ayer en el homenaje al periodista, editor, traductor y escritor tijuanense, fallecido el 15 de febrero de 2014 a los 72 años, a consecuencia del virus de la influenza.
Generoso con los jóvenes escritores, interesado por la neurología, amante de los datos (incluso los que consideraba inservibles), excelente entrevistador, de una brillante capacidad para combinar la ficción y la realidad a través del periodismo y la literatura, así fue recordado Campbell.
“La composición del lugar de su imaginación literaria tiene que ver de manera indeleble con Tijuana. Incorporó este territorio a la literatura mexicana, de la mano de Federico Campbell llegaron esas criaturas híbridas que son sus personajes fronterizos”, agregó Villoro. Pero su fascinación por la hibridación no sólo se quedó en la forma de construir sus personajes, sino que estaba en la misma esencia de su escritura.
“Hibridaciones que hizo de la literatura, una de ellas entre lo real y lo fantástico, el periodismo y la literatura”, expandiendo el tema de Tijuana a la idea de península: equiparando la de Baja California y la península italiana por medio de otra de sus pasiones, la escritura del italiano Leonardo Sciascia, de quien se convirtió en experto.
A través de él, “el mundo clásico italiano fue definitivo para Federico y sobre todo lo fue Sicilia (…) ahí encontró de manera anticipada, cuando nadie estaba hablando de estos temas, una ventana curiosa, discreta, para analizar la criminalidad creciente de la sociedad mexicana. Al estudiar Sicilia, descubrió una sociedad donde la familia es fundamental, donde el catolicismo es omnipresente, donde la gente se relaciona más por actos comunitarios y donde todo depende de la corrupción, la impunidad y la criminalidad; el Dios de esa isla es el crimen organizado”, dijo Villoro.
Campbell estudió derecho, filosofía y letras en la UNAM, así como periodismo en Macalester College, en Saint Paul, Minnesota. Además de su pasión literaria por Sciascia, fue admirador de Juan Rulfo; también tradujo al español a Harold Pinter y David Mamet. Entre sus novelas destaca Pretexta o el cronista enmascarado, Todo lo de las focas, Transpeninsular y La clave Morse.
Margo Glantz distinguió uno de sus principales rasgos: se trata de “una vasta obra, a mi modo de ver, eminentemente autobiográfica”. Ahí, dijo, están los recuerdos de su infancia, su padre telegrafista, alcohólico y de crecer en Tijuana, un espacio fronterizo. “De la conciencia de lo dividido nace la condición de la propia inexistencia, el de la invisibilidad”, dijo en el acto al que no asistió el nuevo coordinador nacional de Literatura del INBA, Mauricio Montiel Figueiras.
En un ejercicio imaginario, el médico e investigador en neurofisiología Ranulfo Romo simuló una entrevista con quien denominó “el neurobiólogo e investigador independiente Federico Campbell”. Él, dijo, “estaba obsesionado por entender de dónde y cómo provenia nuestra memoria, la imaginación y nuestra capacidad para la invención”.
Junto con la escritora Margo Glantz y el científico Ranulfo Romo, Villoro participó ayer en el homenaje al periodista, editor, traductor y escritor tijuanense, fallecido el 15 de febrero de 2014 a los 72 años, a consecuencia del virus de la influenza.
Generoso con los jóvenes escritores, interesado por la neurología, amante de los datos (incluso los que consideraba inservibles), excelente entrevistador, de una brillante capacidad para combinar la ficción y la realidad a través del periodismo y la literatura, así fue recordado Campbell.
“La composición del lugar de su imaginación literaria tiene que ver de manera indeleble con Tijuana. Incorporó este territorio a la literatura mexicana, de la mano de Federico Campbell llegaron esas criaturas híbridas que son sus personajes fronterizos”, agregó Villoro. Pero su fascinación por la hibridación no sólo se quedó en la forma de construir sus personajes, sino que estaba en la misma esencia de su escritura.
“Hibridaciones que hizo de la literatura, una de ellas entre lo real y lo fantástico, el periodismo y la literatura”, expandiendo el tema de Tijuana a la idea de península: equiparando la de Baja California y la península italiana por medio de otra de sus pasiones, la escritura del italiano Leonardo Sciascia, de quien se convirtió en experto.
A través de él, “el mundo clásico italiano fue definitivo para Federico y sobre todo lo fue Sicilia (…) ahí encontró de manera anticipada, cuando nadie estaba hablando de estos temas, una ventana curiosa, discreta, para analizar la criminalidad creciente de la sociedad mexicana. Al estudiar Sicilia, descubrió una sociedad donde la familia es fundamental, donde el catolicismo es omnipresente, donde la gente se relaciona más por actos comunitarios y donde todo depende de la corrupción, la impunidad y la criminalidad; el Dios de esa isla es el crimen organizado”, dijo Villoro.
Campbell estudió derecho, filosofía y letras en la UNAM, así como periodismo en Macalester College, en Saint Paul, Minnesota. Además de su pasión literaria por Sciascia, fue admirador de Juan Rulfo; también tradujo al español a Harold Pinter y David Mamet. Entre sus novelas destaca Pretexta o el cronista enmascarado, Todo lo de las focas, Transpeninsular y La clave Morse.
Margo Glantz distinguió uno de sus principales rasgos: se trata de “una vasta obra, a mi modo de ver, eminentemente autobiográfica”. Ahí, dijo, están los recuerdos de su infancia, su padre telegrafista, alcohólico y de crecer en Tijuana, un espacio fronterizo. “De la conciencia de lo dividido nace la condición de la propia inexistencia, el de la invisibilidad”, dijo en el acto al que no asistió el nuevo coordinador nacional de Literatura del INBA, Mauricio Montiel Figueiras.
En un ejercicio imaginario, el médico e investigador en neurofisiología Ranulfo Romo simuló una entrevista con quien denominó “el neurobiólogo e investigador independiente Federico Campbell”. Él, dijo, “estaba obsesionado por entender de dónde y cómo provenia nuestra memoria, la imaginación y nuestra capacidad para la invención”.
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