viernes, 3 de marzo de 2017

Las ocho décadas de una bailarina en activo



                                              Cora Flores en la coreografía Escaparates.



Por: Maricruz Jiménez Flores



Para ustedes, Cora Flores



Cora Flores dialoga con el tiempo, los géneros y estilos dancísticos. En más de 60 años de carrera y con ocho décadas de vida, sigue asombrando. Sube a los escenarios a participar lo mismo con Andrea Peláez, de Cirko de Mente, que en Escaparates, de Lydia Romero.




Aunque su base fue la danza clásica —sus grandes maestros lo denotan: Socorro Bastida, Felipe Segura, César Bordes, Sonia Castañeda, Nelsy Dambré, Natalia Dudiskaya, Lupe Serrano, Guillermo Keys y Nellie Happee—, los nombres de Guillermo Arriaga,  Xavier Francis, Rocío Sagaón y Louis Falcó, en la enseñanza, y Óscar Ruvalcaba y Cecilia Appleton, en la escena, la relacionan indisolublemente con la danza contemporánea y moderna.



Apenas a finales de enero el Colegio de Coreógrafos le brindó un homenaje, aunque ella también es Premio Nacional de Danza Contemporánea José Limón (1997) y Premio Raúl Flores Canelo (2006). Si faltan reconocimientos oficiales a su trayectoria, no cesan, en cambio, las muestras de cariño y respeto de un gremio que, por su extraordinaria calidad interpretativa y belleza, la ha convertido en una figura de culto.



En entrevista, Cora Flores (San Luis Potosí, 1936) comenta:


—No alcanzaría, a pesar de todos los años que tengo de vida, a agradecer lo que la danza ha sido para mí. Lo que me ha dado. Creo que me ha faltado muy poco por realizar. Todo se ha dado, incluso sin habérmelo propuesto.



                                                                    Cora Flores.


“No estoy en contra, pero pongo objeciones a las becas que se otorgan porque no hay un seguimiento…”



La coreógrafa, bailarina y maestra, que este año celebra sus 80 años de edad, lamenta la situación actual que vive México: “Estoy muy triste por el país todo, la corrupción ha llegado a todos los niveles”.



Para quien fuera directora de la Compañía Nacional de Danza de Costa Rica (1987-1990), es fundamental transparentar mecanismos, hacerlos visibles, y en el ámbito cultural no es la excepción:



—No estoy en contra, pero pongo objeciones a las becas que se otorgan porque no hay un seguimiento. Por un lado, quienes las reciben viven la pesadilla de cumplir con los requisitos; por otro, no hay una organización para que la institución que las otorga tenga la certeza de que estos apoyos sirven. La sociedad tendría que opinar sobre las obras apoyadas con recursos públicos. Además, las instituciones deberían tener una participación más activa para que la población se percatara en qué se utilizaron sus impuestos.

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