martes, 28 de julio de 2015

Los Castro toman el ballet por asalto

 
 
 
Por: José Hugo Fernández 
 
Si Kim Il-Sung escribió una ópera (según se cuenta), no hay por qué extrañarse de que Déborah Castro, hija de Vilma Espín y Raúl Castro, haya escrito un ballet, aun cuando su perfil profesional resulte tan ajeno al ballet y tan distante de sus vibraciones sensoriales como lo estuvo la ópera de El Gran Líder.
 
 
Si el sátrapa coreano movilizó todos los medios económicos y propagandísticos de su país para conseguir que “La muchacha de las flores”, aquella ópera escrita por él -con la indudable ayuda de alguien-, fuese convertida en el acontecimiento cultural más resonante de Corea del Norte, la hija y sobrina de nuestros grandes timoneles parece resuelta a no quedarse atrás, pues ha conseguido movilizar al Ballet Nacional de Cuba, nada menos, para llevar al escenario el ballet “Vilma”, escrito por ella, también con la indudable ayuda de alguien.
 
 
Por lo pronto, ya empezó a ocasionar estragos entre las huestes de Alicia Alonso. Es que se muestra impaciente porque su ballet sea estrenado. Así que los bailarines que han tenido el patriótico honor de ser escogidos para la representación, no podrán disfrutar de sus correspondientes vacaciones de verano -muy en particular los que son del interior del país-, puesto que deben ensayar a paso de conga durante lo que resta de este mes de julio y la primera quincena del próximo, con el fin de que la obra esté lista el 23 de agosto, fiesta de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), para homenajear a su protagonista.
 
 
Se cuenta que los ensayos para la puesta en escena de la ópera “La muchacha de las flores”, estuvieron rodeados de un nivel de secretismo muy similar al que han empleado siempre los norcoreanos en sus maniobras militares. Pues, por lo que parece, tampoco en esto se quiere quedar corta Déborah Castro, o su edecán para el caso, Eduardo Blanco, servil persona, además del más mediocre entre los coreógrafos mediocres que padece hoy el Ballet Nacional de Cuba.
 
 
Con el mayor sigilo, a puertas cerradas, sin que se permita el acceso ni siquiera a los propios integrantes de la compañía que no forman parte del elenco, tienen lugar por estos días los ensayos para la puesta del ballet “Vilma”.
 
 
Es obvio que pretenden virarnos a todos al revés por la sorpresa y la admiración con el estreno de este gran acontecimiento de la cultura nacional. Incluso, ya es posible prever los elogios de la prensa oficial especializada. La ópera de Kim IL-Sung, estrenada en 1930, sería adaptaba al cine en 1972. El Gran Líder no se conformó conque constituyese un acontecimiento sin precedentes para la cultura norcoreana. Así que dispuso que vez en de uno, fuerandos.
 
 
Más valdría entonces que los directores y guionistas del ICAIC fueran tomando nota.
 
 
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