Por: Roberto A. Valenciano Capín
La Casa del Poeta Ramón López Velarde tuvo el honor de cerrar las jornadas del Año Julián Carrillo, en el cual se celebro esta triple celebración de este ilustre compositor y teórico potosino, a partir de los 141 nacimiento, los 100 años de la promulgación del sonido 13 y 51 años de su fallecimiento, al ofrecerse la puntual conferencia " Entre Polkas y Lanceros. El entorno musical potosino del primer cuarto de siglo de vida de Julián Carrilllo. 1875-1900) a cargo del Mtro. Luis Fernando Padrón -Briones.
El musicólogo historicista en su conferencia abordo a partir de su fundación hasta aspectos como es el entorno económico, social, político y por consecuencia musical en estas tierras potosinas en el ultimo cuarto del siglo XIX. Como lo apunta Padrón Briones.
"Luego
de las constantes y fratricidas guerras de las primeras seis décadas del siglo,
el último cuarto del mismo llevará a un crecimiento cultural que no se había
vivido en otros tiempos, pues lo tardío de la elevación de la ciudad a diócesis
limitó el desarrollo musical y artístico en general en esos espacio, solo los
conventos: franciscano, agustino, carmelita, mercedario y juanino fomentaron
estas manifestaciones. Mientras que la música profana se dio con profusión en
las casas de familias poderosas económicamente y en el pueblo mediante los
constantes bailes y festejos por los santos a que estaban consagradas las
"ciudades de naturales", que eran una continuación de los mitotes guachichiles, pero se dispone de
poco material al respecto.
Regresando
al cultivo musical en estos años, se debe citar que se consideraba más una
actividad de refinamiento social que una profesión o medio de subsistencia
socialmente válido, entonces la gremialidad se vuelve casi obligada.
Ejemplo
de ello fue la familia Zavala, encabezada por Don León Zavala González
(16-IV-1775/16-IV-1854) y sus alumnos, posteriormente sus hijos, quienes ya el
8 de abril de 1828 participarón en la primera función de ópera que se tiene
noticia en la ciudad, en la inauguración del Coliseo".
Así como hacer una puntual acotación al poner de manifiesto a todos aquellos compositores que estaban trabajando en la pujanza de creaciones musicales, como fue el caso de los
hijos del antes citado maestro, Don León Zavala González, "León y Eusebio Zavala Reyes, continuaran la
labor de su padre en las últimas décadas del siglo. León hijo romperá con el
amateurismo imperante y partirá a la Ciudad de México en 1865 para estudiar con
Eusebio Delgado. A su regreso fundará la Academia de Santa Cecilia, que será un
importante semillero de talentos musicales".
Como también a estos dos grupos composicionales: " por
un lado los músicos de oficio como León Zavala o Flavio F. Carlos, que a la par
enseñaban música y tenían orquesta propia con las cuales se presentaban en
bailes, misas, rosarios, funerales, maitines y cuestiones teatrales. Y por el
otro creadores aficionados -alumnos de los anteriores, miembros de las familias
citadas,
que se dedicaban a escribir piezas del consumo de su núcleo social, con más
oficio que rigor académico, sus piezas eran obsequios en "santos" u onomásticos, o bien como
galanteos amorosos, prohijándose en berceuses, danzas y schotisses, ejemplo de
ello: Florencia García de Verástegui, María de Carmen Hernández de García,
Adelaida Pitmann viuda de Quijano, Manuel Hernández Nava, Santos Beltrán,
Gabriel de Guadalupe Arriaga o Eduardo Zenteno, cuyas composiciones han
subsistido en los papeles almacenados de los descendientes de dichas familias,
la mayoría de las veces destruidos sin ninguna consideración".
De esta manera, "en
este ambiente de costumbrismo y cierto rigor académico comenzó la vida musical
y compositiva de Julián Carrillo, a su llegada en 1888, a los trece años, para
estudiar con Flavio F. Carlos, demostrando pronto un talento inusual para la
comprensión del arte de los sonidos, como lo dejan ver sus primeras obras
totalmente amateur como A Carmen o Lupe, donde sin conocimiento sólido de armonía,
contrapunto y orquestación presenta una vivacidad y buena factura. O bien la
célebre anécdota de haber aprendido de memoria el repertorio del celebrado
violinista italo-cubano Rafael Díaz Albertini, que repitió durante un sarao en
La Lonja una días después de la presentación de este artista, lo que le valió
el reconocimiento del gobernador Carlos Diez Gutiérrez, quien lo exhorto, y al
parecer patrocino, para que fuera a estudiar al Conservatorio Nacional.
Con este panorama general es de señalarse los
alcances que tendrá Carrillo en los siguientes años, pues si nos quedamos
analizando la producción local esta se prolongará en el uso de danzas
decimonónicas hasta muy entrado el siglo XX, los autores siguen produciendo
piezas de gusto afrancesado que gustaban a las clases dominantes. O bien
copiando las piezas de moda que eran consumidas en tertulias que se negaban a
cambiar de estructura, solamente el estallido de la Revolución logró terminar
con ese anquilosamiento general".
Para concluir esta disertación se ofrecieron algunos ejemplos musicales bajo el pulso creativo al iniciado en estas lides musicales, Julián Carrillo, al escuchar obras de su juventud como fueron: la polka " A Lupe (1889) y la danza - Pepita (1889), por cierto, interpretados en su momento por la Orquesta Infantil y Juvenil de la Escuela Estatal de Iniciación Julián Carrillo en el mes de Julio con motivo de los 140 años de su nacimiento y 50 años luctuosos.
"De esta manera dar un poquito testimonio de estas piezas de Julián Carrillo y que a través de estas grabaciones todavía pudiéramos escucharlas hasta el día de hoy" comento el Mtro. Carlos Undiano Herrejón.
Quien destacó que una de las piezas favoritas del Mtro. Carrillo, y hasta lo logro decir es el shotis -Isabel-, es la cuarta pieza según el catalogo que nos deja Omar Eduardo y Lolita Carrillo, hija de este gran compositor. "Un shotis que se lo compone a una jovencita Isabel a la cual pretendía y lo único que quedo fue una guía de piano y con esta guía de piano se pudo hacer una orquestación más o menos siguiendo el modelo y respetando un poco la instrumentación y el estilo".
Así como también se dio esta infalible diálogo entre el vate potosino, Manuel José Othón y el poeta zacatecano Ramón López Velarde.
Esta charla fue presentada previamente en el marco del Coloquio Julián Carrillo organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes, en las Salas Adamo Boari y Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, los días 13 y 14 de octubre de 2015, y ayer constituyó el cierre de la Jornada Julián Carrillo, que incluyó una guardia de honor en torno al monumento del único Candidato potosino al Premio Nobel, en el Parque Tangamanga I, así como un recorrido por el Museo Julián Carrillo, en Ahualulco, al que se sumo un concierto y conferencia en el Instituto Potosino de Bellas Artes a cargo de la maestra Guerguina Pavlova al piano y el maestro Marco Antonio Correa en la guitarra.
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