lunes, 11 de julio de 2016

Hallan restos momificados de guacamaya en cuevas de Chihuahua




Una guacamaya momificada de manera natural, al parecer en un posible contexto funerario, fue descubierta en una cueva ubicada en el municipio de San Francisco de Borja, Chihuahua por pobladores del ejido de Avendaños.



El hallazgo fue entregado ya a personal de la Academia de Arqueología de la Escuela Antropología e Historia del Norte de México (EAHNM), que será la institución encargada de su análisis, informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).



En comunicado, precisó que hasta el momento se han identificado dos cráneos de adulto, varios huesos largos, una cesta, una base para olla de cestería, un textil, cordel de algodón y pelo humano.



También, una posible bolsa o taparrabo de piel de venado, un caracol y la cabeza momificada de manera natural de una guacamaya bandera, distinguida por el gran colorido de sus plumas, detalló.



Por los materiales encontrados los especialistas, intuyen que la cueva se trata de una tumba o fardo funerario de por lo menos dos individuos.



El arqueólogo Emiliano Gallaga Murrieta, director de la EAHNM, explicó la importancia que tiene el descubrimiento del ave debido a que es la primera vez que se localizan sus fragmentos, presuntamente completos, en un contexto arqueológico.




“De acuerdo con los pobladores de San Francisco de Borja, el ave estaba completa, entre la tierra había otros pedazos de su cuerpo, pero sólo colectaron la cabeza. Desgraciadamente no podremos confirmar si formó parte de un acomodo funerario, porque sabemos que ahí estaba pero ignoramos cómo”, señaló el arqueólogo.



Además se trata de la primera evidencia de una guacamaya posiblemente enterrada completa al lado de un ser humano que por las condiciones ambientales de la cueva se momificó de manera natural.



“Por su rareza, fue un ave muy cotizada en el norte de México, debido a que no existía en la región. Cabe recordar que se importó de otras latitudes y cuando Paquimé se estableció, comenzó su crianza para utilizar sus plumas con fines rituales y comerciales, porque existía una demanda más antigua”, destacó Gallaga Murrieta.



Por sus colores azulados y verdosos y su relación con la lluvia, la guacamaya se convirtió en un animal importante en el imaginario colectivo de los pueblos del norte de México y suroeste de Estados Unidos.




En una exploración posterior en la cueva que se extendió en una franja de 25 metros de largo por uno de ancho, el equipo de arqueólogos localizó evidencia de una estructura habitacional de bajareque con piso de tierra, sobre el cual se identificaron puntas del periodo Arcaico Temprano-Medio y restos de una mazorca quemada que se mandará a fechar.



En otra sección de esa franja se descubrió un entierro humano de pelvis y extremidades inferiores amarradas de un adulto de estatura considerable, que se cree fue originalmente sepultado en otro lugar de donde fue sacado para una segunda sepultura.



Sobre el piso prehispánico también se hallaron fragmentos de carbón, maíz, olotes quemados y puntas de flecha.



En suma, se hallaron 30 flechas, muestras botánicas, entre las que sobresale un olote que conserva algunos granos, al parecer de una especie propia del Arcaico y una calabaza completa; así como coprolitos humanos, cestería, cordeles y gran cantidad de pedazos de muros de bajareque (construcción elaborada con varas entretejidas y unidas con una mezcla de tierra húmeda y carrizo), en uno de los cuales se ve la huella de una mano que quedó impresa cuando se puso el lodo al carrizo.




Todos los objetos son locales, con excepción del caracol, originario del Golfo de California (en la región de Sinaloa), y la guacamaya, evidencia que apunta a pensar en la relación e intercambio entre los grupos costeros y los de Chihuahua que formaron un corredor cultural entre la costa y el desierto, el norte con el sur, a través de la Sierra Madre Occidental.



Finalmente, el INAH adelantó que se prepara un proyecto de investigación arqueológica para realizar un estudio en las diversas cuevas de esa región del suroeste de Chihuahua, en las faldas de la Sierra Madre Occidental, para comprobar posible rastros del intercambio cultural entre grupos humanos prehispánicos de Chihuahua y las costas del Golfo de California.


NTX/AMA/MCV

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