Dentro del panorama de las artes plásticas en México en el siglo
XX, el nombre y la obra de José Luis Cuevas figuran en un lugar de honor en el
terreno de las artes visuales. Nacido en el año 1931, en el callejón El
Triunfo, del barrio San Miguel, en el viejo Centro Histórico de la Ciudad de
México, desde niño aprendió a registrar con sus trazos la vida de los
marginados, de los pobres que iban y venían en el largo peregrinar de las
calles y de los sitios cercanos a su domicilio.
Desde sus inicios consiguió el reconocimiento por méritos propios,
puso el nombre de México por todo lo alto en las principales galerías y museos,
y el New York Times lo calificó como uno de los grandes dibujantes del mundo.
José Luis Cuevas luchó contra la llamada Escuela Mexicana de
Pintura y el nacionalismo radicalista que ejercían los intelectuales de la
época; llegó a calificar esta actitud de retrógrada y en ese momento álgido
publica su famoso manifiesto en 1956, La Cortina de Nopal, que no dejaba ver a
los artistas mexicanos lo que se gestaba en otras partes del mundo. Los
ataques, en todos sentidos, no se hicieron esperar y Cuevas supo defender sus
puntos de vista. De este descontento nace el movimiento abstracto que hasta
nuestros días se conoce como “Generación de la ruptura”.
En un apunte rápido y breve Octavio Paz lo describe como: “Artista
carnívoro cuya atracción principal reside en su gracia flexible, sus
movimientos sinuosos, la ferocidad elegante de su dibujo, la fantasía grotesca
de sus figuras y los resultados con frecuencia mortíferos de sus trazos. Este
artista pasa, en un abrir y cerrar de ojos, sin causa aparente, de momentos de
reposo plácido a otros de furia relampagueante”.
Este viernes a las 21 horas se inaugura en el Museo Federico Silva
la exposición Energía en Contexto, una colección de obras de José Luis Cuevas
donde están representadas las concepciones creadoras de su autor. Entrada
Libre.
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