domingo, 8 de noviembre de 2015

La fotógrafa Maruch Sántiz dedica serie a la herbolaria

 
Fotos tomadas del libro Maruch Sántiz. El Arte de la Medicina Tradicional.
 
Por:  Virginia Bautista
 
 
En la perfecta armonía de la naturaleza, las plantas tienen el poder de curar a los seres humanos, sólo que éstos lo han olvidado, excepto unos pocos: los indígenas nativos.
 
 
 
Con la idea de recuperar este conocimiento ancestral y revalorarlo, la fotógrafa chamula Maruch Sántiz (1975) ha dedicado su serie más reciente a la medicina tradicional, realizando un levantamiento de imágenes acompañadas de la información que ha obtenido de los ancianos de su etnia.
 
 
 
De este modo, redescubre que la planta tronadora combate la diabetes, el jengibre calma el dolor de huesos, el ajo baja la inflamación de estómago, la flor de cardo sirve para desinflamar el hígado y el caparazón del armadillo alivia la tosferina.
 
 
“La fotografía es una herramienta muy importante como historia de las cosas y de los objetos”, comenta en entrevista la artista de la lente originaria de Cruztón, municipio de San Juan Chamula, Chiapas, quien ha sorprendido por su estética minimalista, en la que destacan el color, la forma y la textura.
 
 
“Este proyecto parte de la necesidad de investigar y recuperar la información sobre las plantas medicinales que se ha conservado en la memoria de los ancianos de las comunidades de Chamula, basada en conocimientos  que desarrollaban nuestros antepasados”, explica.
 
 
 
Quien desde 1994 ha expuesto su obra, además de en México, en España, Suiza, Estados Unidos, Alemania y Francia, piensa que, todavía hoy, la medicina natural herbolaria resulta ideal para las comunidades tzotziles que, desde tiempos remotos, la han aprovechado.
 
 
 
“El conocimiento de estas valiosas plantas medicinales merece ser transmitido a los herederos nativos, porque ellos son los que sufrirán por tantos cambios de la naturaleza. Sólo la gente originaria sabe usar la mayoría de ellas. Pienso en este trabajo como la posibilidad de que el uso de la herbolaria sea revalorado”, agrega.
 
 
 
A la promotora que ha investigado exhaustivamente a su pueblo le preocupa el uso de los agroquímicos o pesticidas, pues, dice, éstos no sólo están matando las hierbas malas, sino también a las plantas medicinales, que cada vez son más difíciles de conseguir.
 
La creadora de series como Creencias de los antepasados, El uso de las plantas medicinales, La gastronomía y Los insectos y orugas, entre otras, espera que la inviten a participar en 2016 en una exposición colectiva en Suiza, en la que incluiría algunas imágenes de esta serie.
 
 
Por su parte, Ingrid Suckaer, quien conoce la obra de Maruch Sántiz desde hace más de 15 años, destaca que una de las cualidades de esta artista es que está atenta a lo que sucede en su comunidad y en las comunidades cercanas a la suya.
 
 
De esa manera, a través de sus imágenes se resguarda la memoria de los pueblos indígenas, pero también se tienen obras de gran calidad fotográfica”, añade.
La curadora y crítica de arte señala que la originalidad de Sántiz es su forma de capturar el mundo de los indígenas, de los pueblos originarios, un universo que la diferencia de las fotógrafas mexicanas urbanas.
 
Su propuesta visual abre las puertas a un mundo de ideas y conceptos colectivos que, al mismo tiempo, forma parte y es el alma de la naturaleza y de los objetos”, advierte sobre quien se formó en distintos talleres, entre los que destaca el del fotógrafo Antonio Turok.
Tras dos décadas de trabajo fotográfico, Suckaer considera que el lenguaje en sí mismo de la obra de esta artista chamula no ha cambiado considerablemente. “Lo que se ha transformado es su mirada, la cual cada día es más selectiva en los detalles que captura con su cámara. Al ser las comunidades cambiantes, su trabajo  también se ve afectado por tal razón”, indica.
 
 
 
Y sobre su serie más reciente, que evoca el arte de la medicina tradicional, la investigadora está convencida de que Sántiz busca contribuir a que la herbolaria sea revalorada.
 
 
Inserta en su cosmogonía indígena, la autora considera que ‘nuestro Creador desde un principio hizo las plantas medicinales en los diversos países para el bien de todos los seres humanos’”, comenta.
Y, en la actualidad, la mejor manera de lograr un archivo herbolario es precisamente lo que hizo Sántiz: un levantamiento de imágenes fotográficas acompañadas de la información recopilada en voz viva de los ancianos. Logrando de esa manera catalogar las plantas y, al mismo tiempo, conservar las voces de los informantes”, concluye.
 
 
 

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