Por: Myrna I. Martínez
Se ha vuelto una fecha paradójica para los creadores contemporáneos: por un lado celebran el incremento de las propuestas y su diversidad; por otro ven con preocupación que, a pesar de los esfuerzos, sigue sin demanda.
El recorte presupuestal a la cultura de 2014, de unos 4 mil millones de pesos, ha afectado el apoyo a proyectos y festivales culturales, situación que ha preocupado a creadores con amplia trayectoria como las maestras Cecilia Appleton e Isabel Beteta.
“Si ya estaba castigado, lo va a estar más. No sé que va a pasar, es un momento de mucha reflexión, de pensar en otros mecanismos y en otras maneras de generar redes y fuentes de apoyos, porque hay mucha pluralidad de oferta y pocos espectadores en los escenarios”, opina la maestra Isabel Beteta, creadora de Los Talleres en 1981.
El recorte presupuestal a la cultura de 2014, de unos 4 mil millones de pesos, ha afectado el apoyo a proyectos y festivales culturales, situación que ha preocupado a creadores con amplia trayectoria como las maestras Cecilia Appleton e Isabel Beteta.
“Si ya estaba castigado, lo va a estar más. No sé que va a pasar, es un momento de mucha reflexión, de pensar en otros mecanismos y en otras maneras de generar redes y fuentes de apoyos, porque hay mucha pluralidad de oferta y pocos espectadores en los escenarios”, opina la maestra Isabel Beteta, creadora de Los Talleres en 1981.
La danza está en crecimiento, coinciden coreógrafos y promotores, pero el número de teatros que programan contemporáneo simplemente no logran dar cabida a todas las compañías.
Cecilia Appleton, galardonada este mes con el Premio Nacional de Danza Contemporánea por sus 35 años de trayectoria, tiene otra versión de los hechos.
“No es un problema particular del INBA, es una situación general: hay mucha demanda. Si abrimos una cartelera podemos darnos cuenta de cuántos grupos existimos, son tantos los espectáculos que habitan en los espacios escénicos que se adelgazan los tiempos de montaje y las temporadas”.
En ese sentido, Héctor Garay, promotor de danza y organizador del coloquio La danza vale, que se realizará este 28 y 29 de abril en el marco del segundo Encuentro Nacional de Danza organizado por el INBA en Torreón, opina que es fundamental fomentar la creación de nuevos espacios independientes.
“Hay que darle estímulos fiscales, que son muy atractivos y no se han extendido a la danza. Actualmente está Un Teatro, de Jessica Sandoval; La Cantera, de Jaime Camarena; Los Talleres, de Isabel Beteta. En todos se tienen que rascar las uñas para buscar recursos”, dice el también coordinador de danza del INBA de 2000 a 2002.
La coreógrafa y bailarina Jessica Sandoval creó Un Teatro en 2013. En este centro cultural a la semana se programan ocho funciones de teatro y una de danza. Ella confiesa que al principio intentó programar más funciones, pero no fue redituable desde el punto de vista financiero.
Cecilia Appleton, galardonada este mes con el Premio Nacional de Danza Contemporánea por sus 35 años de trayectoria, tiene otra versión de los hechos.
“No es un problema particular del INBA, es una situación general: hay mucha demanda. Si abrimos una cartelera podemos darnos cuenta de cuántos grupos existimos, son tantos los espectáculos que habitan en los espacios escénicos que se adelgazan los tiempos de montaje y las temporadas”.
En ese sentido, Héctor Garay, promotor de danza y organizador del coloquio La danza vale, que se realizará este 28 y 29 de abril en el marco del segundo Encuentro Nacional de Danza organizado por el INBA en Torreón, opina que es fundamental fomentar la creación de nuevos espacios independientes.
“Hay que darle estímulos fiscales, que son muy atractivos y no se han extendido a la danza. Actualmente está Un Teatro, de Jessica Sandoval; La Cantera, de Jaime Camarena; Los Talleres, de Isabel Beteta. En todos se tienen que rascar las uñas para buscar recursos”, dice el también coordinador de danza del INBA de 2000 a 2002.
La coreógrafa y bailarina Jessica Sandoval creó Un Teatro en 2013. En este centro cultural a la semana se programan ocho funciones de teatro y una de danza. Ella confiesa que al principio intentó programar más funciones, pero no fue redituable desde el punto de vista financiero.
“He tratado de crear un espacio autosostenible. No otorgo cortesías, pero tampoco puedo subir el precio del boleto que es de 120 pesos. Casi siempre damos un dos por uno o descuentos a estudiantes. Es difícil porque los bailarines no saben cuánto van a ganar en las funciones”, explica Sandoval, solista del desaparecido Ballet Teatro del Espacio.
Cree que existe falta de infraestructura en su trabajo. Según ella, se debe profesionalizar la estructura de las compañías y erradicar la política de no cobrar. “Cuando regresé de Francia en 2003, los boletos de danza para el Centro Cultural del Bosque seguían costando lo mismo que cuando me fui, 80 pesos, le pregunté a alguien del foro y me dijo ‘no viene nadie, ayer tuvimos a una persona en la sala’”, narra.
Lo dramático es que el costo del boleto en el Teatro de la Danza sigue siendo el mismo, 80 pesos. Quizás ese es el reto mayor al que se enfrenta la danza: atraer nuevos públicos dispuestos a pagar por los espectáculos.
“La oferta cultural es grandísima, pero no llega a toda la ciudad -dice Isabel Beteta, homenajeada este año en el Encuentro de Nueva Danza y Nueva Música. Creo que las zonas urbanas tienen sus propias idiosincrasias, lo que interesa en el Chopo, tal vez no interesa en el Teatro Legaria, sería bueno hacer un estudio de los intereses locales e introducir grupos en distintas zonas, abrir la perspectiva”.
En la última Encuesta Nacional de Consumo Cultural 2012, realizada por el INEGI y Conaculta, sólo el 32.7 por ciento de las personas han asistido a un espectáculo de danza, de ese porcentaje, sólo el 14.82 por ciento ha visto una función de contemporánea.
En Un teatro, con capacidad para 70 personas, o en Los Talleres de Coyoacán, con capacidad para 60, una buena noche tienen un aforo de entre 20 o 30 personas, pero se han llegado a dar funciones para seis o 10 personas.
La coreógrafa Diane Eden, fundadora de la compañía Akto Zero, recuerda que cuando empezó en el oficio, a mediados de los 90, el panorama llegó a ser desalentador.
“A mí me ha tocado bailar una obra de 60 minutos y bien producida para tres espectadores. Es bien triste. Tenemos los mejores teatros de Latinoamérica y están muertos, casi no hay gente. Haces una propuesta con un lenguaje diferente, y la gente se saca de onda y prefiere no ir, porque desde pequeños no se nos dice que el arte es un reflejo de una sociedad”, explica Eden, también maestra de la Academia Mexicana de la Danza.
Durante el coloquio La danza vale, organizada por Héctor Garay, 12 especialistas (entre ellos Isabel Beteta y Cecilia Lugo) discutirán temas de interés divididos en dos líneas principales: el proceso artístico y sus relaciones con lo social y lo económico.
“Tiene que verse como una empresa cultural, los que puedan, plantear modelos de negocio creativo, como el Circo del Sol o Jarocho, no todo debe ser subsidio del Estado porque no alcanzan las becas para todos”, explica Garay.
“La audiencia no ha crecido, por varios factores, la influencia de los medios de comunicación masivos digitales, la distancia, la situación económica y la violencia, todo esto inhibe, pero no vamos a culpar otros… y ¿las propuestas artísticas? Hay que hacer espectáculos innovadores, que sorprendan”, concluye.
La comunidad de danza contemporánea celebra el Día Internacional de la Danza en movimiento, para tratar de acercar a la gente a los foros.
Cree que existe falta de infraestructura en su trabajo. Según ella, se debe profesionalizar la estructura de las compañías y erradicar la política de no cobrar. “Cuando regresé de Francia en 2003, los boletos de danza para el Centro Cultural del Bosque seguían costando lo mismo que cuando me fui, 80 pesos, le pregunté a alguien del foro y me dijo ‘no viene nadie, ayer tuvimos a una persona en la sala’”, narra.
Lo dramático es que el costo del boleto en el Teatro de la Danza sigue siendo el mismo, 80 pesos. Quizás ese es el reto mayor al que se enfrenta la danza: atraer nuevos públicos dispuestos a pagar por los espectáculos.
“La oferta cultural es grandísima, pero no llega a toda la ciudad -dice Isabel Beteta, homenajeada este año en el Encuentro de Nueva Danza y Nueva Música. Creo que las zonas urbanas tienen sus propias idiosincrasias, lo que interesa en el Chopo, tal vez no interesa en el Teatro Legaria, sería bueno hacer un estudio de los intereses locales e introducir grupos en distintas zonas, abrir la perspectiva”.
En la última Encuesta Nacional de Consumo Cultural 2012, realizada por el INEGI y Conaculta, sólo el 32.7 por ciento de las personas han asistido a un espectáculo de danza, de ese porcentaje, sólo el 14.82 por ciento ha visto una función de contemporánea.
En Un teatro, con capacidad para 70 personas, o en Los Talleres de Coyoacán, con capacidad para 60, una buena noche tienen un aforo de entre 20 o 30 personas, pero se han llegado a dar funciones para seis o 10 personas.
La coreógrafa Diane Eden, fundadora de la compañía Akto Zero, recuerda que cuando empezó en el oficio, a mediados de los 90, el panorama llegó a ser desalentador.
“A mí me ha tocado bailar una obra de 60 minutos y bien producida para tres espectadores. Es bien triste. Tenemos los mejores teatros de Latinoamérica y están muertos, casi no hay gente. Haces una propuesta con un lenguaje diferente, y la gente se saca de onda y prefiere no ir, porque desde pequeños no se nos dice que el arte es un reflejo de una sociedad”, explica Eden, también maestra de la Academia Mexicana de la Danza.
Durante el coloquio La danza vale, organizada por Héctor Garay, 12 especialistas (entre ellos Isabel Beteta y Cecilia Lugo) discutirán temas de interés divididos en dos líneas principales: el proceso artístico y sus relaciones con lo social y lo económico.
“Tiene que verse como una empresa cultural, los que puedan, plantear modelos de negocio creativo, como el Circo del Sol o Jarocho, no todo debe ser subsidio del Estado porque no alcanzan las becas para todos”, explica Garay.
“La audiencia no ha crecido, por varios factores, la influencia de los medios de comunicación masivos digitales, la distancia, la situación económica y la violencia, todo esto inhibe, pero no vamos a culpar otros… y ¿las propuestas artísticas? Hay que hacer espectáculos innovadores, que sorprendan”, concluye.
La comunidad de danza contemporánea celebra el Día Internacional de la Danza en movimiento, para tratar de acercar a la gente a los foros.
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