domingo, 1 de octubre de 2017

Antonio Sánchez, todo un 'bad hombre'




Por: María Eugenia Sevilla



Es curioso que en el jazz, un caldo multicultural en el que la discriminación racial ha sellado parte de su historia desde el origen, las voces en repudio al supremacismo blanco de Donald Trump guarden silencio público, a diferencia de otros gremios artísticos alrededor del mundo. Aun en Nueva York, capital de la vanguardia jazzística precisamente porque ahí se arriman y se acoplan razas de cinco continentes, el tema Trump sólo se toca sotto voce, admite el baterista mexicano Antonio Sánchez.



“Sí, creo que la comunidad jazzística habla mucho de esta situación en privado, pero por alguna razón no lo quiere hacer en público”, dice en entrevista.



Pero él no guarda silencio. Desde que Trump apareció en la escena política levantó algo más que la ceja, principalmente a través de sus redes sociales, que es donde mantiene una comunicación directa con sus seguidores.





Creo que es mi deber como artista, como ciudadano mexicano y americano levantar la voz y hablar de lo que está sucediendo en la política mundial porque nos afecta a todos de una manera u otra”, comparte.



Es así que se ha propuesto demostrar lo que es en realidad un “bad hombre”, como Trump designó a los mexicanos que residen en Estados Unidos, al decir que son primordialmente criminales. Y así, Bad Hombre, llamó a su más reciente disco, que sale hoy al mercado.



“Es un título que desafía directamente las palabras de Trump. Él declaró que hay muchos ‘bad hombres’ en su país y que se iba a deshacer de ellos. Básicamente le estoy contestando que yo soy uno de los muchos ‘bad hombres’ que habemos en Estados Unidos, y que al contrario de lo que piensan muchos conservadores extremos, la mayoría somos gente de provecho que contribuye a la sociedad, y que paga impuestos”, subraya.



“Lo que acaba de suceder con DACA es algo realmente asqueroso. Deportar a gente que fue traída a Estados Unidos desde la infancia, que ya está completamente integrada a la sociedad demuestra el trasfondo taxista (sólo interesado en los impuestos) de esta administración. Los ‘bad hombres’ no nos vamos a ir tan fácilmente”.



DISCRIMINADO



Moreno, mexicano, desde que llegó a estudiar a Berklee, Antonio Sánchez supo en carne propia de la marginación. Ni el talento que lo ha vuelto par de Pat Metheny, Chick Corea y tantos otros grandes del jazz contó –cómo iba alguien a saber lo que el muchacho se cargaba en el cuerpo- para que el migrante con aspiraciones de artista recibiera un trato digno.



“Oficiales de migración en Estados Unidos me atosigaban y me trataban de una manera condescendiente -con mucha frecuencia al igual que algunos oficiales en Alemania y Escandinavia-. Cuando veían mi pasaporte mexicano muy a menudo me miraban con sospecha y fastidio”, cuenta. “Tenía problemas con visas de estudiante, visas de trabajo y posteriormente la residencia”.



Su condición de forastero salió a relucir en su obra desde la primera agrupación que formó: un quinteto integrado por músicos provenientes de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Croacia, al que llamó Migration.







Influencia inconsciente



La portada de Bad Hombre, con el rostro de Antonio Sánchez en blanco y negro, parece una cita a la de Tutu, el disco de 1986 que Miles Davis dedicó al pacifista Desmond Tutu, Arzobispo anglicano de Cape Town, Sudáfrica, que luchó contra el Apartheid, aunque, dice Sánchez, el guiño no fue consciente. “Simplemente quería hacer algo distinto a mis demás discos; es la primera portada en la que he puesto una foto mía y quería que fuera algo agresivo, porque mis sentimientos hacia Trump así lo son”.



“Lo que siempre he querido comunicar con mi proyecto es la inclusión y la tolerancia. Demostrar que gente de cualquier lugar del mundo puede entenderse a través del lenguaje universal de la música, y eso se puede aplicar a la vida en general. Creo que este concepto es cada vez más vigente”, subraya.



A 25 años de hacer de Estados Unidos su domicilio, el baterista ganador de cuatro Grammys recibe un trato menos degradante. Pero no por su currículum, sino porque, dice, ahora tiene también la nacionalidad estadounidense y viaja con ese pasaporte.



OBRA UNIPERSONAL


Publicado bajo el sello Camjazz, su sexto disco de estudio es rebelde no sólo por su carga política. En lo musical es una aventura solitaria. Todo lo que se escucha en él es Antonio Sánchez, pues está escrito, producido, interpretado y arreglado por él mismo.



Si se mostró arriesgado al integrar el soundtrack de la película Birdman (2014) únicamente por solos de batería, en este disco se metió de lleno al laboratorio. Literalmente. Sánchez se construyó un estudio en el sótano de su casa en Nueva York para dar rienda suelta a ese proceso subconsciente –como él lo llama-, que es la improvisación. Y a base de oreja, de prueba y error, jugó a la ingeniería de sonido, cortó, mezcló y dio las pinceladas finales a su obra, en el que la electrónica es un elemento fundamental.




“Es definitivamente un álbum de protesta, pero como es música instrumental no tiene letras que hagan obvia la temática, por eso quería ponerle un título controversial que hiciera obvio el objetivo”.



Lo está logrando. Las influencias están en el aire y otros jazzistas comienzan a romper el silencio en torno al señor T. “Fui a ver a Keith Jarrett en Carnegie Hall hace algunos meses y me dio mucho gusto que en gran parte de sus participaciones habló sobre su descontento y su asco hacia Trump y su administración. Ojalá que más gente lo hiciera porque las figuras públicas tenemos la responsabilidad y la fortuna de tener una plataforma para expresarnos”.

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