viernes, 1 de mayo de 2015

Los apresuramientos de la necesidad del danzar: Iguana Blanca. Experimento Escénico en el primer Festival de danza callejera Tonio Torres



Por: Roberto A. Valenciano Capín
 
Con esta apremiante necesidad de exponer y compartir su posibilidad del arte del movimiento, una de las más jóvenes compañías dancísticas en este encuentro de fraternidad entorno a la danza, Iguana Blanca, experimento escénico bajo la dirección de Miguel Baltazar, ofreció en este primer festival callejero Tonio Torres su trabajo coreográfico en dos funciones, siendo en la segunda compartida con Nucleodanza.
 
 
En su primer intervención dancística, bajo el resguardo de la belleza arcada del Palacio Municipal, compartieron el estreno de la pieza El  Beso de Judas" de creación colectiva, más bien debido por lo expuesto y este apresuramiento del mismo, fue más bien la presentación de un work in progress de la misma.
 
Un   trabajo que deja ver esta necesidad de transitar por este camino de búsqueda y de confrontación creativa que se desentraña en la formalidad misma no solo en cuanto al lenguaje sino también esta exploración de una temática a la acostumbrada en cuanto a su repertorio creado de esta joven experimento escénico, la cual se distingue tanto por este discurso directo sin complicaciones también en términos escénicos y dancísticos, lo que se busca es que la danza  llegue a la gente que no esta habituada a verla, que la disfrute y se la apropie".



"Mientras todavía él estaba hablando, llego una multitud, el que te llamaba Judas, uno de los 12 iba adelante de ellos y se acerco para besarte.
 
Bocas tapadas, negación del beso, movimientos cortados, diáfanos intentos de complacencia y esta posible delegación/derogación de ser este posible Judas.

Una Iguana Blanca que ahora asumen los riesgos y se exponen ante este obra más enfocada en cuanto de carácter y rigor, pero que desafortunadamente solo queda en estos visos de un montaje que evidenció problemas de articulación tanto en desarrollo de esta dramaturgia corporal  e interpretativa (El cuerpo convertido en lenguaje),  así como una falta de concreción y continuidad de imágenes que aluden a esta uniformidad y carácter del movimiento planteado,  así como esta desavenencia en el tiempo. Al dejar entrever la claridad de lo que se busca sin hacer dejo de esta pauta trazada por ellos mismos de ser un experimento escénico.


Al lograr dejarse ver atractivos visos de este propuesta dancística como el detentado en esta infatigable búsqueda de su lenguaje,  una solvencia en cuanto al reto de hacer presente la danza en sus integrantes. Aun así, seguramente sabemos  que  este proceso creativo rendirá sus frutos en una obra congruente y concisa las pretensiones artísticas de esta joven agrupación dancística potosina que compartirán con esta parte sustancial como es la apropiación de aquellos no habituados a la danza.
 
Iguana Blanca ofreció en esta segunda función, una pieza coreográfica más trabajada y  articulada .  " Érase una vez en un Barrio" que se desentraña entre la alegría, la alegoría y el  desencanto, aunado a toda esta carga emocional es lo que viven un grupo de amigos de barrio. 
 
Una obra que pega directamente en la conciencia a través de este tono de farsa como vehículo se hace patente el destino manifiesto de cada uno de los personajes, así como también este puntual despliegue en cuanto al movimiento como este poder expresivo en la construcción de una discursividad corporal muy significativa y puntual sobre la condición humana y el mundo que nos ha tocado vivir y que a la vez que te divierte, al tener este plus de música en vivo a cargo de la banda potosina de Pura Mariguana.

Bailaron: Elisa Naranjo, Gisela Jardón, Karina Mitre, Samantha Yáñez, Gabriela Moreno, Francisco Ríos, Daniel Chagoya y Miguel Baltazar.


Así como se presento Nucleodanza bajo la dirección de la Mtra. Guadalupe Orellana, la coreografía " - Y no dormir...sin soñar- de Bárbara Alvarado. Una obra que se sustenta bajo esta potencialización del  soñar, imaginar, crear a pesar de las vorágines que se replican ante los estadios del estar y no estar en este proceso de la ensoñación.

Bailaron: Guadalupe Orellana, Francisco Torres, Mónica Aurora Salas, Josué Ramírez, Isis Chávez, Cristina Díaz,  Carolina Oliva y Elena Rico.  

Es de destacar el buen recibimiento del público potosino a este arte danzario potosino, gracias al encomiable trabajo, perseverancia, amor de los grupos participantes, así como el trabajo de gestoría del  Centro de  Investigación y  Documentación de la  Danza Carlos Ocampo.
 

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