Por: Sonia Ávila
El sueño fantasioso y colorido que Alicia vive en el fondo de un bosque podría no ser tan maravilloso, y más bien corresponder a un encuentro perturbador con sus propios miedos. Incluso, la protagonista del cuento del matemático y escritor inglés Lewis Carroll (1832-1898) no es tal vez una niña de cabello rubio y vestido azul como se ha interpretado de manera comercial, sino simplemente una soñadora.
Florent Nagel, pianista y compositor francés, juega con estas posibilidades tomando la versión original del cuento —que este año celebra 150 años de su primera publicación—, sin alterar su estructura, para trasladar las aventuras oníricas de Alicia al lenguaje de la música en piano y llevar a cabo una versión oral.
La música, entonces, se adapta a la ensoñación del relato con ritmos suspendidos y elementos melódicos que permiten al escucha crear su propio protagonista, visualizar en la mente al conejo blanco o al sombrerero loco con sus características. La partitura del piano a cuatro manos complementa lo que el texto no dice.
“El mundo de Alicia en el País de las Maravillas combina lo simbólico, lo imaginario, lo real, los múltiples significados, lo absurdo y lógico. Nada se impone desde el principio. Es el espectador el que construye lo que va a pensar”, afirma Nagel sobre el espectáculo que realizará su primera gira por México, incluyendo las ciudades de México, Querétaro y Toluca.
Al entender que el cuento de Carroll, considerado una de las mayores obras de la literatura infantil, ofrece varios niveles de lectura, el compositor propuso respetar el sentido turbulento de la historia y no hacer adaptaciones “bellas” como se han hecho en televisión; entonces, el protagonista incluso podría ser un niño y no una niña, o tener cabello negro y no rubio.
“No hay una regla para vincularse. Es una cuestión de elección personal, la elección dictada por el oído, y quizás también por una fase de prácticas en las que uno puede disfrutar el juego entre la atención y el oído del público. Aquí el público es a la vez espectador, oyente y creador de sus propias emociones. Puede que no hayan comprendido ni sentido las mismas cosas que su vecino”, añade, quien trabaja en la traducción del texto del francés al español.
23 copias existen de la edición de 1865
La composición de Nagel es un acompañamiento a la narración que hace la actriz mexicana Tessie Herrasti, y a partir del juego de sonidos, repetición de tonos e intensidad de los mismos se da sentido a las palabras. Por ejemplo, cuando se repite la música, el espectador comprende el aburrimiento de Alicia, o en el momento que se trata de describir el “País de las Maravillas” la partitura se hace abstracta y densa al grado de ejemplificar un mundo al revés.
El compositor, con estudios en el Conservatorio de Moscú, explica que la misma densidad de la composición requiere de un piano de cola para conseguir el ambiente onírico, e incluso tocan al mismo tiempo dos músicos en momentos de mucha tensión narrativa como cuando Alicia llora antes de ahogarse en sus lágrimas. La melodía puede también adaptarse a una versión para orquesta por la misma complejidad.
“Básicamente fue un trabajo de montaje: coloqué la música en un lado y en el otro, el texto. Así pues, me divertía al poner en perspectiva el uno con el otro, a fin de dejar al oyente usar la imaginación de Alicia y su propia imaginación; que puede ser la misma. La música cuenta una historia también pero no toma la misma dirección sobre la base de las palabras que le rodean. Aquí se trata de un juego entre las palabras y los sonidos que interactúan entre sí”, explica.
Para el compositor, este ejercicio en el que todos los intérpretes cuentan el relato y manipulan el espacio-tiempo, renueva los hábitos de la forma tradicional de la escucha en la que el espectador no recibe una historia procesada sino es quien debe asimilarla e interpretarla.
“Con esta pieza traté de mostrar cómo el significado que le damos a cada una de las cosas puede construirse durante el espectáculo, más allá de nuestros orígenes, nuestra edad y sobretodo dentro de los vínculos que se tejen entre la historia del espectador, la historia de Alicia y la de los intérpretes”.
El cuento en sí mismo es un laberinto de fantasías, situaciones ilógicas y referencias a personajes irreales que responde en gran medida al pensamiento lógico de Carroll, matemático que estableció la estructura del relato a partir de juegos con la lógica. Así logró que en 150 años los personajes trascendieran y cada uno tuviera interpretaciones propias como el conejo blanco, el sombrerero loco, el gato de Cheshire o la Reina de Corazones.
De la primera edición de la obra de Carroll, se conservan 23 copias; 17 pertenecen a distintas bibliotecas y el resto está en colecciones privadas. La versión musical, dice Nagel, ha adquirido vida propia y ahora hace composiciones distintas para no estancarse en un estilo: “No suelo pensar en términos de carrera, no tengo ningún plan preconcebido. Avanzaré partiendo de una idea de contradicción y haré lo siguiente, partiendo de un tema distinto”.
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