jueves, 25 de agosto de 2016

Garcia Lorca y Ramiro de Maeztu ¿muertes distintas?



Una de las fotos icónicas de la guerra civil española (Foto tomada de gizmodo.com)


Por: Rene Gomez  Manzano


LA HABANA, Cuba.- Estamos en el mes de agosto, y con él se rememora una vez más el fusilamiento del literato Federico García Lorca por las fuerzas del Bando Nacional, a comienzos de la terrible Guerra Civil Española. Los personeros de la izquierda mundial se arremolinan. “El crimen fue en Granada”, dijo hace años el poeta. “Ensañamiento, insensibilidad, alevosía, impunidad”, califica ahora el colega Pedro de la Hoz en un artículo que publicó el Granma el pasado viernes 19, aniversario del famoso ajusticiamiento de 1936.



Y no es que en este asunto les falte razón a los voceros de la progresía internacional. En verdad es repudiable que en la muerte del autor de Bodas de Sangre hayan incidido sus ideas políticas, aunque en su caso ellas eran más bien tenues. Peor aún sería que, según una versión con todos los visos de ser real, la verdadera causa del asesinato hayan sido la orientación sexual de Lorca, algo probable en aquel tiempo y lugar de machismo y homofobia (¿no se jactó uno de sus verdugos de haberle dado dos balazos en el trasero?).



En esta ocasión, al escribidor del diario castrista no le basta con recordar el homicidio de hace ochenta años. El suceso le sirve de pretexto para reclamar justicia por los cuatro mil ciudadanos fusilados en la mencionada ciudad andaluza “por el solo hecho de simpatizar con la República”, y con las más de cien mil ultimadas o desaparecidas bajo la dictadura (la falangista, claro). Según De la Hoz, “la desmemoria que padecen esos muertos de nadie es un disparo más contra el cuerpo de Federico”.



Es en enfoques como éste donde se ponen de manifiesto el sectarismo y la tendenciosidad de los izquierdistas. Con sus campañas de propaganda, ellos han logrado que la opinión pública se solidarice en masa con los mártires, pero sólo con aquellos que gozan de sus simpatías. Ellos se desgarran las vestiduras por el asesinato de García Lorca (o la muerte en prisión de Miguel Hernández, por citar otro ejemplo), pero olvidan los sucesos similares de signo contrario.



¿Quién se acuerda —por sólo mencionar un nombre— del ensayista y colega nuestro Ramiro de Maeztu? (hijo de cubano, por cierto). Quedaron para la historia las palabras finales que dedicó a sus verdugos: “Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: para que vuestros hijos sean mejores que vosotros”. Y conste que él no fue el único intelectual ultimado por los progres. Están también el poeta Hinojosa, el dramaturgo Muñoz Seca (quien cometió la imprudencia de gritar “¡Viva España!” durante el estreno de una obra suya), Melquíades Álvarez (también asesinado pese a ser republicano), Manuel Bueno, Víctor Pradera.



Las amnesias parciales de ese tipo representan una constante en los partidarios a ultranza de la República Española. Se estremecen por el terrible bombardeo de Guernica (que tanto ha dado que hablar), pero silencian su similar de Cabra, que por haber ocurrido en la Zona Nacional es desconocido por casi todos. Condenan las matanzas perpetradas por los falangistas, pero no se dignan recordar a los miles de hombres que los comunistas y sus aliados exterminaron en Paracuellos de Jarama, cerca de Madrid, tras sacarlos de las prisiones.



Y hay algo peor aún: esas ideas tendenciosas son recogidas por algunos jueces parcializados y por políticos sectarios, que a estas alturas piden desenterrar los fantasmas del pasado y condenar los crímenes del franquismo y a sus ejecutores, pero se niegan a considerar siquiera la de los hechos y autores análogos del Bando Republicano.


ACERCA DEL AUTOR

René Gómez Manzano (La Habana, 1943). Graduado en Derecho (Moscú y La Habana). Abogado de bufetes colectivos y del Tribunal Supremo. Presidente de la Corriente Agramontista. Coordinador de Concilio Cubano. Miembro del Grupo de los Cuatro. Preso de conciencia (1997-2000 y 2005-2007). Dirigente de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil. Ha recibido premios de la SIP, Concilio Cubano, la Fundación HispanoCubana y la Asociación de Abogados Norteamericanos (ABA), así como el Premio Ludovic Trarieux.

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