Fotografías: Cortesía de Festival de San Luis
Por: Roberto A. Valenciano Capín
A pesar de ir contramarea esta XVI edición del Festival de San Luis en cuanto a este gran indiferencia y por tanto a este anhelado arraigo entre los potosinos, promovido por sus organizadores-Secretaria de Cultura a través de su Dirección Internacional de Festivales-. Aún así, se ha presentado hasta el momento una programación con suma coherencia tanto en su contenido como su calidad.
Por ende, se ha olvidado una de las premisas del origen mismo de este festival es que fue creado para los potosinos, en el devenir del mismo se ha visto que ha sido aprovechado en administraciones pasadas para utilizarlo como un estratégico detonador de lo turístico bajo el manto de lo cultural.
Sin lugar a dudas, en esta edición se ha logrado despojar de tajo esta anquilosada piel de estas inercias de "la mera presentación de artistas que conjuntaban lo popular con la -alta cultura -... no se consiguió establecerlo como una fuente de atracción turística " como comenta puntualmente Alex Valencia en su columna "Monosatírico".
A pesar de esta clara apatía de los potosinos por conocer y asombrarse de propuestas sumamente interesante, las cuales se caracterizan por tener más fondo que forma, por lo que he aquí un corte de caja hasta el jueves de lo expuesto/ compartido en los diferentes foros en esta capital.
Indudablemente, uno de los foros con esta consistencia tanto de asistencia como de propuestas musicales es el Zocco ( Zonas de Creadores Centro Occidente ) en uno de los espacios públicos de encuentro, como es la explanada del Teatro de la Paz, al convertirse en esta ventana a través de esta muestra representativa de los nueve estados que integran esta región.
Una travesía sonora en donde dialogaron proyectos consolidado como aquellos de recientes conformación, desde los que buscan preservar y difundir su cultura; Bola Suriana, Pindekuécha, Perfecto López. Desde el contagioso surf de los Hikury Beach, quienes incidieron en hacer una pista de baile esta explanada, el poderoso heavy metal de Aria Infuriata, un buen rock alternativo de Eyes of Sheila, un decantado y .púlsico blues de unos renovados Doberman, un rock de tintes oscuros y popero de los Divino Kabaret, un jazz sabrosón y muy disfrutable de Ciudadanos del Mundo, así como esta interesante alquimia sonora de Mexkla, sin hacer dejo de esta fusión de géneros a partir de la voz creativa de estas voces de compositoras, gracias a Flor de Jade.
Se unen a esta características antes citadas, el foro del callejón de San Francisco, en donde convergió desde la música popular francesa con la Bohéme, un viaje desde el jazz hasta el World Music propuesto por Sultasto y el jazz de Carlos Daniel Uresti.
Así como también lo fue el foro de la Plaza de Aranzazú, en donde se pudo disfrutar desde estas propuestas de revalorar la música tradicional, específicamente a partir de este recorrido por los diferentes rostros del son, gracias a tres importantes proyectos musicales: Zazhil, Ernesto Anaya y Eblén Macari , para pasar también por estas variantes de exponer el rock con las propuestas de: Las Sorjuanas, Dellags Duffers, Kim Rock y Foly. A pesar de transitar por una pésima sonoridad.
En contraposición del peso que tiene por si misma al ser esta gran pantalla del Festival, como es la Plaza de Fundadores, al exponerse propuestas de sumo peso en cuanto no sólo esta diversidad musical, al conjugarse la trayectoria, el conocimiento y reconocimiento como identidad, sin hacer dejo de su contexto histórico, siendo apabullados por la indiferencia refleja no solo en su asistencia sino también ser parte del escarnio y ser tildado como un fracaso, no sólo expuesto por varios medios, sino de la misma comunidad artística.
Un foro en donde han sido expuestos propuestas detectadas desde el arraigo de los ritmos afrolatinos y el Danzón con este sabor veracruzano de: Combo Ninguno y Los Pregoneros del Recuerdo y no por tanto ser desmarcados de ser grupos versátiles como fueron catalogados por un periodista.
Este transitar no solo por esta investigación sino esta difusión recreado gracias a este viaje sonoro a través de la música tradicional mexicana, a partir del son huasteco y arribeño a través de La Manta, Fríno y sus siete mulas más gorrión serrano, Dr. Chessani y sus huapangueros de Rioverde, como este encuentro de la Nopalera, una importante agrupación con gran activismo social y político en los convulsos años setentas. Una rica versión rica texturas de la canción de autor de Enrique Ocaña y el trabuco sonoro comandado por el excelso pianista, Gabriel Hernández. Para pasar por la propuesta de un indie rock de los canadienses Foreign Diplomats y la plena sabrosura papayera de los colombianos de Puerto Candelaria, quien hizo bailar hasta aquellos con dos pies izquierdos (sic)..
Otro foro que es consecuencia de esta inercia, fue el Coloso de Villerías, al ofrecerse un descalabro como fue el fallido recital del tenor Edilberto Regalado con su - canta a Lara y Jiménez-, en contraposición de la Misa Andina de Alejandro Núñez Allauca y ser completado con ricos valses peruanos, interpretado por el Coro Nacional de Perú, ser redondeado con la frescura vocal a partir de un repertorio popular -en secreto- a cargo de los venezolanos de Vocal Songs.
Una gran apuesta que se ve como lo afronta con esta frontalidad a pesar de todas sus viscitudes, a pesar de esta marcada indiferencia de todos aquellos conectados a lo previsiblemente mediático, ante lo atestiguado a partir de este homenaje a la cultura y la música del mundo.
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